La Nueva Oposicion, por Teodoro Petkoff
El resultado de las elecciones presidenciales de diciembre pasado, ¿fue positivo o negativo para la oposición? Por supuesto que para quienes esperan de cada round de este largo combate un desenlace definitivo, el resultado fue negativo. Son aquellos que conciben la política como una parada, como un topo a todo, y están convencidos de que si Rosales hubiera gritado «fraude» una marea humana habría desbordado las calles y se habría producido una intervención militar. Olvidan que cuando la Coordinadora Democrática cantó «fraude» después del RR, no hubo ninguna reacción popular, excepción hecha de una pequeña manifestación en Altamira y, por supuesto, tampoco se movió nadie en los cuarteles. Es la mitomanía como política.
En cambio, para quienes piensan en la necesidad de construir una nueva mayoría, que no puede conformarse sino con la suma de los opositores de ayer y los de hoy (bastantes de los cuales vienen precisamente del chavismo) y los de mañana (que en su mayoría no pueden venir sino del chavismo, porque de Marte no será), el resultado fue positivo. La derrota del gobierno debe descansar en una mayoría de la población. Cualquier salida, en caso de darse, que no tenga esto en cuenta estaría condenada a la ingobernabilidad o, peor aún, a gobernar a sangre y fuego.
La campaña electoral de Manuel Rosales formó parte de esa estrategia de acumulación de fuerzas. Las encuestas registraban que no ganaría, pero el esfuerzo realizado contribuyó a revertir el fuerte sentimiento abstencionista «silvestre» y así «reaparecieron» más de cuatro millones de venezolanos que se habían esfumado en los procesos electorales para gobernadores, alcaldes, concejales municipales y diputados, que fueron prácticamente regalados al chavismo, el cual ganó por forfait. Era un punto de partida para esta nueva etapa que entraba a vivir la oposición organizada, presidida por una concepción de lucha democrática y de masas.
Pero hubo otro resultado, más importante aún, si cabe. De ese proceso emergieron dos nuevos partidos políticos, «Un Nuevo Tiempo» y «Primero Justicia».
Ambos, hasta ese momento eran, el primero, un grupúsculo regional zuliano y el segundo, una organización en cuatro municipios. Salieron del proceso como partidos nacionales, con votos y organización en todo el territorio, que son las bases para construir verdaderos partidos. Constituyen hoy las dos referencias partidistas más importantes del país, por encima de las antiguas. El slogan «No Volverán» comienza a sonar hueco. Y ahora la disidencia de Baduel y la conducta de PODEMOS anuncian una nueva configuración de la oposición. Ya eso es ganancia, si es que uno quiere mirar el horizonte y no sólo lo más inmediato.