La reunión de Lima: Otra fantasía, por José Rafael López Padrino
Autor: José Rafael López Padrino
El abstencionismo radical e iracundo, una vez más, generó falsas expectativas en torno a La Cumbre de las Américas en Lima. Sus más conspicuos voceros hablaron desde condenas unánimes, hasta la aprobación de una intervención armada. Fue vergonzante ver a los voceros del abstencionismo suplicándole al Vicepresidente Mike Pence la intervención militar a nuestro país. Además, fue un evento donde el “pescueceo escénico” de los fundamentalistas no se hizo esperar, todos lucharon por aparecer fotografiados y reunidos con mandatarios o figuras que se dieron cita en dicho evento.
La cumbre terminó, como todas las anteriores, sin pena, ni gloría. Un documento central titulado “Gobernabilidad Democrática Frente a la Corrupción” en el cual se obvia la situación venezolana y otro documento referido como la «Declaración de Lima» firmado por solo 16 de los 33 países participantes, en el cual se expresa la preocupación por el agravamiento de la crisis política, económica, social y humanitaria en Venezuela y hacen un llamado a Maduro para que lleve a cabo elecciones presidenciales con las garantías necesarias para un proceso libre, justo, transparente y democrático, sin presos políticos y que incluya la participación de todos los actores políticos de ese país. Al mismo tiempo denuncia que unos comicios que no cumplan con esas condiciones carecerán de legitimidad y credibilidad.
El documento expresa solidaridad con la situación venezolana pero ni remotamente habla de intervención militar como esperaban los fundamentalistas del abstencionismo. Obviamente, la fábula de la “invasión armada» se desploma al igual que sucedió con la marcha mágica (Miraflores), las fantasiosas salidas del 2014 y 2017 y del épico golpe militar a imagen y semejanza del 23/1/58. Igual sucederá con sus nuevas alucinaciones: si el pueblo se abstiene, la dictadura se deslegitima (¿hay alguna dictadura legitimada?), y el iletrado de Miraflores por “arte de magia” renunciará y se irá.
Solo a los frenéticos abstencionistas se les puede ocurrir la vana idea de que Mr. Trump estaría dispuesto a intervenir militarmente en Venezuela. Varias son las razones: Primero el Tío Sam tiene ya suficiente con los problemas que confronta con Rusia, Irán, Siria, y Corea del Norte para abrir un nuevo frente de guerra en Venezuela. Segundo, Latinoamérica en su conjunto no es prioridad para la errática política exterior de Mr. Trump. Tercero, los inversionistas norteamericanos se oponen a ello dadas las fabulosas ganancias que están percibiendo gracias a la política entreguista del régimen (empresas mixtas) en áreas como el carbón, el gas, y el petróleo. Ya el senador republicano Marcos Rubio lo indicó en forma categórica no habrá intervención militar. Todo lo demás es retórica demagógica.
*Lea también: Desprotegidos antes de nacer, por Marino J. González R.
Los abstencionistas refugiados en la inefable excusa de que “no existen condiciones equitativas para un proceso eleccionario” han renunciado a la vía electoral sin presentar alternativas de cómo salir de la peste facho-bolivariana. La historia nos enseña que bajo las garras de un régimen dictatorial nunca habrá condiciones electorales equitativas y transparentes. Quienes rechazan la vía electoral se equivocan al subestimar el valor anti-dictatorial de la lucha electoral, y de la factibilidad de consolidar un nuevo bloque social en contra de Maduro y su pandilla al calor de la lucha popular. El abstencionismo, entre muchas otras simplezas se niega a confrontar al agotado proyecto bolivariano que tiene solo 22% de apoyo popular, con evidencias de falta de cohesión y hegemonía por las luchas internas y con tendencias a disgregarse. Prefieren depositar todas sus fuerzas en función de una hipotética invasión armada (que nunca sucederá), un golpe militar (que nunca ocurrirá) o las sanciones de una comunidad internacional (que nunca han resuelto crisis alguna).
Se niegan a permitir que el pueblo se exprese votando como expresión del mandato popular. Abstenerse es votar por el vocinglero e iletrado del Palacio de Misia Jacinta, un voto menos para la oposición es un voto más para el régimen. El abstencionismo solo favorece al régimen y por ello sus voceros lo promueven y lo fomentan
Venezuela confronta grandes disyuntivas: la continuidad del autoritarismo facho-bolivariano o un salto cualitativo hacia la democratización de la sociedad; una ruta hacia el crecimiento sostenido o el estancamiento indefinido gracias a una estadolatría perversa; la construcción de un Estado de Derecho o la consolidación de un Estado forajido en manos de una mafia cívico-militar.
La abstención es una acción de desesperanza y de entrega frente a la barbarie fachochavista.