La orfandad política de los venezolanos, por Ana Milagros Parra
Instagram y Twitter: @amilagrosparra
Sumergirse en las discusiones políticas diarias y tener una postura sólida de los acontecimientos es un lujo que pocos venezolanos pueden darse; a pesar del ruido de las redes sociales, el grueso de la población tiene su atención en llevar el pan a casa, y no pueden invertir su tiempo y energía siguiendo los pasos de la política venezolana (que vive en un estancamiento perpetuo con picos esporádicos).
Dentro de los que sí pueden darse ese lujo, parece que la atención que antes estaba en la dinámica política doméstica, ahora está casi en su totalidad en lo que ocurre en Estados Unidos, que como todo fenómeno político, no se puede evaluar bajo juicios de valor dicotómicos, por lo que este artículo busca tratar de explicar la razón por la que preferimos mirar hacia afuera que dentro del país.
- Estados Unidos es la potencia más grande del mundo
Pretender mantenerse desconectado de la política interna de la potencia que es Estados Unidos es irreal. La hegemonía estadounidense obliga a prestar atención a lo que ocurre, ya que tendrá un impacto directo en la dinámica mundial. Este año ese interés está catalizado por las elecciones presidenciales, las más polarizadas en mucho tiempo, que decidirán si Donald Trump seguirá en la Casa Blanca por otros cuatro años, o el puesto lo tendrán los demócratas con Joe Biden.
- Los Venezuelan-american están haciendo ruido
Florida es un swing state que en las últimas dos elecciones estuvo decidido por unos 150mil votantes; este año la población venezolana en ese estado aumentó a 200mil, con unos 75mil que están en capacidad de votar. La población venezolana ha estado más activa en la campaña, e incluso empezaron a involucrarse en la política directamente (aspirando a cargos públicos). Se compara el comportamiento de este nuevo grupo con el de los cubanos años atrás.
Esto es resultado del agravamiento de la crisis en Venezuela, y los venezolanos se dieron cuenta que pueden tener una voz en su “nuevo” país.
- Conflicto político más allá de las fronteras
Los tiempos donde “lo que pasa en Venezuela lo resuelven los venezolanos solos” pasaron. Ya el problema del país afecta directamente a la región, y va aumentando en gravedad conforme pasa el tiempo; no es un simple régimen autoritario que solo tiene repercusiones en su territorio.
Al conflicto trascender fronteras, los otros Estados se ven afectados directa o indirectamente, por lo que tienen cierta libertad de involucrarse. En este caso, la narrativa y acciones de la administración de Donald Trump ha sido peculiarmente agresiva.
- Orfandad política
La desconexión de la cúpula política (tanto la oficialista como la opositora) ha ido creciendo a la par con el derrumbe democrático del país, e incrementándose en los últimos meses. Ante la incapacidad (o falta de voluntad) de los políticos en canalizar las demandas de la población, es natural que al sentirse huérfanos políticamente, los venezolanos miren hacia un país cuyas disputas políticas tienen un Estado con mecanismos funcionales que las regule y garantice un resultado, lo que nos lleva al próximo punto:
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- Papel de la política exterior a Venezuela
La narrativa y acciones contundentes (sanciones, reconocimiento de Juan Guaidó) de la administración de Donald Trump pavimentó el camino para la proyección de esperanzas en otro país, en reemplazo del propio. Esto sin contar el discurso amenazante de una intervención militar que subió las expectativas de muchos sobre lo que Estados Unidos estaba dispuesto a hacer para resolver el problema venezolano.
La agresividad y el involucramiento de la política exterior estadounidense bajo Trump no tiene precedentes. Venezuela es un tópico de interés que va más allá de la administración republicana actual, extendiéndose hasta ser una posición de republicanos y demócratas. La diferencia estaría en la manera de proceder entre los bandos.
A falta de confianza en las figuras domésticas, se buscarán en otro lado.
- Características del líder
La cultura política venezolana califica positivamente a la figura de hombre fuerte que, además de tomar las riendas del Estado, también es capaz de regular en las relaciones interpersonales en pro de mantener el “orden”. La retórica y personalidad del presidente Donald Trump calza muy bien con esa descripción, resultando en posiciones contrarias:
Los que lo apoyan por “hacer algo” contra el régimen de Nicolás Maduro y su manera de gobernar su país, y los que ven su personalidad autoritaria muy similar a la de los líderes que destruyeron Venezuela. A esto se le une la lucha “izquierda vs derecha” que es fruto también de la creciente polarización en el país norteamericano, que profundiza la división entre espectros políticos (conservatives vs liberals), y en ocasiones usando a Venezuela como ejemplo del fracaso de la izquierda, haciendo entender que es lo que ocurriría en Estados Unidos como resultado de una victoria demócrata.
Para los venezolanos, la polarización es el común denominador, y cuando ya no es posible en Venezuela, teniendo un país tan cercano dentro de una dinámica familiar, y sumándole los factores anteriormente mencionados, que se gasten energías en la política estadounidense no es sorpresa, es entendible.
Este fenómeno va mucho más allá de ser algo “bueno” o “malo”, es el resultado de las circunstancias.
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