La larga ruta del voto universal en América Latina, por Marino J. González R.
La aprobación del voto universal es probablemente uno de los hitos más significativos en la historia de los países. El voto universal es una expresión del reconocimiento de la igualdad de derechos políticos, esto es, que todos los ciudadanos pueden elegir y a su vez ser elegidos, a menos que exista algún impedimento legal.
La aprobación del voto universal corresponde al punto final de una secuencia. El voto estuvo restringido durante mucho tiempo a los hombres que supieran leer y escribir, por ejemplo, o a aquellos hombres que tuvieran medios económicos. En el sitio web del proyecto «Variedades de Democracia», conocido también por sus siglas V-Dem, están disponibles los datos sobre la evolución del voto universal a escala global a partir del año 1900.
En el sitio web de V-Dem se puede encontrar la evolución de la proporción de la población adulta en cada país con derecho al sufragio. El sufragio universal se alcanza el año en el cual este porcentaje es 100%, equivalente a 1 en la escala utilizada en el sitio web señalado. El primer país que aprobó el sufragio universal fue Nueva Zelanda en 1893. En el Reino Unido y Alemania se aprobó en 1919, en España en 1932, en Francia en 1945, solo por citar algunos casos.
En América Latina, el voto universal se aprobó progresivamente en todos los 20 países en un período de 55 años (desde 1933 hasta 1988). En el gráfico se observa que los primeros cinco países que aprobaron el voto universal fueron: Uruguay (1933), Cuba (1936), El Salvador (1940), República Dominicana (1943), y Venezuela (1947).
Los últimos países de la región en aprobar el sufragio universal fueron: Ecuador (1979), Perú (1981), y Brasil (1988). Entre 1948 y 1962 el sufragio universal fue aprobado en la mitad de los países de América Latina.
Que la adopción del sufragio universal se haya prolongado por más de medio siglo es indicativo de las posiciones diferentes de los múltiples políticos y sociales en cada uno de los países. Lograr que esta práctica se incorporara requería el convencimiento de actores nacionales, y la consideración de tendencias globales y regionales. Valorar la experiencia de otros países ha debido ser también un factor clave para la decisión.
También es muy posible que el proceso de acuerdo para la decisión de aprobar el sufragio universal marcara la forma de implementarla, así como las consecuencias en el desarrollo de la democracia en cada país. Son muy diferentes los efectos cuando la decisión es asumida dentro de una amplia discusión nacional, por ejemplo, en la elaboración de una constitución, que cuando es adoptada en el contexto de enfrentamientos políticos. La apropiación de los actores de esa decisión varía en cada caso.
*Lea también: El voto no baila solo, por Luis Ernesto Aparicio M.
Y estos efectos se extienden más allá del sufragio universal, probablemente afectan la misma esencia de la evolución de la democracia en cada país. La sostenibilidad de la democracia en algunos de los países de la región en la actualidad puede estar relacionada con la forma en que decidieron sobre el voto universal.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo