La marcha, por Teodoro Petkoff

Como suele suceder antes de cada evento político importante, el aire se llena de rumores y la atmósfera se carga de tensión. Incluso en condiciones normales siempre hay alguna presión sobre el plexo solar. Con mayor razón ahora, frente a la marcha anunciada para el próximo jueves. Porque no estamos viviendo una situación de normalidad. Todo lo contrario. Como se dice en la jerga del beisbol, hay ambiente de toque. El tema del golpe militar se ha banalizado. Hay soldados en las calles y el ministro del Interior habla de allanamientos. El MVR prepara algunas actividades de calle para el mismo día. Se deja deslizar la bola de que la marcha sería ilegal o inconstitucional.
Pues bien, no hay nada que temer. La marcha es perfectamente constitucional porque las garantías no están suspendidas ni existe estado de excepción, de modo que el derecho de manifestar pacíficamente no está restringido. La marcha es legal, porque las autoridades municipales, que son las encargadas de autorizar ese tipo de actos, una vez recibida la participación de que van a tener lugar, han expedido el correspondiente permiso. Adicionalmente, la ruta de la marcha no pasa por las arbitrarias y de facto derogadas «zonas de seguridad» que decretó el gobierno, de manera que tampoco el Ministerio de la Defensa tiene nada que ver con ella.
El éxito político de la marcha reside en que sea masiva y en que sea combativa pero pacífica. Garantizar estas dos condiciones debe ser preocupación fundamental para la Coordinadora Democrática, quien convoca la caminata y el acto de la avenida Bolívar. Evitar provocaciones que procuren desnaturalizar sus propósitos, que traten de desviarla de la ruta establecida, es jugar para el equipo contrario.
El acto debe ser una demostración de fuerza, no un episodio de caos. Una demostración de fuerza vinculada a la idea democrática que preside la convocatoria: adelanto de elecciones. La Coordinadora Democrática ha colocado bajo la admonición de esta consigna la realización del evento. No se trata, pues, de una protesta genérica sino de reforzar la idea de una salida democrática a la crisis que nos abruma. Con esto la Coordinadora toma una clara opción, que la deslinda de agendas golpistas, aunque en su seno haya todavía quien sueña con esos absurdos. Por eso, espera aprovechar la concentración para recoger firmas en pro de la enmienda constitucional que permita el adelanto de las elecciones. Así mismo, el punto final será la firma de la Declaración que el Grupo Tripartito (OEA, PNUD y Centro Carter) preparó, con la aspiración de que ella sea suscrita tanto por los sectores de oposición como por el gobierno. Esto ha sido motivo de duros debates en el seno de la instancia opositora, y al final prevaleció la decisión de firmarla. Hoy, sin embargo, aunque AD y Copei anuncian que se abstendrán de hacerlo, rompiendo así el compromiso alcanzado, no deben afectarlo mayormente porque se trata de posturas minoritarias, contrarias al espíritu dominante de subrayar la voluntad democrática del organismo que reúne a la oposición organizada.