La mamá de todas las chapuzas, por Gregorio Salazar
Como mínimo desde del 24 de marzo el régimen estaba en conocimiento de las actividades en Río Hacha, Colombia, de un grupo de ex militares que preparaban un ataque armado en Venezuela. Maduro lanza un primer aviso el 25 y al día siguiente se produce la rueda de prensa donde Jorge Rodríguez señala a Alcalá Cordones, Juan José Rendón y a Juan Guaidó, entre otros, como los responsables de la operación y se explaya en lujos de detalles: fotos de los involucrados, los tres campamentos, la ubicación, los entrenadores norteamericanos, etc…
Al día siguiente el gobierno de Trump le pone precio a la cabeza, entre otros, de Maduro y de Alcalá Cordones, quien ese mismo día después de declarar a una emisora colombiana y dar una versión de los planes anuncia su entrega para ponerse a las órdenes de la justicia norteamericana que lo acusa de narcotráfico. Alcalá confirma buena parte de lo dicho por el régimen el día anterior y es él quien habla por primera vez de un documento donde Guaidó contrataba la operación con la empresa de seguridad Silvercorp.
Para el más desavisado de los observadores, para el más desprevenido de los televidentes resultaba indudable que la operación estaba no solamente al descubierto, sino que los niveles de infiltración eran medulares. Por días los principales voceros del régimen se regodearon de su labor de inteligencia y en su Escudo Bolivariano.
Pero al mismo tiempo no podían hacer mejor favor, en preservación de su integridad física, al grupo de ex patriados involucrados en una operación relámpago tan ambiciosa que iba dirigida contra las propias cabezas del poder. Como si fuera poco, el 24 de abril el régimen bloqueó la autopista Caracas-La Guaira con contenedores y además dictó la obligación de portar salvoconductos para su tránsito. Visto en retrospectiva fue una clara escaramuza defensiva si se toma en cuenta que el desembarco sería en el litoral central.
Sin embargo, lo que no podía ocurrir ocurrió. Como si los expedicionarios estuvieran aislados del mundo, como si ninguno de aquellos con quienes habían planeado su incursión, incluso aunque luego la hubieran desaprobado, fueran capaces de advertirles que se estaban dirigiendo a la boca del lobo, al más rotundo fracaso, que ahora envuelve, con razón o sin ella, a todo aquel que el régimen pueda señalar a sus anchas.
Un desastre mayúsculo, un chapuza suicida que traerá más de un daño colateral en el campo político cuando estamos a menos de 8 meses del final del período quinquenal de la AN.
La existencia del contrato anunciado por Alcalá Cordones fue reconocida por Juan José Rendón, quien dijo haberlo firmado, lo que a su vez confirmaba las acusaciones que desde marzo había hecho el régimen en su contra. Reveló a CNN y a un diario norteamericano que la trama se inició en su residencia de Miami el 8 de noviembre. Que pagó 50 mil dólares de su propio peculio. ¿Puede un funcionario del gobierno interino financiar ese tipo de operaciones? ¿Y aprobado por quién o quiénes? Las preguntas se pueden prolongar exponencialmente y mucho nos tememos que se quedarían sin respuestas.
Es verdaderamente preocupante que durante estos meses la agenda de la salida por la fuerza estuviera corriendo en paralelo con la electoral que se debatía en la AN presidida por Guaidó. ¿Aceptará la dictadura a Guaidó como interlocutor en cualquier proceso de acercamientos mínimos para el proceso electoral legislativo que fija la constitución? ¿Qué pasará cuando el 5 de enero, visto que por la vía que vamos no habrá elecciones en 2020, concluya el período legislativo?
Hay voces que insisten en presentar todo como un montaje de este régimen inhumano y liberticida. ¿Es imaginable que un integrante de la martirizada familia del general Baduel se prestara miserablemente para que la dictadura se colocara esas preseas?
Venezuela está en la banca rota total: política, económica y social y sin reglas de juego. La constitución es letra muerta y aquella con la que pretenden sustituirla es un engendro que la revolución lleva en el vientre y con la que amenaza seguir estrangulado el régimen democrático.
Pero no controlan la crisis que los arrastra en caída libre. Se necesita un titánico esfuerzo de unidad, entereza y participación popular para romper estas cadenas. Sin los partidos políticos no se podrá.