La sotana que camina, por Jesús Rafael González

Autor: Jesús Rafael González |@chuogonzalez
Cómo se sabe Venezuela está al borde de ser un Estado fallido, consecuencia de la hiperinflación, la hiperdevaluación y el incremento asombroso de la pobreza extrema, familias enteras deambulan hurgando entre la basura para comer. Estamos ante una dramática crisis asistencial por carencia de medicinas y alimentos. Una emigración nunca antes vista, ya Acnur y otras instituciones internacionales han actuado por el problema ocasionado en las fronteras. Ya varios “think tank” se preguntan ante el riesgo de estas situaciones como no hemos tenido un estallido de violencia aun mayor que puede conducir a golpes de Estado y guerras civiles.
Ante ese catastrófico diagnostico, el más influyente sacerdote y catedrático Luis Ugalde -la Sotana Ilustrada como le escuché decir- asesor y conductor de las acciones de buena parte de la oposición venezolana, plantea que Maduro renuncie o mejor que los militares le echen una ayudita, para poder retomar el hilo democrático, pero eso sí bajo la conducción temporal de unos demócratas ciudadanos elegidos por nadie, que en algún momento llamarán a elecciones, para lograr la transición sin problemas, desconociendo en su análisis la fuerza militar de su enemigo y la posibilidad del fragmentación de la FAN pudiera llevar a una guerra civil.
Muy distante de los llamados a diálogo y entendimiento del Papa Francisco, o de la declaración de la OEA o la UE, que con su llamado están presionando una salida negociada.
Ugalde plantea la ruta rápida, desconociendo miles de páginas de la historia reciente donde la experiencia enseña que el camino más eficiente para superar las crisis estructurales son el entendimiento y la reconciliación, dos palabras que conoce muy bien la iglesia católica.
Pero como en el campo de la ciencia política la predictibilidad no es uno de sus fuertes; y lanzar escenarios ante esta dura crisis está de moda, me voy a permitir realizar un ejercicio con una ruta alterna, para fomentar el sano debate de nuestros problemas, en la que destacó la importancia de salidas negociadas que contemplen los intereses de las partes, y en las que se tome en cuenta la realidad política circundante, no se puede seguir fantaseando con nuestros deseos, ya demasiados errores se han cometido.
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Siempre tendremos posibilidades de diálogo es porque lógicamente existen grandes desacuerdos, sin embargo, debe haber un reconocimiento entre los involucrados del tamaño y la magnitud de la crisis, la magnitud de las fuerzas y su capacidad de acción, para poder transitar el camino a la recuperación tanto deseada. No se trata de convencernos sino de buscar puntos en común para destrancar la situación de crisis y hacer de verdad una transición posible.
Transición económica, social y política
El discurso de los distintos actores políticos de Gobierno y oposición, se apartó de la crisis estructural de nuestra economía, el peor desempeño económico llevó a un colapso en lo social, el desconocimiento de los problemas concretos alejan al ciudadano de lo político, pues nadie está dando respuesta o planteando alternativas para superar esta crisis.
El 100% de los casos de colapso económico terminaron en un programa estructural de reformas económicas, liberando la economía, respetando la propiedad privada y solicitando un programa de auxilio financiero a la comunidad internacional, pero para que esto sea posible la principal garantía es que exista un acuerdo entre la partes, por eso un punto de arranque debe ser una transición de nuestro modelo económico que mejore la angustiosa crisis social.
Arrancar por este punto permite la reinstitucionalización del país en un corto plazo, pues para que las ayudas financieras lleguen se debe garantizar un mínimo de institucionalidad, hoy perdida con la constituyente y el desconocimiento de la Asamblea Nacional.
Y como soñar no cuesta nada, pudiéramos proponer que se vote en los próximos meses un nuevo texto constitucional que plantee un sistema bicameral, una sola reelección, un sistema de doble vuelta, la reducción del período a 4 años, disminución del número de magistrados, una reforma de la estructura del CNE, el fortalecimiento de las regiones, lo que llevaría obligatoriamente a la renovación de los poderes públicos, de forma que se genere una mayor estabilidad en el sistema, esta constitución sería la gran base del nuevo acuerdo nacional de amplia base.
Claro que no faltará el que diga que no hay condiciones y que con este CNE es imposible, pero eso es justamente los elementos que deben estar en un proceso de negociación.
Elementos prácticos para un procesos de negociación política en Venezuela
Todo proceso de negociación debe establecer reglas claras que contribuyan a mitigar la desconfianza entre las partes, delimitar las expectativas que tienden a aumentar especialmente en la población, advertir que la crisis permanecerá durante el proceso e incluso pudiera agudizarse, contribuir y velar por el cumplimiento de lo acordado y ofrecer garantías.
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Para este decálogo de buenas intenciones, varias son las técnicas y modelos que se han utilizado en los procesos de crisis compleja en otros países, pero es imprescindible contar con medidas para construir la confianza entre las partes y la población, mas en el caso venezolano en el que todos los intentos han fracasado en lo concreto, por eso me permito enumerar algunos puntos generales por donde se puede arrancar:
– Proponer un nueve grupo de mediadores y facilitadores que dé garantías de neutralidad entre las partes y ante la opinión pública, ya el primer esfuerzo fracaso y los mediadores quedaron en el medio del conflicto.
– Establecer gestos concretos y condiciones mínimas, y al mismo tiempo diferenciarlos de los resultados del posible acuerdo que se materialicen rápidamente y eso genere un efecto de avance y beneficio para la población.
– Acordar estrictas reglas de confidencialidad sobre discusiones internas, para evitar que los disensos trasciendan a la opinión pública y perjudiquen la construcción de la confianza.
– Establecer estrategias de pedagogía sobre el proceso.
– La participación de la sociedad civil surge como elemento de cooperación
– Debe elaborarse un acuerdo sobre seguimiento y verificación.
– Conformar comisiones conjuntas de seguimiento.
Estas ideas generales sólo serán posibles si existe una voluntad política sincera, que ponga en primer lugar, las necesidades agobiantes de un pueblo empobrecido y en segundo lugar, que se logre entender que la profundidad de la crisis va más allá de sólo un cambio de gobierno.
El entendimiento y la reconciliación, siempre serán necesarias -antes, durante o después de un conflicto-. Una ruta como la propuesta pone en primer lugar al venezolano, pero le sirve a todos los sectores, militares, iglesias, empresarios, partidos, sociedad civil y comunidad internacional, es decir a todos.
Walt Disney decía, “Todos nuestros sueños se pueden hacer realidad si tenemos el coraje de perseguirlos”, yo apuesto por perseguir el camino del entendimiento y estoy seguro que en el seno de la iglesia también.