La influencia de la ultraderecha europea en América Latina, por Sebastián Godínez R.
Foto: El Diario
Desde hace algunas décadas, el mundo viene presenciando el ascenso de la ultraderecha en varios países, cada una con sus respectivas particularidades. El nacionalismo ha enarbolado nuevas banderas en varias latitudes donde las derechas moderadas han perdido fuerza frente a la naciente ultraderecha. Hablar en plural de ellas implica reconocer sus peculiaridades y no encasillarlas en un concepto homogéneo.
Autores como Anthony Giddens, Norberto Bobbio, Pippa Norris y Pablo Stefanoni coinciden en que los preceptos de las derechas se basan en la defensa de la vida y la propiedad privada; recientemente han adoptado la pugna por el libre mercado, el nacionalismo y los discursos antisistema. El siglo XXI ha dado paso a la formación de la nueva derecha, la cual es más agresiva discursivamente, rayando el populismo en algunos casos.
Las olas migratorias provenientes del norte de África y Medio Oriente detonaron discursos nacionalistas y anti inmigrantes en Europa. Partidos que provienen desde el siglo pasado, como el de Le Pen, han tenido un ascenso lento pero constante, mientras que en otros países han surgido nuevos partidos radicales. Viktor Orbán en Hungría, el partido político Ley y Justicia en Polonia o Alternativa por Alemania cobraron relevancia producto, en parte, del rechazo a la migración.
Pero el ascenso del radicalismo se entiende también por el descontento con la democracia, los partidos tradicionales, las crisis económicas y la expansión de la ideología de izquierda en algunas naciones. En este contexto, sectores de diversos países comenzaron a verse atraídos por políticos que decían lo que querían escuchar y dejaban de lado la corrección política. Esto fue gestando la semilla de la derecha nacionalista europea. Y mientras que en el Reino Unido Boris Johnson se promovía como el único capaz de concretar la salida de la Unión Europea, en Estados Unidos se consolidaba la primera candidatura de Donald Trump.
Los nexos entre la extremas derechas europeas y americanas
El triunfo electoral de Trump en 2015 significó un impulso a la ultraderechas de todo el mundo incluido Europa, mientras que en la región aún predominaba la marea rosa, llamada así por la diversidad de izquierdas que gobernaban. Pero con el ciclo electoral 2018-2024 comenzaron a tener cada vez más relevancia los radicales de derecha latinoamericanos, que adoptaron posturas agresivas para atraer a nuevos sectores sociales. Nayib Bukele se convirtió en el promotor de la política de mano dura, el libertario Javier Milei logró que su voz fuera escuchada en todo el mundo, pero Jair Bolsonaro fue el primer gran líder de esta nueva era.
Bolsonaro, fundador del bolsonarismo, representa una ideología caracterizada por un ferviente militarismo, la exaltación de valores tradicionales como la familia y la religión, y la dura oposición de los avance de los derechos de las minorías y mujeres. Por otro lado, Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, se ha dado a conocer a nivel mundial por su política de mano dura fascinando a líderes de varios países. Bukele, a través de los estados de excepción y la consolidación de un partido cuasi hegemónico, ha perseguido a las principales bandas delincuenciales.
Su método ha generado críticas por la violación a los derechos humanos. Sin embargo, varios políticos de la región se han interesado por su modelo para combatir la violencia; desde la izquierdista presidenta de Honduras, Xiomara Castro, hasta la ministra del Interior argentina, Patricia Bullrich.
Finalmente, la victoria de Javier Milei en 2023 abrió paso al libertarismo. Algunos lo han apodado “el Trump argentino” y lo han descrito como una respuesta del neoliberalismo ante la crisis marcada por la inflación que vive el país y el desgaste tras casi veinte años de gobiernos kirchneristas.
Al día de hoy el avance de la ultraderecha es visible en todo el mundo. En Europa, mientras que en Italia Giorgia Meloni se convirtió en primera ministra imponiendo una agenda nacionalista que busca devolver la gloria a la nación mediterránea, personajes como el holandés Geert Wilders no paran de fortalecerse, al punto de que tras los comicios de 2024 es muy probable que se convierta en primer ministro. En Francia, tras las elecciones legislativas, Rassemblement National se convirtió en la fuerza más votada, mientras que en España el partido Vox no ha tenido un crecimiento exponencial pero ha logrado posicionarse como una de las tres fuerzas más votadas a nivel nacional.
Ante este ascenso de la extrema derecha, las derechas tradicionales pasaron a convertirse en las segundas fuerzas en diversos Parlamentos como Finlandia, Suecia, Serbia y Bulgaria, por mencionar algunos. En otros como Polonia, Hungría y Austria se han convertido en partidos gobernantes que ahora pretenden acumular mayor poder, modificar la correlación de fuerzas en la Unión Europea y extender su influencia hacia otras latitudes.
El ascenso de estos partidos y líderes se debe, en gran medida, a los altos niveles de votación de los jóvenes de entre 21-29 años, quienes se sienten más atraídos por los extremos. Esto no es exclusivo del Viejo Continente; de acuerdo a Latinobarómetro, el apoyo a la democracia ha venido en descenso y muchos prefieren un líder autoritario que garantice estabilidad económica, seguridad y movilidad social.
2024 un año clave
Este ha sido un año clave para las extremas derechas europeas y americanas. Los comicios para el Parlamento Europeo arrojaron un crecimiento del radicalismo, y si bien los europeístas y centro derechistas tienen la mayoría, el nacionalismo se posicionó como el segundo bloque de mayor presencia. Su victoria llevó a Emmanuel Macron a disolver la Asamblea Nacional y llamar a elecciones anticipadas, lo que provocó el ascenso de Le Pen, y al primer ministro belga, Alexander De Croo, a dimitir de su cargo, mientras que en varios países se daban grandes protestas.
En América, mientras tanto, sus correligionarios Javier Milei, Jair Bolsonaro, Nayib Bukele, Daniel Noboa y Donald Trump celebraron los resultados de las elecciones europeas. Y es que este avance europeo no sólo resuena en la región sino que puede llegar a ser un motor de radicalización de las derechas tradicionales de América Latina, una región donde la izquierda gobierna en la mayoría de los países y en muchos casos bajo líderes populistas.
*Lea también: Voces silenciadas: el impacto del mobbing laboral en las mujeres latinoamericanas
En conclusión, aunque pueda parecer que los efectos electorales de Europa y de Estados Unidos no afectan a la realidad americana, esto es ya una realidad, y el primer gobierno de Trump fue una clara muestra de ello. En un mundo interconectado por la tecnología y la información, los discursos permean no solo a las audiencias nacionales sino también a las extraterritoriales. Por ello, quizá debemos comenzar a prestar más atención a lo que ocurre, no solo del otro lado del Río Bravo, sino también al otro lado del océano Atlántico para prever los posibles impactos en América Latina.
Sebastián Godínez Rivera es Cientista Político. Graduado en la Universidad Nacional Autônoma de México (UNAM). Diplomado en periodismo por la Escuela de Periodismo Carlos Septién.
www.latinoamerica21.com, medio de comunicación plural comprometido con la difusión de información crítica y veraz sobre América Latina. Síguenos en @Latinoamerica21
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo.