La mala gestión pública y la corrupción política, por Lidis Méndez
Twitter: @lidismendez369
Si el gobierno acepta la corrupción política existente en el país, no puede hacerse de la vista gorda respecto a la mala gestión pública que la engendra. El mal uso de los ingresos petroleros por parte del Ejecutivo nacional es la causa principal de la inflación, la corrupción y la desigualdad social que afrontamos en el país.
A finales de la década de 1990, Hugo Chávez fue elegido presidente con una plataforma de reformas populistas, prometiendo abordar estos retos y transformar a Venezuela en una sociedad más equitativa y próspera. Aunque la mala gestión del gobierno de Nicolás Maduro es responsable de la crisis actual, el gobierno de Chávez también contribuyó a la mala gestión de las instituciones y al mal uso de los recursos públicos.
Las causas de la mala gestión pública en Venezuela durante el siglo XXI son numerosas y complejas, pero la corrupción ha sido un problema persistente durante los seis últimos períodos presidenciales en manos de funcionarios del gobierno y personajes políticos tanto del gobierno como de la oposición que, a menudo y sin timidez, utilizan los recursos e influencia pública en beneficio propio.
La politización de las instituciones públicas bajo el gobierno de Chávez es el germen de la crisis actual, ya que muchas instituciones públicas, incluidos el Poder Judicial y el Poder Electoral, se politizaron, provocando la falta de independencia e imparcialidad que sirven de freno a la corrupción.
La mala gestión de los fondos públicos para financiar programas sociales y proyectos de infraestructuras insostenibles, inadecuados e irrealizables (como la descontaminación del río Guaire, los parques eólicos y el tren chino, por citar pocos ejemplos), son directamente responsabilidad del Ejecutivo nacional y la Contraloría General de la República. Si es necesario señalar una causa, sin lugar a dudas la rendición de cuentas auditables y la falta de transparencia, son causa de corrupción.
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Las consecuencias de la mala gestión pública son graves y de gran alcance. La economía venezolana se encuentra en un estado de colapso desde 2014, con hiperinflación, escasez de bienes y servicios básicos, así como una disminución de la productividad económica. Esta crisis ha provocado un malestar social sostenido en el tiempo. La crisis social está marcada por un éxodo masivo de personas que han abandonando el país en los dos últimos mandatos presidenciales.
También, durante este mismo período se ha provocado una crisis humanitaria con escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos, así como falta de acceso digno a la atención sanitaria. La mala gestión de las instituciones y los recursos públicos usados para propiciar ventajismo, igualmente son causa de inestabilidad política y de veto a partidos políticos independientes en la participación de procesos electorales.
Abordar la mala gestión pública en Venezuela requiere un enfoque integral que considere las causas subyacentes del problema, aunque el gobierno implemente fuertes medidas anticorrupción, también se debe considerar la responsabilidad del Ejecutivo nacional
Sin la adecuada profesionalización de las instituciones públicas no se puede garantizar su independencia e imparcialidad. Desde que la meritocracia y el concurso público desaparecieron como vías para postularse a los cargos de interés nacional, la decadencia de la institucionalidad es reflejo de la decadencia económica.
Otros aspecto importante de la mala gestión pública de los últimos mandatos es el uso inadecuado del Seniat, que está incapacitado para garantizar la responsabilidad fiscal en el uso de los fondos públicos.
En materia de diálogo y cooperación al interior del país también predomina la mala gestión pública; es una falla estructural del gobierno por su corte autoritarista. Durante los últimos años ha sido incapaz de capitalizar avances en materia de diálogo y cooperación con los partidos de la oposición, las organizaciones de la sociedad civil y los actores internacionales; la mala gestión pública de los últimos períodos ha sido incapaz de promover la reconciliación nacional y la estabilidad.
Finalmente, es oportuno resaltar que la mala gestión pública es la cara existente detrás de la corrupción: si el gobierno señala con un dedo a los funcionarios corruptos, tres más lo señalan a él. En tal sentido, las recientes medidas anticorrupción no serán suficientes ni efectivas mientras los principales actores políticos no cambien. La mala gestión pública y la corrupción política de la última década obliga a los ciudadanos venezolanos a pensar por fuera de la caja del madurismo y fuera de la caja de los partidos tradicionales de oposición, si queremos reconstruir la economía, la sociedad, la estabilidad y la democracia del país.
Lidis Méndez es politóloga. Secretaria de Organización en Unidad Visión Venezuela.
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