La multiplicación de los chats, por Tulio Ramírez
Los pasajes bíblicos que aluden a la multiplicación del vino, los panes y el pescado, son de los más recurridos cuando la situación aprieta y no hay como multiplicarlos por uno mismo porque ya nadie presta el dinero para ello. “Dios proveerá” es la expresión usada en esos casos de extrema peladera.
Afortunadamente, y la Historia ha sido testigo, no todos se acostumbraron a esa manguanga. Por el contrario, los emprendedores se han logrado la multiplicación de las cosas que se necesitan para no montarle esa tarea a la entidad divina. Este tema tan interesante lo trataremos otro día. Hoy me voy a referir a un tipo diferente de multiplicación. Una más acorde con los nuevos tiempos, la multiplicación de los Chats.
Comenzaremos afirmando que la variedad de redes sociales han transformado todo. Lo primero fue al periodismo. Ahora podemos ser reporteros, pero sin colegiación, ni código de ética y sin un consejo de redacción que controle la calidad de lo que emitimos. También se transformó el chismorreo. Ahora, a la Teoría del Rumor hay que agregarle la velocidad de expansión en términos de megabytes por segundo.
Este fenómeno comunicacional y sociológico ha pasado por etapas y seguirá evolucionando hacia nuevas formas de convivencia social. Es impresionante cómo, en una comunidad de tan solo 50 familias, todos se enteren sobre los más íntimos secretos del vecindario en tiempo real, sin necesidad de reuniones en la peluquería, en el supermercado o en la sala de espera del veterinario.
Por la magia de la tecnología nos enteramos sobre cuál de los técnicos que reparan los ascensores fue el caimán que se bañó en el río con la esposa del buena gente del 4-B, nos sorprendemos al saber que el padre del hijo de la mosquita muerta del 8-C es el ciclista del 6-A. Con solo conectarnos nos enteramos de los motivos que hicieron que el señor que vende los quesos del 14-D, se fuera de la casa y dejara a su mujer viendo un chispero, Todo esto en tiempos en que, por la pandemia, nadie observa las acostumbradas tertulias vespertinas en los jardines del edificio.
Esta dinámica es parecida en todas las urbanizaciones. Primero se crea un Chat para notificar asuntos de interés vecinal. El nombre más utilizado es el “Chat de los Vecinos”. A la semana alguien comienza a hablar mal del gobierno e inmediatamente algún aludido reclama el uso incorrecto del chat. Ante la diatriba se crea otro grupo bajo el nombre, “Para Asuntos Vecinales, el original”. Va el segundo.
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No pasan dos días cuando en este nuevo grupo aparecen anuncios de venta de hallaquitas de maíz, jaleas de mango, dólares, bujías para avionetas y medias de segunda mano para hombres. Termina convirtiéndose en una réplica de Mercadolibre.com. Por supuesto, no se hacen esperar los reclamos y se crea un tercer grupo para tratar estrictamente asuntos de la comunidad llamado “Asuntos de la Comunidad, más nada”. Va el tercero.
No pasan 15 días y un jodedor que nunca falta, envía unos videos y unos chistecitos subidos de tono. Luego, otros hacen lo suyo. La Junta de Condominio se indigna y crea un cuarto chat denominado “Solo para Vecinos Serios”. La cosa dura muy bien las dos primeros días hasta que comienzan a llegar mensajes sobre supuestas emergencias que resultan falsas alarmas. Se decide crear un nuevo grupo llamado “Solo para Emergencias”, conectado con la Policía para parar en seco la guachafita.
Así, en cuestión de menos de un mes se crean 5 grupos para chatear. Cada uno atiende un target distinto, aunque los vecinos participan en todos. Si esta práctica se reproduce en otras urbanizaciones, tendremos la versión tecnológica del milagro de la multiplicación de los panes, pero en versión 4G para Android y Smartphone.
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