La paz sucia, por Ángel Lombardi Lombardi

Revista italiana de geopolítica Limes en su último número, analiza lo que llama «La paz sporca» (la paz sucia) a partir del principio que la paz, en la historia, siempre ha sido una tregua, un periodo de paz, entre dos guerras y la consecuencia inevitable del otro principio «si quieres la paz, prepárate para la guerra». Dicho de otro modo, la guerra es una constante en la historia y de allí lo afirmado por algunos autores, con la llamada «Trampa de Tucídides».
La guerra, termina siendo inevitable, hasta ahora, por motivos diversos y el más presente, es la lucha por la primacía y la hegemonía.
La tentación del más fuerte de avasallar y derrotar a posibles rivales.
A esto lo hemos llamado, la historia universal o historia de los imperios y civilizaciones.
Con el arma atómica y nuclear, a partir de 1945 y las nuevas tecnologías hoy, incluidas la IA, se pensó en que la guerra total, hay que evitarla, porqué acabaría con la humanidad y todos perderíamos.
A pesar de esto, el llamado equilibrio del terror, las guerras no han desaparecido y más bien se han incrementado y se han creado términos nuevos, guerras asimétricas, hibridas, proxys o indirectas, guerrillas, terrorismo, etc.
Tanto es así, que en este momento hay un medio centenar de conflictos en curso y mediáticamente resaltan, los focalizados en Ucrania y Gaza, pero en donde están involucrados muchos países y en particular las tres principales potencias: Estados Unidos, Rusia y China.
El Editorial de la Revista Limes hace un ejercicio, sobre escenarios bélicos en curso y en los próximos años. El resultado es terrorífico y por eso concluyen, que solo un acuerdo de coexistencia pacífica y reparto de esferas de influencia, entre Estados Unidos, China y Rusia, pudiera garantizar cierta estabilidad global, aunque sigan existiendo conflictos y guerras a nivel regional, pero que la última palabra, siempre la tendrían las tres potencias citadas, particularmente las dos primeras.
Todo lo anterior, nos lleva a una conclusión, realista y desoladora, las guerras no las ganan los que tienen razón o creen tenerlas, las gana el más fuerte.
Ucrania invadida, pierde la guerra y pierde territorios y queda destruida y desmembrada y repartida entre Rusia y Estados Unidos. Igual los palestinos, pierden la guerra y se van quedando sin territorio para crear un Estado Palestino.
En las guerras no hay empate, unos pierden y otros ganan, es así y es injusto, por eso se habla de «paz sucia». La historia está llena de ejemplos.
Muy lejos estamos, de la ilusión ilustrada de Kant y la paz perpetua. Luchar por la paz, es justo y necesario y estamos obligados moralmente a ello, pero el «hombre lobo del hombre» y la herencia cainitica, sigue en nuestros genes, tradiciones y culturas.
La violencia nos hace y nos deshace y la política, inclusive, cae frecuentemente en la tentación de la violencia. Por ello también la política se vuelve sucia, con bastante frecuencia.
En conclusión y en función del realismo político y la experiencia de la humanidad, es preferible una paz sucia a seguir con el «matadero». Es preferible una negociación imperfecta, a una derrota definitiva.
En arte se puede buscar lo «perfecto». Igual en la filosofía idealista y en las creencias religiosas y en nuestra vida privada y social, estamos obligados a cultivar y practicar virtudes y valores. Pero lamentablemente, no hemos logrado abandonar, como especie, la ira y la rivalidad, la competencia sin límites ni escrúpulos.
La vanidad, la ambición y la codicia y el deseo mimético, de desear lo que otros tienen o que cada uno cree merecer. El que no entienda estas cosas, de psicología elemental, no ha entendido nada y menos cuando se trata de guerras y conflictos políticos.
Quizás esta es una de nuestras limitaciones para entender el conflicto político nacional en curso desde hace dos décadas. La razón mágica, pretende una solución o desenlace, ahora y ya, y a la medida de nuestros deseos e intereses.
*Lea también: La incoherencia que alimenta al autoritarismo, por Luis Ernesto Aparicio M.
En términos realistas, es preferible una negociación imperfecta, con concesiones mutuas, (sino no es una negociación) a una confrontación estéril, sin medir las fuerzas reales, de cada sector o antagonista.
Las ilusiones son consoladoras hasta que la realidad las convierte en pesadillas y tragedias.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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