La peor combinación de políticas para controlar la pandemia, por Marino J. González R.
Twitter: @marinojgonzalez
Los datos más recientes (al 17 de abril) indican que, en 13 países de América Latina, una persona con covid-19 está ocasionando más de una persona adicional infectada. Este es el denominado índice de reproducción R. De acuerdo con este valor, los casos de covid-19 siguen aumentando. Expresión de esta situación es el hecho de que en nueve países de la región se están registrando más de 100 casos diarios de covid-19 por millón de habitantes. No es de extrañar, entonces, que en América Latina se registre diariamente el 40% de las muertes totales por covid-19 y que en 12 países (sobre un total de 20) la tasa de mortalidad sea superior a la tasa mundial.
Estos resultados evidencian que la pandemia está muy lejos de controlarse en la región. Las últimas mediciones disponibles del Índice de Rigurosidad de Políticas (IRP), elaborado por la Universidad de Oxford, indican que solo cinco países de la región tienen un valor superior a 80 (sobre un máximo de 100), lo cual evidencia que la persistencia de los casos puede ser un reflejo de la disminución de la rigurosidad en las medidas de control.
Es posible que el inicio a finales del año pasado de las vacunaciones en algunos países de la región, haya generado la expectativa de que era posible acelerar el control de la pandemia. Sin embargo, el análisis de la experiencia de algunos de los países más exitosos en las vacunaciones (por ejemplo, Israel y Reino Unido) indican que se requieren varias condiciones para lograr el impacto de las vacunaciones lo más rápido posible.
La primera condición es que exista disponibilidad de vacunas contra covid-19. En Israel y Reino Unidos se tomaron las medidas para establecer anticipadamente los acuerdos de compra de las vacunas para toda la población que las requiere. A la fecha, solamente cuatro países de América Latina, según el Observatorio de Vacunas de la Universidad de Duke, tienen suscritos acuerdos para garantizar la totalidad de las vacunas (Chile, Perú, República Dominicana y Brasil). En algunos casos, como Venezuela y Honduras, la disponibilidad no alcanza ni siquiera para el 40% de la población.
En la actualidad, 18 países de la región han iniciado las vacunaciones (solo Cuba y Haití no tienen reportes de personas vacunadas). La segunda condición es que estas vacunas sean administradas a un ritmo que permita alcanzar la meta de cobertura en 2021.
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En algunos países, como Uruguay, se está vacunando a un ritmo alto, pero deben completar la disponibilidad requerida. Sin embargo, en nueve países de América Latina (Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay, Perú, Nicaragua, y Venezuela), el ritmo de vacunación indica que lograrán la meta dentro de dos años (en el mejor de los casos).
Pero, no es suficiente tener disponibilidad y un adecuado ritmo de vacunación. También es necesario, como lo ilustra la experiencia de Israel y Reino Unido, que se combine la rigurosidad de otras medidas de control con la gestión de las vacunaciones.
Esto significa establecer un período de mayor control para que la inmunidad adquirida a través de las vacunaciones pueda tener el efecto deseado. Es por ello que, en Israel y Reino Unido, la rigurosidad del control fue aumentada poco después de iniciadas las vacunaciones (hasta alcanzar valores cercanos a 90 en el Índice de Rigurosidad). En América Latina, solo Perú, Honduras y Colombia han aumentado la rigurosidad de políticas después de iniciar las vacunaciones.
La combinación de insuficiente disponibilidad de vacunas, bajos ritmos de vacunaciones, y la falta de ajuste de la rigurosidad de las medidas de control, va a determinar la evolución de los programas de vacunaciones contra covid-19 en América Latina. Las evidencias al día de hoy indican que pocos países lograrán la meta de cobertura en 2021. Para que ello efectivamente ocurra se deberán incorporar cambios sustanciales en los tres factores mencionados. En caso contrario, seguirán aumentando los casos y muertes por covid-19 y se seguirán profundizado las inmensas brechas que la pandemia ha generado, y también aquellas brechas sociales y económicas que ha agravado.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina.
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