La pandemia conveniente, por Alexander Cambero
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El gobierno venezolano encontró en el virus un aliado formidable en la estrategia de mantenerse en el poder. Desde el principio supo extraer el sustancioso beneficio político que significaba desactivar a una oposición turbada en sus periódicas confusiones. Esperó un tiempo prudencial para descubrir que la contrariedad podía servirle en la lucha contra un adversario que no estaba preparado para contrarrestar la celada.
Los acontecimientos se fueron presentando con un efecto cascada que terminó deslizándose por la colina de cada uno. Los países fueron siendo arrastrados por un enemigo invisible con un efecto disuasivo letal.
El inefable Donald Trump, ridiculizando las medidas sanitarias contra el covid-19, brindó en charola de plata la oportunidad de arremeter contra sectores opositores, anestesiados por el embrujo estadounidense.
En Brasil, el émulo tarambana, Jair Bolsonaro, repetía la misma monserga. Su nación se convirtió en una gran víctima del contagio ante la actitud demencial del primer mandatario, que fue tan torpe como cuando no tomó medidas ante la inclemente devastación del Amazonas.
Ambos parecen pacientes del mismo psiquiátrico, personajes inspirados en el absurdo. Mayor cooperación no podía encontrar Nicolás Maduro en el adefesio de quienes tienen al paleolítico por cerebro. Con estos elementos geopolíticos, no tuvo que adentrarse mucho en la manipulación propagandista.
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Los rivales internacionales jugaron a su favor. Mientras seguían metiendo la pata hasta el fondo, el régimen utilizaba cada movimiento para hacer su trama. Comenzó jugando con estadísticas cuidadosamente amaestradas por la inteligencia cubana, posteriormente utilizando a discrecionalidad las semanas de flexibilización y de condición extrema.
Las cadenas destacan reiteradamente las cifras de las naciones con gobiernos contrarios al régimen venezolano, obviando las de China y Rusia, tan espeluznantes como las otras. Todo un libreto bien armado que cumplen al pie de la letra, nada queda al rezago en la praxis de un elemento que le cayó del cielo.
El manejo de las vacunas es otro elemento de chantaje. No existe una fuente confiable que determine la certeza de las cifras que señalan.
La carga ideológica tiene el sello implícito de la mezquindad. Las pocas que hay son casi exclusivamente para gente del gobierno. Quien piensa distinto espera por el milagro, mayor dosis de ruindad es difícil de encontrarse en este mundo convulsionado.
Somos uno de los países más atrasados en materia del suministro de vacunas, estamos muy por debajo de la media internacional. Este tema debería ser de interés nacional, dejando las rivalidades de lado para entender que está en juego la supervivencia del venezolano. Para ello se requiere espíritu de grandeza, desprendimiento genuino en pos del bienestar nacional.
Alexander Cambero es Periodista, locutor, presentador, poeta y escritor.
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