La Pascua y los huevos de Pascua, por Gisela Ortega
Autor: Gisela Ortega
La Pascua, también llamada Pascua Florida, Domingo de Pascua, Domingo de Resurrección o Domingo de Gloria, es la fiesta central del cristianismo en la que se celebra de acuerdo con los evangelios canónicos, la resurrección de Jesús, al tercer día de haber sido crucificado.
La Pascua marca el final de la Semana Santa, en la que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesús. Le sigue un periodo de cincuenta días llamado Tiempo pascual que concluye el Domingo de Pentecostés-
El Domingo de Pascua es una fiesta móvil, lo que significa que no se fija en relación al candelario civil. El primer Concilio de Nicea –año 325- estableció la fiesta de Pascua como el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera en el hemisferio norte. La fecha por tanto varía entre el 22 de marzo y el 25 de abril. El cristianismo oriental basa sus cálculos en el calendario juliano, por lo que su término se sitúa entre el 4 de abril y 8 de mayo.
Durante este día se celebran en distintos lugares del mundo procesiones religiosas, así como celebraciones litúrgicas. Las costumbres del Domingo de Resurrección varían en todo el mundo cristiano, pero la decoración de los huevos de Pascua es algo común en el mundo occidental.
Se piensa que el origen de la tradición de comer huevos al finalizar el invierno es una reminiscencia de la Edad de Hielo. Tras la dura estación, y cuando apenas quedaban provisiones, con la llegada de la primavera volvían las aves desde el sur, – esto es aplicable al hemisferio norte- y empezaban a poner huevos, de los que se alimentaban los seres humanos hasta que podían volver a cazar con la llegada de mejores temperaturas.
El huevo de Pascua no aparece como un símbolo dentro de la costumbre judía. Sin embargo, existe el simbolismo de utilizar un huevo decorado dentro del plato –Keará- que se prepara durante el Séder de Pésaj, como una representación de la continuidad del ciclo de la vida –por su forma redondeada-. Otro significado que se le otorga al huevo durante el Séder es el endurecimiento del corazón del faraón Ramsés II, que no permitía salir al pueblo hebreo de Egipto. Un tercer significado que se le atribuye al simbolismo del huevo es el fortalecimiento que presentó el pueblo judío al lograr salir de Egipto durante el Éxodo. El huevo de Pascua, como tal, no tiene significado propiamente judío.
El hecho de asociar el huevo con la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral, estación fructífera por excelencia, hace que haya quedado establecido en toda Europa como símbolo de la Pascua. De modo que muy pronto los pasteleros de época comenzaron a elaborarlos utilizando distintos ingredientes. Primero fue el azúcar, luego el chocolate.
Estos huevos en la Edad Media simbolizan la nueva vida y a Cristo emergiendo de la tumba. Una tradición ortodoxa relata que tras la Ascensión, María Magdalena fue a Roma a predicar el evangelio.
En presencia del emperador romano Tiberio, y sosteniendo un huevo de gallina, exclamó: ¡Cristo ha resucitado! El emperador se rio y le dijo que eso no era tan probable como que el huevo se tornara rojo. Antes de que terminara de hablar el huevo se había vuelto rojo.
En Medio Oriente todavía se sigue intercambiando huevos carmesí, para recordar la sangre de Cristo. Y en Polonia y Ucrania hacen verdaderas obras de arte con cera fundida sobre su cáscara
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La costumbre del conejo de Pascua, que consiste en esconder huevos pintados en las nubes para que los niños no lo encuentren para la alegría y regocijo de los pequeños que los encuentran, se sigue manteniendo en muchos países. Simboliza la persecución de Jesús por parte de Herodes y la intervención de Dios para evitar ser encontrados. En algunas naciones, los huevos forman bouquet.
Aparece en la jarra de vino etrusca de Tragliatella –aproximadamente 700 a.C-, en el que aparece el rey sagrado y su sucesor escapando de un laberinto. El otro lado de ese jarrón ilustra un desfile a pie en dirección del sol, encabezada por el rey sagrado desarmado. Siete hombres le escoltan y cada uno de ellos lleva tres jabalinas y un gran escudo con el dibujo de un jabalí, y el sucesor armado con una lanza va a la retaguardia. El jabalí seria la insignia familiar del rey sucesor, y los siete hombres representan los siete meses gobernados por el heredero, que caen entre la cosecha de manzanas y las fiestas de la fertilidad.
La escena tiene lugar el día de la muerte ritual del rey, y la diosa Luna –en este caso Pasifae- ha salido a su encuentro, una terrible figura con túnica y con un amenazante brazo de jarras, mientras que con el otro brazo extendido le ofrece una manzana, que es su pasaporte para el Paraíso; las tres jabalinas que lleva cada hombre significa la muerte.
Sin embargo, el rey es acompañado por una pequeña figura femenina con túnica como la otra, quizá sea la princesa Ariadna, -que ayudo a Teseo a salir del laberinto mortal de Cnosos-. El rey muestra audazmente, como un contra hechizo de la manzana, un huevo de Pascua, el huevo de la resurrección. La Pascua era la estación en que se realizaban las danzas “Ciudad Troya” en los laberintos hechos sobre el césped, en Gran Bretaña prehistórica y también en Etruria.
En el frente de la jarra hay un dibujo laberíntico que se encuentra no sólo en ciertas monedas de Cnosos, sino también en los intrincados diseños hechos en el césped y que hasta el siglo XIX pisaban los escolares británicos en la Pascua de Resurrección.
Entre los Siglos IX y XVIII, la Iglesia prohibió el consumo de huevos durante la cuaresma por considerarlo equivalente a la carne, y por ello la gente los cocía y los pintaba para diferenciarlos de los frescos y poder consumirlos el día de Pascua de Resurrección. Con el tiempo, estas tradiciones se incorporaron a la festividad de Pascua de Resurrección y hoy en día el huevo de Pascua es un símbolo universal. Para muchos el huevo se asemeja a la resurrección como un símbolo de vida nueva.
En la actualidad, la tradición continúa con algunas variaciones. En Europa se mantiene la costumbre que data de la Edad Media de adornar los huevos con teñidos y pintados. Aunque parece que la práctica de huevos ornamentales era principalmente elaborada por clases altas o de recursos, se difundió a decoraciones sencillas, como el empleo de hojas de árbol para crear patrones sobre el cascaron.
La Fiesta más importante del calendario de la Iglesia Ortodoxa rusa es la Pascua. En 1885 el zar Alejandro III encarga un huevo de Pascua para su esposa, la emperatriz, Fyodorevna. El huevo recordaba la patria de la emperatriz, Dinamarca, ya que el joyero se había inspirado en un huevo de Pascua que se encontraba en las colecciones reales danesas y tanto agradó a la zarina que el zar ordeno a que Peter Carl Gustavovich Fabergé fabricara un huevo de Pascua cada año para la zarina, estipulando solamente que el huevo fuese único y que encerrase una sorpresa. De los 69 huevos que hizo en total la Casa Fabergé para los zares, la aristocracia y la elite industrial y financiera, se conservan 61.
El comercio y la modernidad por su parte se ha encargado de incorporar los huevos de chocolate, y los huevos e plástico para ser llenados de dulces, y que según la leyenda son escondidos por el conejo de Pascua para que los pequeños los busquen, y por consiguiente, los encuentren y se los coman.
En Argentina, Chile, Uruguay y Venezuela, se conserva la tradición de regalar huevos de Pascua decorados artesanalmente con glasé multicolor o bien en chocolate.