La tiranía contra la prensa libre, por Gregorio Salazar
La persecución que ha iniciado el régimen de Maduro contra periodistas venezolanos y extranjeros es reveladora de los desvaríos que están asaltando la mente de una cúpula que definitivamente abandonó todas las herramientas, valores y formalidades democráticas para actuar como lo que son: un grupo abiertamente autoritario y, peor aún, totalitario.
A pesar de estar en el foco vigilante de la atención mundial no le ha importado exhibirse impúdicamente apresando, incomunicando, encarcelando y deportando corresponsales que han venido a Venezuela para informar a la opinión pública de sus países de la crisis sin precedentes que sacude a esta nación. La repulsa mundial ha sido inmediata por parte de gobiernos y de organizaciones periodísticas nacionales y de todo el orbe.
Hasta el viernes de esta semana el escrutinio hecho por los gremios de la prensa y las Ong’s defensoras de los derechos humanos totalizaba doce detenciones contra los trabajadores de los medios en apenas dos días. Finalmente fueron liberados y otros deportados, pero más allá de eso el denominador común fue el trato agresivo, desconsiderado, nada humanitario ni respetuoso de la labor informativa de estos profesionales, lo que una vez más viene a equiparar a la dictadura criolla con cualquier tiranía conocida. Atrocidades en las que, por supuesto, no incurre ningún gobierno que se precie de demócrata.
La presión hacia los medios que sobreviven es palpable por la desinformación en la que se mantiene a la población. Son poquísimas las ventanas televisivas o de medios impresos que ofrecen elementos suficientes para formarse una idea cabal de lo que está ocurriendo en Venezuela. La censura y la autocensura están férreamente instauradas en la dinámica comunicacional del país.
Como contraparte es profusa la información que corre a través de las redes sociales, cada vez más infectadas de noticias falsas o manipuladas.
Operan laboratorios, de lado y lado, que trabajan en función de un escenario de guerra, que interfieren con el trabajo que están realizando con gran profesionalismo el grueso de los periodistas venezolanos y los corresponsales extranjeros
Preocupante también que la conducta contra los periodistas pueda representar las señales de la deriva que elegirían Maduro y su entorno más inmediato ante la situación de desconocimiento de su presidencia por la mayoría de los países de América y Europa y las medidas cada vez más contundentes de los Estados Unidos en el campo económico. Esto es resistir con obstinación hasta el fin, lo que para ellos representaría el martirologio y para los demás la mejor prueba de la demencia ideológica que los ha guiado desde un principio.
En lo inmediato, marchamos sin duda hacia una situación exageradamente crítica en el abastecimiento de gasolina por la falta de recursos económicos y de insumos importados que provenían de EEUU para la producción de ese combustible. Lo que se avecina de alargarse, como todo lo indica, la confrontación es la parálisis de lo que resta del transporte nacional y del menguado aparato productivo.
Desde el punto de vista humanitario, la agudización del conflicto político tiene como telón de fondo la aceleración y profundización del derrumbe de las condiciones de vida de los venezolanos a partir del nuevo salto hiperinflacionario dado por el más reciente “aumento” salarial.
La presencia multitudinaria de los venezolanos de nuevo en las calles de todo el país confirma que se mantiene la confianza y la esperanza en la figura de Juan Guaidó para manejar una transición que conduzca en paz a elecciones libres. Guaidó es el símbolo, los venezolanos movilizados expresión de la fe que moverá montañas.