La paradoja de la unidad y la exclusión, por Luis Ernesto Aparicio M.

Hay asuntos que, definitivamente, no son sorpresas, no cambian en nada acontecimientos que ocurrieron –claro por el peso de ser pasado– los presentes y mucho menos el futuro que cuelga como incierto. Sobre todo, por lo que estamos presenciando alrededor del mundo, podríamos decir que en vivo y directo. En ese mismo orden, tampoco sorprenden las posiciones y contradicciones de algunas personas, sobre todo en el ámbito político.
En la política venezolana, no sorprende ya encontrar disparidades en el discurso de ciertos actores. Sin embargo, resulta especialmente preocupante cuando esas contradicciones se disfrazan de llamados a la «unidad».
Recientemente, un dirigente opositor venezolano hizo declaraciones que revelan esta paradoja: mientras invocaba y alababa la unidad para enfrentar al régimen, exigía simultáneamente la salida de partidos que han sido parte fundamental del bloque opositor. Este planteamiento, lejos de fortalecer la lucha democrática, refleja una actitud soberbia y un profundo desconocimiento sobre el valor real de la política.
Habría que recordarle al declarante a sus compañeros y seguidores que la verdadera unidad no se construye bajo condiciones excluyentes ni mediante acusaciones infundadas de sabotaje sin pruebas. Es peligroso pretender que la política se reduzca a estrategias vacías y a la creencia en soluciones mágicas que irán hasta un final y que ignoran la necesidad de una de tipo coherente y bien definida. No se puede avanzar solo con la promesa de que «todo va a salir bien» o esperando que el sufrimiento colectivo impulse por sí solo el cambio político.
La historia reciente demuestra que los pequeños logros alcanzados frente al régimen venezolano fueron resultado del esfuerzo conjunto de diversas organizaciones políticas. Durante la primera etapa de esta lucha, la oposición logró articular un frente común que, a pesar de sus diferencias internas, fue capaz de generar movilizaciones significativas y construir una hoja de ruta que orientó las acciones políticas. Esa capacidad de sumar ideas diversas fue clave para que surgieran propuestas claras que marcaron avances en momentos críticos.
Parte fundamental de esa estrategia ha sido la participación constante en procesos electorales, incluso en condiciones adversas. Aunque estos escenarios suelen estar llenos de obstáculos e irregularidades, participar permite mantener viva la presencia política, denunciar abusos y defender los espacios democráticos que aún existen. La abstención, por el contrario, solo facilita que el poder autoritario avance sin resistencia.
Exigir la exclusión de actores que han sido parte de este esfuerzo es desconocer que la política se edifica sobre la participación activa, el respeto por las diferencias y la búsqueda constante de consensos. Excluir a quienes han sido parte del camino de lucha solo debilita las posibilidades de construir una estrategia que conduzca a una transición democrática real.
Este oficioso político debería comprender que no se trata de imponer visiones únicas ni de descalificar a quienes piensan distinto. La historia demuestra que las grandes transiciones democráticas se han logrado cuando diversos actores políticos, incluso con diferencias ideológicas marcadas, encontraron puntos en común para avanzar. Desde la transición española hasta las negociaciones en Sudáfrica, la inclusión y el reconocimiento del otro como un actor válido han sido fundamentales para el éxito.
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Pareciera que es llover sobre mojado, pero el reto para la oposición venezolana sigue estando en retomar esa ruta de consensos, entendiendo que la unidad no se decreta ni se impone, ni tampoco llega desde abajo o está alrededor de una persona, sino que se construye reconociendo el valor de todos aquellos que, con sus errores y aciertos, han aportado a la lucha por la democracia.
Ya se ha dicho en infinidades de veces, y desde aquí no descansaré en repetirlo: es momento de superar la tentación de las purgas internas y comprender que el verdadero adversario es el régimen que permanece en el poder.
La inclusión, la estrategia y el trabajo conjunto son las verdaderas herramientas para abrir un camino hacia el cambio político que tanto se anhela en Venezuela.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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