La política no es un juego, por Ángel Lombardi Lombardi
Twitter: @angellombardi
De política todos opinamos y es natural. Algunos la estudian y es necesario. La teoría política es milenaria y su abordaje filosófico y sistemático forma parte importante de la historia del pensamiento. La praxis política es otra cosa, relacionada pero diferente y cuyo oficio ejerce habitualmente el político.
Estas precisiones las considero importantes porque cuando opinamos tienden a confundirse. Para comprendernos mejor, utilizo el símil del deporte y el juego. El ajedrez «simula» la guerra, igual que un juego «de cualquier deporte» simula «un enfrentamiento”. Cada equipo tiene su «fanaticada» y, usualmente, los competidores son igual de buenos y nadie sabe quién va a ganar; aunque cada «fanático» piensa que el suyo es el mejor y debe ganar.
La gran diferencia entre política y deporte es que no importa quien gane o pierda, no afecta la realidad social y política. En política, quien gane o pierda es importante, porque afecta directamente la vida y los intereses de cada uno y de toda la sociedad en su conjunto, inclusive con repercusiones a nivel internacional.
Política y deporte «se parecen» en su lógica competitiva, pero son de naturaleza diferente. El deporte responde a nuestras necesidades lúdicas, de espectáculo y entretenimiento. La política es cualquier cosa, menos un juego. A uno puede gustarle o no un deporte y practicar alguno o ninguno y no pasa nada.
Pero, cuando nos ausentamos o pretendemos estar ausentes o ser neutrales en política, ayudamos a crear un vacío o ausencia de ciudadanía. Por allí se nos «cuelan» los malos gobernantes y los malos gobiernos. Igual de peligroso o más son los fanatismos ideológicos, políticos y sectarismos partidistas. Ello significa la posibilidad real de cancelar la política como ejercicio ciudadano plural y democrático y de sistemas abiertos y se nos «cuela» la primitiva y brutal lucha por el poder como hegemonía autoritaria/totalitaria.
Creo que esto no lo terminamos de entender. Chávez y su grupo buscaban el poder con un proyecto autoritario militar y devino, por diversas circunstancias, en un proyecto comunista bajo guía y tutelaje castrista. Cuando decimos que Chávez y Maduro han sido pésimos gobernantes estamos usando nuestra lógica ciudadana y democrática, pero para su proyecto de poder longevo, autoritario/totalitario, han sido completamente exitosos mientras conserven el poder y el gobierno como medio de control y riqueza.
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En la lógica del régimen, intereses y conveniencias está todo lo que ha venido ocurriendo: destrucción económica e institucional, éxodo masivo, anomia social, falta de gasolina y hasta la pandemia les ha resultado beneficiosa.
Todo lo que nos obliga a emigrar, nos desalienta y atemoriza le conviene al régimen; hasta la justa queja los beneficia, porque la queja no expresa otra cosa que nuestra indefensión e impotencia.
El régimen compite y «juega» rudo en artes marciales y muchos, entre otros algunos políticos y dirigentes, siguen añorando el grato y etílico dominó en que terminó la política de la época del bipartidismo de AD y Copei. La política siempre es complicada y compleja en cualquier sistema, época y circunstancias y, en las nuestras, todo es más difícil. Para no naufragar, la oposición tiene que respetarse entre sí y respetar las diversas opciones y decisiones por la sencilla razón de que la praxis política, como presente absoluto, no tiene un desenlace conocido o anticipado. Solo en el «después» se sabrá quién tuvo éxito y razón.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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