La OEA, sus rémoras y sus bemoles, por Estilito García

(¿Un elefante blanco?)
La Organización de Estados Americanos, OEA, fue fundada el 30 de abril de 1948. La carta que la rige fue suscrita en Bogotá y posteriormente enmendada en cuatro ocasiones mediante Protocolos suscritos con entrada en vigor en 1970, 1988, 1996 y 1997.
Hoy la OEA reúne 35 Estados miembros y además ha otorgado estatus de observador permanente a 70 Estados, así como a la Unión Europea (UE).
Es un foro gubernamental político, jurídico y social regional. Son sus pilares, la democracia, los derechos humanos, la paz y la seguridad y el desarrollo. su objeto central y principal es: «Promover la democracia y asegurar la solución pacífica de controversias entre los Estados miembros; fortalecer la Paz y la Seguridad multidimensional en la región». Con relación a la «Promoción de la Democracia», teóricamente, el papel de la Organización es «apoyar y fortalecer las ‘Instituciones democráticas’ en los Estados miembros, fomentando la participación ciudadana y el respeto a los Derechos Humanos». También aborda problemas «políticos, jurídicos y económicos» que surjan entre los Estados miembros.
¿Qué nos dice, cuán efectivo es este sintetizado y esplendoroso perfil «enunciativo» de la OEA, si lo colocamos frente a terribles hechos y situaciones reales, incuestionablemente dramáticas, que ocurren alrededor de las tres américas, por supuesto, influidas en doble vía, por los acontecimientos del resto del mundo?…
Es decir, por ejemplo, ¿cómo ha encarado la OEA el flagelo de la inseguridad personal, económica y política que sufren nuestros pueblos? ¿cuáles han sido sus resoluciones y logros por su gestión al respecto?… y si nos vamos al tema del respeto de los Derechos Humanos, al de la Libertad y al de la democracia, caramba que pena: comprobadamente, es una bochornosa gestión estéril e ineficaz. Burocrático, que raya en lo superfluo, el triste papel que juega la OEA cuando más exigida está, lo cual, por cierto, le ofrece la oportunidad de reivindicarse ante los ojos del mundo.
¿Función promotora de la OEA de apoyo y fortalecimiento a «las instituciones democráticas»?… Fíjense: en sentido estricto y puro, «Una institución democrática es una entidad u organismo establecido dentro de una sociedad democrática que facilita y debe garantizar: la participación ciudadana, el ejercicio del poder político, la protección de los derechos individuales y el cumplimiento de la ley.
Estas Instituciones operan bajo principios como la Igualdad, la Libertad, la representación, la rendición de cuentas y el Estado de Derecho»… ¿Es ese lustroso espejo en el que nos podemos ver los venezolanos hoy en día? ¡¡Susto!! La respuesta es un no rotundo. ¿Respecto a eso, la OEA y sus funciones, habrá logrado o hecho algo?
En la 55ª Asamblea General que acaba de concluir este 27 de Junio, los latigazos y campanazos de parte de varios países y especialmente los guamazos de EEUU, por la inoperancia de la OEA, no pueden extrañarle a nadie, veamos: El Subsecretario de Estado de EEUU, de viva voz, sin reservas y sin filtros, dejó en claro que su país no reconoce a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y aludió a que la incapacidad de abordar la crisis venezolana hace dudar del sentido de la existencia de la OEA, «Si no somos capaces de responder o remediar una situación en la que un régimen ignora abiertamente las normas internacionales y amenaza la integridad territorial de su vecino, entonces debemos preguntarnos: ¿qué sentido tiene esta organización?». Así mismo, agregó
«¿Qué ha hecho esta organización en respuesta al descarado fraude electoral cometido en julio de 2024? Hasta donde sabemos, nada sustancial»
Bien absurdo, peor que nunca jamás, sería que como resultado de la 55ª Asamblea General, tengamos resoluciones, informes o «dispositivas» que ignoren: 1) la gravedad del terror que sufren los pueblos sometidos a dictaduras abiertas, como Venezuela, Cuba y Nicaragua entre otros; 2) la trascendental amenaza expansionista del perverso flagelo del modelo de «comunismo represor», restaurador de autoritarismos y totalitarismos con mezcla de terrorismo de Estado y 3) las contundentes denuncias apercibidas y posiciones asumidas desde las intervenciones de distintos representantes de países que acompañan la lucha por la libertad, la democracia, la verdadera soberanía que poseen los pueblos y, por el imperio de la ley y de la justicia.
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La OEA «o corre o se encarama«, ¿Es esto una interpelación? ¡Sí, lo es!… Su secretario general tiene que «coger mínimo«, ¿Es un emplazamiento? ¡Sí, lo es! su arrogante postura pública de «paz y amor con las dictaduras y no discutir si en el continente las hay o no las hay», es un descarado sesgo de tolerancia y, más grave aún, una confesión de complicidad con prácticas delictuales de regímenes donde impera la impunidad; además de significar una afrenta personal formal contra la propia vida de la población.
Entiéndase: Los pueblos tienen voz y derechos; no saquen de sus cabezas que ustedes son servidores públicos, exigirles eficacia y utilidad con sustento en los Sagrados Principios y Derechos de Justicia, Libertad y Soberanía es legítimo y es propio. ¡Eso, no entra en discusión y no es extremismo!
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