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La letra gótica de Tante Fini, por Aglaya Kinzbruner



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Opinión TalCual | septiembre 12, 2022

Twitter: @kinzbruner


Como muchos saben, no todos los cuentos para niños comenzaron por ser tales. Algunas veces eran cuentos folclóricos para adultos que se simplificaron con el tiempo. Así nació el primer libro de recopilación de este tipo de cuentos. Su autor fue Giambattista Basile (1566 – 1632), escritor napolitano y gran poeta. Recopiló cuentos maravillosos de la tradición oral como la Cenicienta, El gato con botas, etc. bajo el seudónimo de Gian Alesio Abbattutis. Fue publicado postmorten por su hermana Adriana Basile. Se llamó Lo Cunto de li Cunti, en el más puro dialecto napolitano barroco.

Unos dos siglos más tarde, los hermanos Grimm, sobre todo Jacob y Wilhelm que querían publicar cuentos folclóricos, enviaron a todas partes de Europa investigadores para obtener textos interesantes. Uno de ellos fue a Nápoles, que era entonces una ciudad muy importante, siendo la capital del Reino de las dos Sicilias. Encontró el libro de Basile, lo llevó de vuelta a Alemania y allí fue traducido. Como dice el dicho traduttore/traditore. De una trama de adultos con un lenguaje florido hasta lírico y sensual, por alguna razón los cincuenta cuentos del libro fueron reducidos en tamaño, belleza y valor literario.

*Lea: El informe, por Aglaya Kinzbruner

Este valor literario les fue restituido por el historiador, filósofo, también napolitano, gran hispanista, Benedetto Croce, quién lo tradujo del dialecto napolitano al italiano y publicó en el 1925 bajo el nombre, El cuento de los cuentos. El libro es muy divertido, imposible no reírse. En el libro se citan por primera vez ogros y ogras haciendo las cosas más increíbles, llenas de vida y alegría.

No es este el único caso en que unos cuentos para adultos son convertidos en cuentos para niños. Está el caso de Las mil y una noches. Sin embargo, esta conversión fue lenta y al libre albedrío de los editores. Y sucede que los niños no son tontos y pueden recabar un gran deleite leyendo libros de adultos. Cuando no era más que una pulguita y siempre buscaba en la biblioteca de la casa un libro con qué entretenerme, cayó en mis manos –hasta donde pueda recordar- una edición (limitada) de Las mil y una noches, tres inmensos volúmenes traducidos al alemán de la traducción del árabe al francés de Antoine Galland, con ilustraciones de Gustave Doré, cada ilustración protegida por papel de seda. Pero, ¡ay de mí! el texto estaba escrito en letra gótica. ¡Tante Fini – empecé a gritar – Tante Fini!

Tante Fini era mi institutriz. Educada en una familia de clase media hebrea de Viena, mujer de muchos talentos, hasta buena pianista era, empezó a temer por su vida después del Anschluss, cuando Alemania se anexó a Austria. Había oído cuentos horribles de cómo se habían llevado correligionarios para campos de concentración y algunos incluso habían muerto en tránsito. Habló con amigos y conocidos sobre qué hacer en el futuro inmediato y le aconsejaron que fuese a Roma. Las nuevas leyes raciales habían caído muy mal en la sociedad italiana, la alianza entre alemanes e italianos era agua y aceite, quizás más bien puro vinagre y aunque no había celulares, verba volant, seguramente encontraría trabajo como institutriz en aquella inmensa ciudad.

Así, por un anuncio en el periódico, llegó Tante Fini a mi casa. Almorzaba con la familia. Yo tenía órdenes estrictas de llamarla así, Tante Fini, y nunca supe su verdadero nombre y apellido. Y por la tarde eran las clases. Me enseñó muchas cosas y el alfabeto gótico por supuesto y, por fin, pude disfrutar de los cuentos de Las mil y una noches. Mi preferido siempre fue Alí Babá y los 40 ladrones. Sin embargo si tuviese que tomar en cuenta los intereses de niños modernos lo adaptaría en clave informática. Alí Babá sería un hacker muy importante, Ábrete Sésamo, la contraseña y la caverna, la bóveda donde se encontraban riquezas sin fin. Alí Babá se quedaría con todo dándole al pueblo lo suficiente para vivir bien.

A su vez, los cuarenta ladrones fundarían un partido político para alistarse para las próximas elecciones.

Aglaya Kinzbruner es Narradora y cronista venezolana.

TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo

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Aglaya KinzbrunerGiambattista BasileLas mil y una noches


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