La nueva función del circo y sus payasos, por Reinaldo J. Aguilera R.
Twitter: @raguilera68 | @AnalisisPE
Definitivamente y siempre, según mi humilde opinión, cuando se ve por primera vez un espectáculo de circo, toda persona, sea niño o mayor, queda marcada para siempre. El ver lo que sucede bajo la carpa es algo deslumbrante, único e inolvidable: animales, luces, payasos y magia, simplemente deslumbran y crean un recuerdo inolvidable.
Sin embargo, algo que es cierto también es que hoy en día el circo ha cambiado, existen aún algunos tradicionales muy buenos que siguen brindando alegría a quienes los visitan, por ejemplo, el mundialmente famoso Circo de Moscú que abrió sus puertas en 1880. En él, los actos iban desde exhibiciones ecuestres hasta la intervención de motociclistas, equilibristas y malabaristas; se volvió escuela de los mejores payasos del mundo. Cabe señalar que fue nacionalizado por Lenin y hasta se usó para combatir a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy ha sido renovado y es una muy agradable atracción turística para quienes tengan la dicha de visitarlo.
Otro muy célebre es el Circo Nacional de China Teatro Acrobático de Chengdu, cuyo espectáculo ha sido presentado en países como Australia, Japón, Rusia, Francia y Austria, así como en importantes eventos, entre ellos, la ceremonia de apertura y cierre de Juegos Olímpicos.
Lamentablemente, para los días que transcurren en nuestra Venezuela, la alegría real y verdadera de una función circense se encuentra transformada en una frase que ya muchos repiten: “Panem et circenses” (pan y circo), que es una locución latina peyorativa, de uso actual en Venezuela, que describe la práctica de un régimen mentiroso que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistencialistas, disfrazados misiones sociales.
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Lo peor de lo que les explico es que, para la mayoría, tal vez existe algo o mucho de “circo” pero nada de “pan”. Con víveres básicos como el huevo, que de una semana a la otra sube de precio en un 50% o más, se explica claramente el porqué se ve a la gente buscando alimentos en las bolsas de basura de toda Venezuela.
Muy atrás quedaron las misiones sociales, cuya supuesta eficacia y bajo implementación de estrategias masivas, estaban orientadas a garantizar los derechos fundamentales a la población, con énfasis en los sectores más excluidos; tristemente esos sectores son los que hoy sufren más los embates de un desastre económico, producto de un modelo totalmente fracasado e inadecuado.
Muy interesante lo que nos dice el amigo Humberto García Larralde, respecto a la realidad de las dictaduras cuando se ven acorraladas, nos explica que las dictaduras no consultan al pueblo, son gobiernos autocráticos no sujetos a la ley formal y, sin duda, dependen casi siempre de un fuerte apoyo militar.
Señala también que si los regímenes convocan elecciones es porque tienen preparado el fraude o confían en que sus acciones intimidatorias les asegurará el triunfo, caso del plebiscito de Pérez Jiménez en 1957 y el de Pinochet –quien erró su cálculo– en 1988.
Lo estamos viviendo justo en este momento, cuando a troche y moche, el régimen chavista impuso unas elecciones parlamentarias sumamente cuestionadas y ahora instala una Asamblea Nacional que solo servirá para apuntalar aún más su accionar antidemocrático.
Es entonces cuando se entiende que toda dictadura tiene un discurso legitimador mediante el cual se proponen “salvar a la patria” o “rescatarla” del derrumbe moral (o de la corrupción) al que la ha conducido el libertinaje político anterior. Cualquier parecido con Venezuela no es pura coincidencia, es el discurso de siempre con el que se apoderan de todo y más nunca lo quieren soltar.
De lo que no se percatan muchas veces los señores que ostentan el poder, es que mientras creen que montando espectáculos como en los circos y pensando que el pueblo es payaso, el mismo pueblo los descubre dejando expuestos a los reales payasos que son los gobernantes y a algunos sectores de oposición, de ese tipo de casos existen muchísimos ejemplos en la historia de la humanidad.
Los actos tipo espectáculo se repiten con mucha frecuencia, con el traslado y gastos pagos de invitados internacionales, que son trasladados al país para lavarle la cara al régimen, generando altos costos en materia de organización. La referencia justamente la hago debido a que mientras muchos venezolanos nos encontramos sumidos en una crisis económica profunda, el mal gobierno sigue de fiesta, montando grandes distracciones como en los famosos circos que les mencioné, pretendiendo que todos se divierten, tapando o pretendiendo tapar la realidad.
Ojalá no se asusten cuando aquellos a los que creen payasos (el pueblo), les den una verdadera lección de democracia y entren a la función sin pagar boleto asumiendo el protagonismo de la función.
Finalmente, quiero dejarles algo que definitivamente nos debería poner a reflexionar: es el hecho de que ante tan espantosa situación como la de ver a familias buscando alimentos en los desperdicios, mientras otros juegan con dólares en el casino del hotel Humboldt, aún existe gente que sigue y cree en lo que el actual mal gobierno de Venezuela predica; tales circunstancias me hacen recordar al muy extrañado escritor portugués José Saramago y una de sus frases trascendentes, a mi modo de ver: “Creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven”. Así de simple y sencillo.
Reinaldo Aguilera es Abogado. Master en Gobernabilidad, Gerencia Política y Gestión Pública de George Washington University/UCAB.
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