La ineludible reconciliación, por Héctor Pérez Marcano
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Creo que se acercan las horas más difíciles y peligrosas de la crisis política venezolana. Las últimas declaraciones de funcionarios del Departamento de Estado norteamericano y de dirigentes de la Unión Europea, además de las proposiciones de Guaidó, evidencian que pudiéramos estar cerca de una negociación definitiva que haga posible el gobierno de salvación nacional propuesto por Guaidó.
Todos convergemos en que Venezuela no puede esperar más. En este momento somos un Estado fracasado en el que todo se vale y bordeamos la anarquía.
Los sucesos, casi a diario, de la Cota 905 y de la parroquia La Vega bordean la realidad de Mini-Estados en los que mandan el hampa o la guerrilla colombiana y la dudosa actuación de nuestra FANB han acentuado una realidad que afecta nuestra soberanía. Afortunadamente crece el número de politólogos y analistas políticos que comparten el planteamiento de la reconciliación.
Habría que ya, desde ahora, discutir cómo reconstruir al país. ¿Por dónde empezar?
Creo que hay consenso en que lo más urgente, que además facilitaría la solución de otros problemas, es la reconstrucción del tejido social.
Para mí el mayor crimen del chavismo ha sido corromper a los venezolanos y a sus instituciones de tal manera que se hace urgente poner en primer plano aquello de Simón Bolívar: «Moral y luces son nuestras primeras necesidades».
Lo más urgente será hacer comprender a la sociedad venezolana que llegó la hora de la reconciliación nacional y que esta es necesaria para iniciar el proceso de reconstrucción sorteando sus obstáculos.
Surgirán los radicales de siempre y el resentimiento humano; lo sufrido hará muy difícil la reconciliación. El chavismo nos dejará un país destruido. La economía requerirá de un plan de recuperación difícil, pues la miseria campea como consecuencia de que el chavismo ha acentuado nuestra condición de país monoproductor y monoexportador; además de destruir nuestro aparato industrial que había alcanzado un nivel de desarrollo aceptable.
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Creo que lo económico es más fácil de enfrentar, la gran preocupación es cómo superar la descomposición ética y moral de nuestra juventud. Nuestros muchachos, como los de la Cota 905, no superan los 25 años de edad, mueren antes. Debemos enfrentar la descomposición social y cómo reconstruir el tejido institucional que nos ofrece hoy un cuadro deplorable generado por la corrupción.
Cómo lograr que se entienda que en esta hora nos necesitamos todos. El mejor castigo para el chavismo es lograr que el pueblo los repudie y haga imposible su retorno político.
Creo que llegó la hora de la reconciliación y ello impone un cierto grado de lenidad. El populismo deforma las conciencias políticas. El pueblo demandará soluciones y estas no son fáciles. En este campo algunos dirigentes chavistas podrían jugar un papel decisivo si logran entender que habrá un espacio político que respondería a sus planteamientos. Esto forma parte de la inclusión que es uno de los aspectos importantes de la reconciliación.
Creo que el politólogo Víctor Guédez, ejecutivo de la Polar, ha hecho aportes muy importantes. Considera Guédez la reconciliación como una condición necesaria e ineludible y afirma que si no apresuramos un proceso de reconciliación se corren riesgos y peligros que obligan a ver la reconciliación como una decisión ineludible y afirma que «el país amerita la impostergable reconstrucción de su tejido social».
Finalmente, habría que analizar el caso Mandela para extraer conclusiones útiles a nuestro devenir político. Mandela consideró que la victoria definitiva se lograría en un ambiente político de reconciliación. Y así fue.
Héctor Pérez Marcano fue dirigente político y diputado del Congreso de la República.
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