La noticia que no llega, por Gregorio Salazar
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Los viejos reporteros de sucesos sabían, por comprobación reiterada, que cuando el primer día de una semana era «rayoso», que es decir colmado de acontecimientos sobrevenidos y de marca mayor, el resto de la semana se deslizaría por la misma pendiente. Las noticias impactarían como descargas eléctricas del cielo y vendrían varios días de incesante trabajo reporteril en los que la fuente no daría tregua hasta que los astros recuperaran su equilibrio.
Lejos estamos, al hacer esa referencia cósmica, de querer dirigir una mirada, ni siquiera un reojo acusatorio al eclipse solar del pasado lunes 8 de abril, pero sí cabe recordar que con esa cópula sideral a la sombra, seguido por millones de espectadores en todo el mundo, se inició esta semana con hechos relevantes en distintos ámbitos, algunos de los cuales continúan en pleno desarrollo.
Noticias fueron aquí los definitivos eclipses revolucionarios de dos personajes que, bajo la mano protectora de Chávez, estuvieron en la cima del proceso. El general retirado Clíver Alcalá Cordones, de recordada arenga socialista como jefe de un desfile militar y ejecutor de otras altas responsabilidades operacionales, fue condenado a 21 años de cárcel por la justicia norteamericana. Y aquí, después de un año de exigencias de la opinión pública sobre el paradero del ex presidente de Pdvsa, Tareck El Aissami, este fue presentado con otros dos cómplices –Samark López y Simón Zerpa—de sus mil millonarias operaciones de robo descarado al patrimonio público. ¿Las primeras? La duda es razonable.
Habría un punto común, una línea convergente entre Alcalá y El Aissami, que en el caso del segundo no aparece mencionado por los operadores políticos de la fiscalía criolla, y es el de sus presuntos vínculos con el narcotráfico. A estos dos astros apagados, hoy despojados del siempre efímero brillo del poder, se les acusa de haber girado por varios años en la órbita del llamado Cartel de Los Soles, cuyo eclipse tiene por ahora fecha incierta, pero algún día no muy lejano llegará.
Y llegará aún cuando en el presente el canciller venezolano se pronuncie por reducir a tan singular elenco verde oliva, sobre el que han llovido tantas y tan graves denuncias, a una mera ficción. Como ficción es, según el mismo personero, nada menos que el Tren de Aragua, megabanda trasnacional made in Venezuela, de prontuario ampliamente documentado en la prensa y en libros venezolanos, que hoy azota a varias ciudades del continente americano.
El Tren de Aragua, que al igual que otros actores públicos no necesita de conjunciones astrales para generar noticias estremecedoras, agregó a su locomotora lo que hoy resulta uno de sus más siniestros vagones. Y la noticia llegó de Chile por boca del Fiscal General de ese país: ha denunciado que el crimen del teniente Ronald Ojeda, fue perpetrado por el tristemente célebre tren aragüeño por un encargo presuntamente político desde Venezuela. ¿Será posible que un gobierno de estos tiempos sea capaz de emparentarse con las tropelías caribeñas de Chapita Trujillo, aquel que secuestró y ultimó al profesor Jesús de Galíndez del propio territorio norteamericano, como a otros? Sería espantoso.
El propio presidente chileno ya había salido al paso a las afirmaciones del canciller venezolano sobre el Tren de Aragua, calificándolas de «irresponsables», retiró a su embajador y en lo que respecta al asesinato del teniente Ojeda está solicitando la ubicación en Venezuela de dos de los autores del homicidio. La secuela dará noticias internacionales por varios días.
Noticias de alto relieve fueron también la visita del presidente Petro a Miraflores, en una nueva pasada de mano al régimen después de espetarle sus críticas a las inhabilitaciones electorales y al bloqueo que significa para el libre ejercicio del voto para la población venezolana. Qué propondrá finalmente es un enigma.
De gran trascendencia también el pronunciamiento del Caricom, señalando al gobierno venezolano –¡también ustedes, otrora atiborrados de crudo!– de crear tensiones sobre el diferendo territorial con Guyana, caso para el que la vicepresidenta Rodríguez acudió a la Corte Internacional de Justicia, no obstante no ser reconocida esa instancia por Venezuela.
Corrieron otras noticias, como la nueva reunión entre negociadores de Venezuela y los Estados Unidos, que ha recordado que en abril se vence el lapso para dar cabal cumplimiento a los acuerdos de Barbados, especialmente en el orden de las libertades electorales. Otra gran expectativa abierta.
Hasta en el campo deportivo fue tremenda esta semana, con la infausta noticia, lo que se diría el propio «ray», de la lesión de nuestra Yulimar Rojas, medalla de oro segura en las próximas olimpíadas y hoy fuera de la pista. Nuestra solidaridad con ella.
No es nada halagüeño el panorama internacional para la elite que gobierna Venezuela, pero sin embargo siguen su estrategia perfeccionando el ventajista e inconcebible embudo electoral por el cual quisieran hacer entrar al país. No les será fácil. La que no llegó fue la noticia más esperada por la mayoría de la población: una decisión unitaria alrededor del candidato que derrotará a Nicolás Maduro en las elecciones del 28 de julio. Días de espera, días de desazón. El tiempo se agota.
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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