La memoria y el olvido, por Américo Martín
No creo haber vivido una situación política tan compleja y difícil como la que experimentamos hoy y quizá por eso el pronóstico es tan impreciso. Lo que pediría es templar el ánimo, no perder la calma, pensar que se trata de encontrar un escape incruento a la tragedia que padecemos, ya cercana al último acto en medio de graves peligros.
Y sobre todo: que la indispensable pasión sea gobernada por la fría razón, y no al revés. El mejor liderazgo es binario: piensa y actúa, enlaza corazón y cerebro
Se juegan el destino del país y el cambio de poder. Hay demasiados elementos para sustentar la urgencia del viraje democrático y de la derrota de la deriva totalitaria. Todo parece inaplazable porque el hambre y el despojo no admiten prórrogas. También luce imperativa la justicia siempre que no se confunda con la venganza, falaz forma de justicia. La impunidad es peligrosa; más lo es desatar persecuciones en busca de presos de conciencia.
El 5 de enero la Asamblea Nacional se renovará pacífica y lealmente, conforme al pacto de rotación interanual que llevará al diputado Juan Guaidó de Voluntad Popular, a la presidencia de la AN. Pero hasta ahora los altos voceros del régimen no dan muestra de entender el sentido de la cuestión ni lo que pueda ocurrir si todo se cumple como está escrito. Se daría, sin duda, el gran paso de restablecer la normalidad constitucional en sana paz. Desde luego, aunque no haya imposibles en política, en las perniciosas condiciones actuales semejante eventualidad no pasa de ser una quimera.
*Lea también: Apelar a la comunidad internacional es la jugada de la AN para una transición
El desenlace que en realidad deba producirse dependerá de las fuerzas relativas de las dos aceras en conflicto. No hablo del clásico contaje de cañones, operación que ganaría de calle el madurismo, sino de los apoyos políticos, morales, las deserciones y castigos que sufriría la contumacia oficialista si no cambia de rumbo. El tiempo, digamos adicionalmente, va contra el poder porque el modelo que aplica es cada vez más insostenible y oneroso.
La pregunta obvia es: ¿qué pasará si Maduro desestima el peso de la opinión internacional, considera menor la resistencia interna y decide aferrarse sin más al poder? ¿Se escalarán las sanciones hasta que el hombre diga ¡Tío!? ¿Se dividirá sensiblemente el mando? Invasiones, implosiones, de todo se habla, por lo general con ligereza, aunque no sin base.
Las opciones del gobierno son dos: negociar en serio y con agenda supervisada, o enfrentarse a realidades nacionales e internacionales que lo desbordan.
Podría pensarse, si las pugnas internas no se atraviesan, que debería salir mejor al abrigo de la Constitución que alzándose a lo macho contra ella y contra el mundo. Al fin y al cabo una derrota electoral nunca será más onerosa que una rebelión desesperada
Comentando la pasividad popular antes de la Primavera de Praga, Vaclav Havel, gran líder checo de la carta de los 77, dijo:
- no se necesitaba creer las mentiras del poder, bastaba con hacer como si se creyera. Vivíamos en la mentira institucionalizada.
Para imponerse, la mentira totalitaria destruye la memoria, razón por la cual la lucha democrática tiende a enyugarse con la de la memoria contra el olvido.