Presidente de Ecuador: ¿Una propuesta conveniente?, por Pedro Luis Echeverría

Después de la abstención de Ecuador en la histórica Asamblea de la OEA en la que se discutió la situación de Venezuela; el Presidente de Ecuador, Lenin Moreno, sorprendió a los países miembros de esa organización con una propuesta cuya intencionalidad es sumamente ambigua y por tanto abre la posibilidad para realizar, sobre su contenido, varias interpretaciones.
La propuesta en cuestión plantea la realización de una consulta popular en nuestro país, para decidir si se deben refrendar los resultados del proceso electoral del 20 de mayo, o si se convoca a nuevas elecciones en un breve plazo. Es evidente que al formularla, el presidente Moreno sabía de antemano que su propuesta tendría el decidido rechazo del régimen de Maduro y seguramente también sabía que en los predios opositores venezolanos, carentes de una estrategia política y unitaria, la propuesta tendría espacio para para que algunos iniciaran su consideración y discusión. De hecho, casi inmediatamente después que el mandatario ecuatoriano la presentase, se abrió en los sectores políticos, económicos y sociales desafectos al régimen un amplio debate sobre la conveniencia de seguir esa línea de acción política o por el contrario desecharla por inviable, dado el conocimiento que se tiene sobre las experiencias previas que evidencian la sistemática manipulación gubernamental para desconocer y falsear los resultados de las consultas populares que se han celebrado en el país, desde que el chavismo está en el poder.
En todo caso, la referida iniciativa ecuatoriana se ha convertido en una suerte de “divertimento” que favorece al régimen de Maduro, porque ha generado varios efectos inconvenientes para analizar y decidir sobre las arduas tareas que la oposición tiene ante sí y que tiene que acometer a la brevedad posible: en primer término ignora y desestima la mayoritaria voluntad del pueblo venezolano de no participar y desconocer la patraña electoral organizada por el gobierno y que se expresó en su momento, con aproximadamente un contundente 82% de abstención de los inscritos en el padrón electoral; en segundo término, introduce nuevamente la, a veces estéril, discusión sobre si la oposición debe terciar en un evento electoral sin que previamente se produzcan cambios sustantivos en las condiciones actuales establecidas por el CNE, de modo de garantizar la transparencia y pulcritud del mencionado evento electoral, lo cual, a su vez, crea dificultades para lograr construir y establecer consensualmente, en la dirección política opositora, la tan necesaria e imprescindible unidad que es la única opción que le confiere músculo político a los esfuerzos que conduzcan a la salida definitiva de Maduro y sus delincuentes secuaces del poder; en tercer término, propende a confundir la focalización y prioridades que debe tener la acción opositora para cambiar profundamente las terribles condiciones socioeconómicas en las que este régimen ha hundido al país, debido a que la propuesta Moreno suscita el análisis de un tema eminentemente electoral que podría copar la atención y el escenario político actual en detrimento de la necesaria introspección que debe hacer la oposición sobre los aspectos en los que hay que fundamentar la lucha interna contra el gobierno; en cuarto término, se puede apreciar que, por efectos de la propuesta, en estos momentos hay una suerte de abandono, silencio e inmovilidad, por parte de las organizaciones opositoras para utilizar adecuadamente la importancia política del irrefutable éxito obtenido al aprobarse la Resolución 2029 de la OEA en la que se declara ilegítimo el proceso electoral del 20M y por consiguiente al régimen madurista; finalmente, el contenido de la propuesta Moreno minimiza la importancia de la acción diplomática de la comunidad internacional al dejar entrever que sólo un referendo local sería el que confiere legitimidad a la acción de desconocimiento del régimen y al exhorto de realizar una nueva elección presidencial bajo condiciones “estándar”, como lo estableció claramente la referida Resolución, aprobada por 19 países del hemisferio.
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Algunas suspicacias se abren en torno a los reales objetivos que pretende alcanzar el Presidente Moreno con su propuesta: ¿quiere ayudar al régimen de Maduro a ganar tiempo frente a la indetenible debacle que sufre el país y contribuir a que la confusión, inercia e indiferencia se apoltronen en los predios opositores para alivio del gobierno? ¿ Será que intenta ayudar a la oposición a definir una estratégica ruta de acción política hacia el futuro inmediato que le facilite a ésta solventar las diferencias que existen en su seno, esas, que la mantienen en tensión permanente e impiden la construcción de una verdadera unidad efectiva y valedera? ¿O es acaso que con la propuesta trata de situarse como un importante actor regional en la búsqueda de soluciones al conflicto venezolano para concitar la atención pública y así tratar de mejorar, ante su país y el resto mundo, su mala imagen debido a los vaivenes y errores de su política exterior?