La muerte en camino: cuatro años sin trasplantes en Venezuela, por Beltrán Vallejo

Mail: [email protected]
Todavía se recuerda que, el año pasado, Nicolás Maduro dijo que le parecía buena idea comprarle misiles a Irán. Esta expresión es bien miserable al considerarse que, casi un año después, 92 ONG venezolanas, casi de rodillas, pidieron a finales del mes de mayo la reactivación del programa de trasplantes en Venezuela. Ya van para cuatro años que no se le salva la vida ni se le da calidad de vida a cientos de venezolanos que necesitan un trasplante de riñón o de otros órganos y el argumento «oficial» para esa parálisis es que no hay cómo garantizar el suministro de inmunosupresores.
¿Se dan cuenta de que el calificativo de miserable es muy acertado?
Desde el año 2017 data esa parálisis de trasplantes con la notificación que hizo la Fundación Venezolana de Donaciones y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (Fundavene). ¿Y qué es lo que alega el régimen? La respuesta es que la paralización la está generando las sanciones y el bendito bloqueo. Entonces, ¿cómo el personajete de Miraflores, el año pasado, hizo carantoñas de querer comprarles misiles a los iraníes y no puede comprar inmunosupresores? Esta interrogante da indignación e impotencia.
Ahora bien, información fidedigna apunta al hecho de que los problemas de pago de estos tratamientos vienen desde el año 2014, y lo de las sanciones asomaron «tibiamente» desde ese 2017 y con agudeza en el 2019, pero vuelvo con la pregunta: ¿por qué afectan las sanciones la compra de medicinas y no afectan la compra de armas? Yo quisiera que uno de esos chavomaduristas repiteconsignas que andan por ahí me responda.
Nicolás Maduro está obligado a reactivar el programa de trasplantes en este país y, más todavía, cuando ha dado demostración pública de que está en capacidad de comprar armamentos y de que vengan al país esos «juguetes». Este régimen de Maduro aplicó un torniquete desde el año 2015 que redujo el suministro de divisas para las importaciones en salud, lo que generó una enorme deuda con proveedores internacionales y el cierre de los créditos.
No nos entra inmunosupresores porque Maduro es un maula internacional y estamos endeudados en todas partes porque la plata para esas compras se la llevó la corrupción, se la llevó María Eugenia Sadel, se la llevó Carlos Rotondaro —que hizo fortuna negociando con esos medicamentos—, se la llevó Jesús Mantilla y toda una parranda de delincuentes que pagaron hasta tres veces la reparación de hospitales e hicieron negocios con la salud del pueblo venezolano. Y el jefe de la parranda dijo que puede comprar misiles.
*Lea también: El proyecto de IV convención colectiva universitaria, por Gioconda Cunto de San Blas
Exigimos el cese del gasto armamentísticos de Maduro que solo ha beneficiado a unos cuantos en Venezuela y en el exterior.
Ya está bueno esa habladera de pistoladas de que va a comprar misiles y demás picardías de la guerra imaginaria de Maduro y que no le ha servido para nada en lo que respecta al Coqui, en la Cota 905, y en lo que concierne al Picure, amo y señor del tramo Costilla de Vaca, en la troncal entre Sucre y Monagas. Esa es la verdadera guerra social donde está sumida una Venezuela plagada de feudos con reinos delincuenciales. Ni vacunas para el coronavirus ni tratamientos para los trasplantados ni atención para el retorno de la lechina ni pastillas para el paludismo, ni nada de lo que es fundamental para la salud del venezolano forma parte del discurso de un personaje tan irresponsable como lo es Nicolás Maduro.
Los trasplantados no quieren morir de mengua.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo