La robótica llega a las aulas de clases
Niños y adolescentes de diversas escuelas del oeste caraqueño despiertan su curiosidad por la tecnología, mecánica y electrónica gracias a las exposiciones itinerantes de robótica educativa y a las clases de inducción que realiza la Universidad Católica Andrés Bello, con el propósito de brindar nociones básicas que promuevan su vocación y fomenten interés por la mecatrónica
Fotos: Luna Perdomo
Las clásicas asignaturas teóricas de la educación básica y diversificada de distintas escuelas primarias de Antímano, Carapita, La Vega, Montalbán y Caricuao dan paso a las actividades extracurriculares de inducción a la robótica que lleva a cabo, desde el 2004, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en sectores populares.
El objetivo es brindar a los jóvenes un acercamiento temprano y oportuno a la mecatrónica, una ciencia que une diferentes campos tecnológicos y de ingeniería mecánica, eléctrica y electrónica con la que se diseñan, desarrollan y programan máquinas robotizadas capaces realizar distintas tareas de forma automatizada.
Ejemplo de ello son los drones, que se programan a través de aplicaciones, los brazos mecánicos de los estacionamientos, que funcionan con diversos sensores, entre otros.
«Las actividades demostrativas están pautadas para niños de quinto grado de educación básica hasta jóvenes de la etapa diversificada. Constan de tres estaciones que explican tres tipos de energía: limpias y renovables, solar y eólicas, por las que se rotan los alumnos; además de un video sobre la preservación y cuidado del planeta y del medio ambiente», comenta Javier Herrera, profesor investigador adjunto de la UCAB.
Detalla que los talleres interescolares para la iniciación a la robótica se dictan en cuatro clases de cuatro horas y se trabajan fundamentos de introducción a la programación, al diseño de prototipos y construcción de modelos automatizados.
«Parte de nuestros objetivos, además de mostrar los modelos robóticos y orientar hacia su construcción y programación, es que los muchachos trabajen en equipo, desarrollen el pensamiento computacional y algorítmico».
El profesor destaca que, aunque la universidad ofrece el proyecto a las escuelas de la zona, son estas las que deciden y coordinan la visita, de acuerdo con el cronograma escolar y la disponibilidad de tiempo.
Transmitir conocimientos
Detrás de las actividades demostrativas y de los talleres de robótica educativa hay un equipo conformado por estudiantes de distintas carreras como Comunicación Social, Educación, Administración, Economía y las diferentes ingenierías de la UCAB, que cumplen la Ley del Servicio Comunitario, impartiendo parte de sus conocimientos a futuras generaciones a través del Centro de Innovación Educativa de la Dirección de Extensión Social de la UCAB.
La UCAB ha logrado mantener y perfeccionar el proyecto, a lo largo de su historia, gracias a la colaboración de empresas privadas tecnológicas y de telecomunicaciones (IBM y Telefónica Movistar) que facilitan materiales y capacitación para los niños.
Aunque la robótica no forma parte del pensum de estudios de educación básica y diversificada ni es un Programa de Formación Nacional (PNF), las clases y talleres de esta rama de la mecatrónica han tenido mayor auge luego de la pandemia, tanto en escuelas como en clases y talleres particulares de robótica.
Los colegios y escuelas interesados en recibir las visitas del equipo de la UCAB para actividades educativas y demostrativas deben solicitarlas a través del correo electrónico [email protected]
Fundación Roboty
«La idea de la Fundación es de mi esposo, el profesor de electrónica Francisco Botifoll y es un emprendimiento netamente familiar, inspirado en la creación de una metodología educativa, en la que el profesor ofrecía actividades demostrativas todos los días en las escuelas para llamar la atención de los jóvenes que iban a empezar en primer año de bachillerato y así, pudieran escoger la especialización de electrónica, conjuntamente con la mecánica y la electricidad», explica Miriam Sosa.
Detalla que, aunque la Fundación nace oficialmente desde hace una década, son más de 20 años los que tienen promoviendo la mecatrónica.
«Nuestras clases consisten en dos horas académicas y las impartimos en nuestro tiempo libre (viernes y sábados), porque ambos tenemos otros empleos y nuestros hijos estudian. Nuestra aula de trabajo es un espacio integrado, es decir, por cada seis jóvenes tenemos a uno con alguna discapacidad».
Actualmente, el grupo de estudios de robótica creativa está conformado por seis jóvenes, cada uno con su computadora y un módulo electrónico. La la edad mínima requerida para los interesados en las clases es de siete hasta los 18 años de edad, tienen un costo de 3 dólares y $5 si es presencial.
Cabe destacar que la Fundación no cuenta con ningún tipo de financiamiento, por lo que que todos los recursos con los que cuentan son propios, en su mayoría donados por familiares y otros son reciclados.
«En Venezuela es necesario un cambio curricular, no solo a nivel universitario sino desde preescolar, para que los niños vean materias de mecatrónica y que, a futuro, puedan desarrollar proyectos que el país necesita, no solo programadores sino desarrolladores para el área industrial», destaca Miriam Sosa
Estación de limpieza anticovid
El estudiante de 4to año de bachillerato Sergio Zambrano realizó su primer invento gracias a una tarea del liceo en la que se le solicitó realizar un proyecto productivo, tecnológico o de bioseguridad. «Aprovechando que estamos en pandemia me basé en cómo eliminar el virus del la covid -19 de los tapabocas reusables, a través del calor», explica el estudiante de 15 años.
Tras leer un estudio realizado en Texas (Estados Unidos), que confirmaba la neutralización del virus a través de su exposición a altas temperaturas (75°C), Sergio ideó, diseñó y construyó la Estación de Limpieza Anticovid; un prototipo que sirve, sobre todo, para mostrar la idea.
«El funcionamiento inicia cuando el usuario pulsa un botón, situado en la parte delantera del prototipo, este suelta antibacterial, la persona abre el compartimiento de desinfección e introduce el tapabocas. Por un lado, está una palanca que activa el calor del secador por cinco segundos y este queda desinfectado», explica el estudiante, y agrega que el uso del equipo está pensado principalmente para establecimientos comerciales, hospitales, tiendas, entre otros.
Miriam Sosa explica que el proyecto de Sergio está en fase de prototipo y detalla que «para poder llegar a ser un emprendimiento debe pasar por otras fases».
El alumno está capacitado para llevar el proyecto de manual a la digitalización a través de las actividades que educativas de la Fundación y del Módulo Universal Electrónico (MUE), una especie de tarjeta o cerebro, creada por el profesor Francisco Botifoll, fundador de Roboty, que provee el funcionamiento automatizado de este y de otros proyectos creados en la Fundación.
«A mis profesores les gustó mucho y me recomendaron para el curso de Roboty. Pasé tres meses con las clases y aprendí bastante sobre la programación, el uso de los sensores, cómo detectarlos y en el caso de que pueda mejorar el proyecto, puedo ponerle sensores para automatizar el movimiento de las personas», destaca Sergio.