La «operación remate» del PSUV le falló a Nicolás Maduro en Catia
En la Unidad Educativa El Salvador, ubicada al frente de los patios de trenes del Metro de Caracas, la participación fue mucho menor. De un aproximado de 1200 votantes repartidos en dos mesas, menos de 500 asistieron el 20 de mayo
¿Y está así en todos los centros? Esa era la pregunta más recurrente de los coordinadores y testigos de los centros de votación habilitados en Catia (municipio Libertador), una de las parroquias más populares y vinculadas con el chavismo.
A las 5:30 p.m la afluencia de votantes era cercana al cero, a pesar que dos horas antes, el mandatario y aspirante a la reelección Nicolás Maduro había llamado a todas las estructuras del Partido Socialista Unido de Venezuela y el movimiento Somos Venezuela a la famosa “operación remate”.
El cuestionamiento de los coordinadores de centro se debía a las cifras de participación, que se ubicaron entre el 30 y 50% de participación en los diversos colegios, donde solo se emitía el voto para elegir entre las opciones de Maduro, el abanderado de Avanzada Progresista Henri Falcón y el independiente Javier Bertucci.
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Pero en la Unidad Educativa El Salvador, ubicada al frente de los patios de trenes del Metro de Caracas, la participación fue mucho menor. De un aproximado de 1200 votantes repartidos en dos mesas, menos de 500 asistieron el 20 de mayo.
Carmen Andara, testigo y militantes de Copei durante 14 años, comentó que muchos de sus allegados le dijeron que no acudirían a votar, «no estaban convencidos, pero para mí lo importante es salir de este gobiernucho».
En 15 minutos tan solo un votante ser acercó a ejercer su derecho, mientras Andara explicaba el porqué decidió acompañar al exgobernador de Lara en su aspiración por la banda presidencial. «Él no promete falacias (mentiras), es el más serio y se le ve la intención de solucionar, hacer algo. No es puras promesas como el resto».
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En la esquina del colegio se acumulaba la basura y una cuadra más arriba, varias personas con camisas del PSUV aprovechaban de bailar un vallenato. De poco más de cuatro mil 200 electores, tan solo mil 500 llegaron hasta el centro a participar.
Su coordinador también defendía el cierre, hora que los militantes de Maduro debían aprovechar para lograr más votos. «Nosotros cerramos cuando nos den la orden. Y daremos prorroga si todavía llegan votantes, que es lo que normalmente pasa. Hay muchos que esperan hasta el final para votar».
Tan solo en el Perú de Lacroix, uno de los centros piloto de la zona de Lídice con casi cinco mil votantes, el punto rojo mostraba mayor participación que el centro electoral, que permanecía activo con música y colas para registrar el carnet de la Patria, bajo la promesa de un bono en bolívares que se paseaba por montos entre tres, cinco y diez millones de bolívares fuertes.
La avenida Sucre también funcionó de maquillaje para aparentar fiesta. Los «motorizados de la patria» recorrieron desde la urbanización El Silencio hasta el liceo Miguel Antonio Caro, donde vota Nicolás Maduro, y luego desaparecieron, mientras que algunos revisaban apurados su mesa de votación con cédula y carnet de la patria en mano «porque hay que votar por Maduro y Chávez».