La inservible trampa llamada Socialismo del Siglo XXI, por Luis Ernesto Aparicio M.
Twitter: @aparicioluis
Transitaba enero del 2005, cuando Hugo Chávez hablaba de algo llamado Socialismo del Siglo XXI. Había sorteado paralizaciones, inmensas protestas y una salida abrupta de la presidencia en 2002, que pudo haber sido el punto de inflexión para que pensara en un modelo político que le permitiera construir un poder más allá de los parámetros constitucionales y legales. Algo que además le ayudara a consolidar el liderazgo evidenciado en el reclamo de su retorno por un gran número de venezolanos.
Pese a mis cálculos sobre el panorama del 2002 para Hugo Chávez, y pasado el 2005, no fue sino hasta luego de la perdida de la consulta o referéndum promovido para articular el cambio en la Constitución que le permitiría quedarse en el poder por los años de su vida, cuando en realidad apareció el primer documento referido al Socialismo del Siglo XXI. Aparece entonces el llamado Primer Plan Socialista del Siglo XXI, con unas propuestas teóricas que animaron a un sin número de pensadores en Latinoamérica y el mundo.
En ese documento, se proponían temas como la nueva ética socialista; la suprema felicidad social; un modelo productivo socialista; la democracia protagónica revolucionaria, y principalmente dos líneas de realización inmediata para las intenciones del dictador venezolano: la construcción de una Venezuela como potencia energética mundial y una nueva geopolítica internacional.
La idea ultima de la propuesta, se estuvo construyendo basada en el ingente dinero que estaba entrando a Venezuela, producto del alza del precio del petróleo. La nueva geopolítica, Chávez la construía en base a «realazos»; deudas perdonadas e hidrocarburos a bajo costo, cuando no resultaba regalado. Con esa estrategia, más allá del mero hecho ideológico, Hugo Chávez, fue ganando adeptos y seguidores en muchos países, sobre todo latinoamericanos. Presidentes como Evo Morales, Daniel Ortega y Manuel Correa, se enrolaron de inmediato en el discurso promovido por el dirigente venezolano y lograron conquistar el poder en sus respectivos países. A ellos les siguió, sin mucho éxito Manuel Zelaya. Mientras que desde la orilla les observaban Luiz Inácio Lula Da Silva y Néstor Kirchner.
Se podría decir que la América Latina toda, estaba enrumbándose hacía una tendencia política diferente. Había la sensación de que lo que quedaba a la medida era el nuevo sistema que se comenzaba a extender desde Venezuela. Pensadores como el filósofo mexicano-alemán Heinz Dietrich Stefan, se engancha en la novedosa propuesta, llegando a pensar que era la alternativa para que las naciones sumergidas en el subdesarrollo comenzarán a reflotar y resolvieran el problema más crítico en la región: la desigualdad.
Sin embargo, poco duró la ilusión impuesta, insisto a dinero limpio, por Hugo Chávez. Bastaba con comenzar a revisar los resultados que se derivaban de las expropiaciones y otras políticas que estaba tomando el autócrata para tener claro que el espejismo del Socialismo del Siglo XXI, no pasaba de ser un lugar común y una propuesta que contenía más problemas y desigualdades que soluciones, y así lograr el impulso del crecimiento de los países y sus ciudadanos. En pocas palabras, los eslabones que concatenaban todo lo relacionado con el excesivo autoritarismo junto al delirio del poder eterno, era lo más evidente de esa falsa promesa.
Valga la insistencia, el Socialismo del Siglo XXI, más allá de ser la alternativa o palanca para la resolución del grave problema de la pobreza en Latinoamérica, con el explicito ejemplo de Venezuela, estaba horadando el camino a su desaparición como opción. La debacle venezolana, dejaba claro que el sueño y la nueva filosofía política, se derrumbaba en manos de sus promotores principales. Las expropiaciones, la vuelta a las nacionalizaciones y la participación del Estado venezolano en actividades que van desde la producción de alimentos, hasta el manejo de hoteles, era una muestra sobre la diferencia de la teoría versus la práctica. Venezuela estaba comenzando su etapa de empobrecimiento duro y llano.
Visto lo que ocurría, muchos países decidieron abrirse hacia otras alternativas diferentes a las propuestas por los Chávez, Correas y Morales. Incluso se fueron alejando de esa línea para evitar una caída política más dura, que les dificultara la supervivencia en el espectro político. Solo los que tuvieron una segunda oportunidad se quedaron con el control absoluto; eso sí, dejando atrás esa idea tan parecida al Socialismo del Siglo XXI.
La opción de esta propuesta política es hoy considerada un lastre que hay que soltar a la mayor brevedad posible, incluso hasta para los vástagos de Hugo Chávez en Venezuela. Hoy en día, Maduro y sus secuaces se colocan un pañuelo en la nariz para mencionar algo del socialismo o de la izquierda. Antes bien, han preferido ir abriendo los espacios a un capitalismo feroz, conveniente y desordenado, para ir creando la sensación de mejoría.
Se han abierto a las opciones que ofrece ese sistema, a troche y moche, pero lo hacen, para intentar permanecer en el poder bajo la ilusión de que todo está encaminado para la recuperación total del país. Cosa que ha enfrentado a muchos venezolanos, dentro y fuera de ella, sumando mucho más a Maduro para el 2024 y puede que más allá.
Con esta breve radiografía pues, es simple deducir que el Socialismo del Siglo XXI ha resultado papeles archivados y un libro que quizás le produjo dividendos, o continúa, a Dietrich. Desde ninguna opción de izquierda o de aquellas que se ocultan detrás de esa cortina, se hacen capaz de mencionar algo cercano a esa propuesta. Sencillamente porque esa trampa quedó al descubierto y es difícil que otros caigan en ella.
Más allá de lo que en la opinión de muchos venezolanos que le ven llegar a otros países, como si la experiencia del país no bastara para que nadie opte por ese camino, como Colombia, Chile y otros, que pese a todo y la encrucijada en la que se encuentran, muestran estadísticas más favorables que Venezuela. Incluso aquellos que mantienen gobiernos solidarios con el actual régimen venezolano, la opción (supuesta Socialista) que otros ofrecen se encuentra en una frecuencia totalmente diferente. Pero de eso hablaremos en otro momento, con estadísticas a la vista. Por lo pronto, la trampa ha quedado desmantelada.
Luis Ernesto Aparicio M. es Periodista Ex-Jefe de Prensa de la MUD
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