La plaga de las noticias falsas, por Bernardino Herrera León
Además del deplorable estado de la comunicación en Venezuela, sumergida en la censura, la represión, la autocensura, la opacidad del Estado y la catástrofe económica, se ha agregado la “plaga” de las noticias falsas, o fake news, para contaminar el casi único medio que disponemos los venezolanos y el resto del mundo para enterarnos de lo que ocurre en esta colapsada nación. Fake news que se agrega a la formidable y costosa maquinaria de propaganda que ha construido el régimen venezolano en casi 20 años.
A los regímenes totalitarios se les ha hecho relativamente fácil el control de los medios tradicionales. Pero la Internet, y su producto, las redes sociales, ofrece una tenaz resistencia al control y la censura. Muchos de esos regímenes, hablamos de casi la mitad de los regímenes políticos en el mundo según el ranking de Freedom House, prohíben tajantemente el servicio de la Internet, como en Corea del Norte. O restringe su acceso negando la adquisición de equipos a la población, como en Cuba. O crea una muy controlada “intranet” paralela, como el caso de China.
La resistencia de la Internet a dejarse controlar ha tomado aire gracias a la tecnología de conexión satelital, que ha ido debilitando el control directo. Si la empresa Google cumpliera su promesa de suministrar para el 2021 acceso a Internet satelital gratuito para todos los habitantes del planeta, con el único requisito de un dispositivo sencillo, los regímenes totalitarios no podrían controlarlo, como ahora lo hacen, parcialmente.
Para combatir la libertad de información en la red de la Internet, los regímenes totalitarios han encontrado un eficaz recurso: las fake news. Si no pueden controlar la información, entonces la contaminan con falsedades. Un fenómeno muy antiguo, especialmente en las guerras. Pero ahora, convertida en el arma predilecta de la propagan de regímenes y grupos políticos antidemocráticos y antilibertarios.
La segunda semana de mayo reciente, El País, de España y el Parlamento Europeo celebraron foro “Fake news: Cómo combatir las noticias falsas en Europa”. Preocupación que vienen denunciando, desde el 2012, los sucesivos informes de las organizaciones de la ONU, encargadas de los derechos humanos y de libertad de expresión. En ese foro se expresaron periodistas responsables de los principales medios de comunicación en Europa, académicos especialistas en el tema, parlamentarios y funcionarios de diferentes gobiernos.
Entre los representantes de los medios, destaca la participación de los gigantes Google y Facebook. Ambas empresas ratifican su plena disposición para combatir las fake news, por lo que no se oponen y están dispuestas a cooperar por una regulación sensata. Facebook, pone como ejemplo haberlo logrado al retirar de su portal el 99% de la información sobre el Estado Islámico. Sin embargo, junto con Google, expresan que sus empresas no se pueden convertir en “árbitros de la verdad”, y aplicar censura que negarían los principios básicos de la libertad de expresión, gracias a lo cual nacieron y se consolidaron. Apuestan más bien por una, cada vez más, estrecha colaboración entre los medios y la tecnología. Y por ello han incorporado en sus portales opciones más eficientes para identificar la intoxicación sistemática y ofrecer herramientas a la ciudadanía para denunciarlas y retirarlas de circulación.
Pero el mal de las fake news se ha convertido en un enemigo formidable. Según un representante de Eurobarómetro, el 70% de los ciudadanos europeos leen alguna noticia falsa a lo largo del día, con un poderoso efecto multiplicador, a una velocidad que la hace casi imposible de contrarrestar. No es temerario pensar que esta cifra se repite y aumenta en nuestros países.
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Según muchos especialistas, es preciso una terapia de choque contra la desinformación, mediante un programa acuerdo entre medios, estados, empresas y científicos. Otros dos enfoques, proponen una regulación severa contra los falsificadores de la información sin caer en la censura. Mientras que otros apuestan por la educación mediática de las audiencias.
Estas tres posiciones parecen encajar para complementarse entre sí. Se harán fuertes y efectivas a medida que periodistas, medios, academias y políticos se encuentren en un plan eficiente para combatir la plaga que amenaza de muerte, a las democracias del mundo
Desde esta columna que hoy iniciamos, gracias a la gentil invitación de TalCual, intentaremos contribuir en el cada vez más necesario debate sobre la calidad de la información como requisito esencial de la confianza y la convivencia social que requiere la democracia como forma social de vida. Continuaremos hablando de ello en la próxima entrega.
Historiador y comunicólogo.
Investigador del Instituto de Investigaciones de la Comunicación, de la UCV