La pobreza es superable, por Miguel Aponte
Autor: Miguel Aponte | @DoublePlusUT
La pobreza es superable, pero resulta que a la vez es el gran negocio de los populistas y una casta que se acostumbró a los privilegios del poder y sus alrededores; la desgracia es que para ellos no hay que superarla, pues de ella viven. A quien primero corrompe el poder es a quienes lo detentan, pero luego también a más de uno por ahí: quien se acostumbra a privilegios difícilmente va a aceptar perderlos. Esto tampoco lo inventaron los chavistas, pero como tienen una mentalidad mágica, se creyeron que basta con desear acabar las injusticias, aunque no sepan qué quieren decir con esto, para inmunizarse contra su propia corrupción. Se equivocaron también en esto. O, si usted prefiere, engañaron a sus seguidores también en esto.
El chavismo tiene una mentalidad de secta religiosa, primitiva, tribal. Esta mentalidad de “rodilla en tierra” se adecua perfectamente a quien quiere soluciones fáciles y, sobre todo, a quien se niega a ver la realidad y pensarla críticamente. Conviene a quien pretende dominar por el miedo y el complejo de inferioridad, por eso jamás aceptarán alguna responsabilidad, ya que eso implicaría una actitud ajena a una mentalidad infantil, con el perdón de los niños, pues no merecen esta comparación. La gran verdad es que los engaños y sus caretas van cayendo. Las ideas de patria, guerra económica e imperialismo no solamente ya estaban gastadas, sino que hoy ningún venezolano honestamente las cree; solo sirven para que algún publicista vivo facture su pésima propaganda.
Esos supuestos conceptos no responden a ninguna filosofía ni teoría económica, son despojos, basura mental. Para esto no hace falta entender demasiado y mucho menos estudiar economía.
Si usted quiere saber qué significa “patria” para el chavismo, camine por las calles de Venezuela. Si quiere saber que es la “guerra económica”, observe el chantaje de la bolsa clap. Si quiere ver qué es “imperialismo” pregúntele al gobierno cubano y verá. La pobreza es superable, sí, pero exige que aprendamos la lección.
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