La salida a la crisis tiene que ser democrática, por Griselda Reyes

La abstención sólo beneficiaría a quienes hoy están en Miraflores y peor aún, los ratificaría en el poder. Abandonar el único espacio legítimo, ganado en buen lid, como es la Asamblea Nacional, es darle la estocada final a la República.
Parece que parte del liderazgo del país no aprendió la lección de 2005 y de 2018 y perdió total conexión con los venezolanos. Hoy sólo quieren un CNE que convoque elecciones presidenciales, a sabiendas de que constitucionalmente hablando los comicios que corresponden en 2020 son los legislativos.
Entendamos que no se trata de un capricho sino del destino de un país que lleva casi 21 años sometido a todas las vejaciones posibles por parte de un régimen autoritario, déspota, profundamente inhumano, cruel, cuyo único objetivo no es el bien común sino mantenerse en el poder.
El poder envilece y el poder ejercido con el sólo fin de lucro personal enferma, corrompe, pervierte aún más.
Desde que nos conformamos como organización con fines políticos, Acción Ciudadana En Positivo decidió lanzarse a las calles, sin hacer tanto ruido. Poco a poco hemos armado estructura y maquinaria electoral en parroquias, municipios y estados para enfrentar las contiendas electorales establecidas en la Constitución.
Nuestro carácter es democrático y pacífico, apostaremos siempre por la vía electoral como la única – entiéndase bien: única – ruta para dirimir conflictos políticos.
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Agradecemos el apoyo que viene dando la comunidad internacional para acelerar la salida a la crisis en Venezuela, aunque estamos conscientes de los daños colaterales que sobre la población generan las sanciones impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y otras naciones a los funcionarios que han desfalcado el erario público.
Agradecemos a aquellos países que le han tendido la mano a los millones de venezolanos que han salido en un éxodo forzoso por la emergencia humanitaria compleja que estamos viviendo desde hace por lo menos cinco años.
Agradecemos a los Presidentes y Jefes de Estado que se han solidarizado con Venezuela y han denunciado en todas las instancias posibles la sistemática violación de los Derechos Humanos por parte del régimen de Nicolás Maduro.
Pero a todos les digo que, bajo ningún concepto, la salida puede ser violenta. Sabemos que el adversario es tramposo, que jugará todas sus cartas para desmotivar a los venezolanos – y lo está logrando –; que hará lo que esté a su alcance para retrasar la designación de las nuevas autoridades en el Consejo Nacional Electoral; que se apoyará en su Tribunal Supremo de Justicia para voltear la Carta Magna a su conveniencia; que fomentará y esgrimirá la abstención como su bandera para garantizar que, en venideros procesos electorales, sólo sufrague su militancia, esa que pueden controlar a través del Carnet de la Patria.
Hoy más que nunca debemos estar unidos. Nicolás Maduro, el PSUV, el Polo Patriótico, hoy no ganan una sola contienda electoral. Por eso le temen al voto, a la avalancha de votos.
La experiencia de 2015 los marcó profundamente y aprendieron de ella. Por eso harán lo posible para desmotivar al elector. En 2018, Nicolás Maduro se “reeligió” Presidente de Venezuela con poco más de 6 millones de votos – según la dudosa cifra ofrecida por el CNE –, de una población de 20 millones y medio de electores inscritos. Le regalamos la presidencia cuando decidimos no votar.
Y desde el mes de enero – cuando venció su sexenio 2013 – 2019 –, Nicolás Maduro ha ejercido de facto el poder durante más de 10 meses.
¿No es suficiente esta lección para entender que la abstención no es la vía? ¿Para entender que la salida a la crisis debe ser democrática y electoral en paralelo con las negociaciones? Este régimen no abandonará el poder así porque sí porque no le interesa. Todos los regímenes autoritarios actúan de igual manera.
Y si hay algo que ha favorecido enormemente a Nicolás Maduro y su gente, es el radicalismo a ultranza que impera dentro de la propia oposición. El oficialismo tiene sus conflictos internos, pero mantiene una sola línea de actuación. La oposición tiene sus conflictos internos y entre todos nos echamos cuchillo para atacarnos unos a otro, sin percatar que el enemigo está al frente, gobernando desde hace 21 años.
Una avalancha de votos en las elecciones parlamentarias los haría retroceder, mientras se mantiene la lucha en todos los escenarios políticos posibles. Los espacios conquistados no se deben perder, se deben proteger.
Y desde ese espacio ganado hay que trabajar con más fuerzas para conquistar otros espacios. El venezolano es pacífico por naturaleza. Nadie – salvo algunos radicales de lado y lado – quiere una guerra. Miren los resultados de la más reciente encuesta de Félix Seijas: casi 60% de los venezolanos está dispuesto a participar en un proceso electoral ¿Ese porcentaje no importa? No desaprovechemos ese capital. Sepamos canalizar el enorme descontento popular que hay.
Hagamos votos por la reconciliación de los venezolanos y trabajemos desde las bases para que juntos exijamos a los políticos que estén a la altura de sus cargos.