La revancha de AMLO, por Ernesto Hernández Norzagaray
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El gobernador de Sinaloa y miembro del partido oficialista Morena, Rubén Rocha Moya, tildó de «revancha» a la marcha que está organizando el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tras la masiva manifestación en contra de la reforma que ha impulsado sobre el Instituto Nacional Electoral. Esta expresión, en el argot boxístico, no puede provenir sino de un adversario derrotado. Si en el imaginario morenista esto se vive como una derrota es porque el alcance de la manifestación en contra de la reforma y el propio presidente no solo impresionó, sino que también fue percibida por muchos de los líderes oficialistas como el ocaso del jefe político y de la idílica Cuarta Transformación.
Algunos dirigentes oficialistas, sin embargo, han optado por negar los hechos. El secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, básicamente redujo la movilización a 10.000 o 12.000 asistentes. Quizá la minimizó pensando en el efecto que podría tener en la eventual candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum y en la suya, si aspira a relevar a su jefa actual. Hasta el propio presidente López Obrador minimizó la gran marcha sobre la ciudad que alguna vez fue el bastión irrebatible de la izquierda.
Sin embargo, las alarmas del Palacio Nacional se encendieron y el Gobierno ha buscado la forma de controlar los daños ocasionados por la masiva manifestación y su difusión mediática internacional. No obstante, cuando se esperaba que López Obrador diera un paso atrás para relanzar una visión de Estado, no se le ocurrió mejor idea que movilizar sus bases para marchar en respuesta.
Esta maniobra del mandatario parte de la debilidad y ello quedará en evidencia. En primer lugar, porque el Gobierno tendrá que poner a su servicio todos los recursos públicos necesarios para llenar el Zócalo de la Ciudad de México. Además, mientras que, en el acto contra la reforma del Gobierno, el discurso sobre los riesgos de continuar la ruta trazada en contra del sistema electoral, el INE y la democracia lo dio el reconocido académico y político José Woldenberg, quien dará el discurso en la movilización oficialista será el propio presidente, enviando un mensaje en línea propagandística. Finalmente, mientras que en la marcha opositora se defendieron las instituciones y la democracia, en la de AMLO se defenderán sus logros.
Esto deja entrever que el presidente, quien se siente acorralado y está perdiendo su capacidad de reacción política, está apelando al incesante incremento de la polarización. De hecho, ha tildado a los asistentes de la masiva movilización de “fifís”, cínicos y corruptos.
Este discurso polarizante, sin embargo, está generando fracturas dentro del morenismo. El grupo que rodea al senador Ricardo Monreal ha dicho que, si bien probablemente asistirá a la concentración del mandatario, está en contra de la «regresión en el INE».
Pero más allá de las diferencias dentro del partido oficialista, la revancha no augura buenos resultados para el jefe de Estado. Este llegará a la contienda con «porra» pero lastimado y sin reflejos, y sobre todo sin haber hecho una estrategia eficaz para dar pelea.
No faltan quienes dicen que esta es solo una pelea más del presidente López Obrador, que su camino está lleno de victorias simbólicas, y que vendrán más batallas (y decisivas) para el futuro del país.
De hecho, la lucha se está escenificando en el Congreso de la Unión donde se están midiendo las fuerzas legislativas, sea por la reforma constitucional en materia electoral o por la reforma a la ley secundaria. En 2023, la contienda será para elegir a tres nuevos consejeros electorales.
Además, se llevarán a cabo las elecciones en el Estado de México y Coahuila, hasta hoy gobernados por el PRI, donde López Obrador busca desesperadamente la victoria de Morena. Las tendencias parecen favorecerlo. No obstante, lo grave no es que gane, sino que se repita lo sucedido en otros estados donde la coalición “Juntos hacemos historia” ha ganado debido a la actuación impune del crimen organizado.
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Cualesquiera sean los resultados futuros, lo cierto es que hay una insurgencia ciudadana que va más allá de los partidos y sus personajes, y que hoy lleva a reflexionar a toda la oposición para definir sus estrategias y acciones futuras.
A todas luces, de momento parece más inteligente la oposición que el cenáculo de Palacio Nacional que apuesta todo a la confrontación mediática. Si bien esta estrategia le fortalece entre los adictos al obradorismo, le resta entre sus opositores, que los hay y han ganado la calle.
En definitiva, la marcha que está organizando el presidente, vista en clave de revancha, como lo señala el gobernador sinaloense, no parece una buena opción, pues deja entrever un mandatario que está perdiendo reflejos para leer la coyuntura y tomar, así, mejores decisiones.
Ernesto Hernández Norzagaray es profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México.
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