La tradición hoy, del Buen Consejo, por Rafael A. Sanabria Martínez
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Curiosamente, las fiestas patronales de El Consejo se realizaban, originalmente, por los campesinos locales en honor a los patronos de las haciendas. Fue en el siglo XVIII, cuando se fundó el pueblo y, según datos del cronista de La Victoria, Dr. Germán Fleitas Núñez, que cuando el obispo visitó el pueblo dejó testimonio de que los campesinos pasaron a tomar parte de los actos religiosos. Según los cuentos, la celebración de los patronos se transformó en fiestas litúrgicas en honor a la Patrona, la Virgen.
Las celebraciones en honor a la Virgen se hicieran tradición. Enrique Bernardo Núñez, recogió en su libro La ciudad de los techos rojos, que la virgen del Buen Consejo era venerada desde la fundación del pueblo en 1777, cuando la monja María Josefa del Buen Consejo, hija del Conde de Tovar y nacida en la población, le pide a su padre que traiga la imagen de la Virgen del Buen Consejo de Genazzano (Roma).
El 24 de agosto de 1782, María Josefa del Buen Consejo, ahora Sor María Rosa de San José de Tarbes, recibió el velo negro y ese mismo día empiezan las fiestas patronales de El Consejo. Posteriormente la fecha de celebración se cambió al 8 de septiembre. Algunos sitúan el cambio a mediados del siglo XIX.
Las fiestas patronales de esta población tienen, por supuesto, un significado religioso, pero, más allá, han conformado parte de la estructuración social. Un ejemplo es la fundación de la Sociedad de Nuestra Señora del Buen Consejo, el 8 de septiembre de 1913, y que es un símbolo histórico en esta aldea consejeña, por su espíritu de abnegación. Esta reseña histórica nos a conocer datos interesantes sobre esta sociedad religiosa de relevante trayectoria. Siendo presidenta de dicha sociedad, la poetisa, profesora Josefina de la Cruz de Balbo en el año 1953 que tomó una hoja de papel y escribió la letra del Himno de Nuestra Señora del Buen Consejo. Don Roque Ayala le puso la música y el 8 de septiembre de 1957, fue interpretado por la Banda de Nuestra Señora del Buen Consejo. Todo como una gran familia y un solo sentir.
Después de varios años suspendidas estas celebraciones, entre otras causas por la pandemia, se han retomado, este año desde el 28 de agosto al 10 de septiembre, con nuevo ímpetu, renovadas energías y con un espíritu más amplio y esperanzador, de todos para todos, haciendo honor al significado original de la palabra católico (del griego katholicós), es decir universal, general.
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Lo exclusivamente litúrgico ha expandido su presencia a las diversas poblaciones del municipio, saliéndose del ámbito de las cercanías del templo. Las actividades mezclan lo deportivo con un torneo de beisbol, el reconocimiento histórico de la venezolanidad con una carrera de antorcha donde se destacó la evolución de la bandera nacional con sus 16 diferentes diseños desde 1806, la manifestación cultural con una cantata y el esparcimiento popular con certamen de jóvenes y bulevar de música. Además, una afortunada coincidencia en el tiempo ha sido la exitosa celebración del torneo anual de rugby, ya con carácter internacional, en el Polideportivo de Santa Teresa que cerró con un concierto juvenil.
La sociedad civil, las autoridades municipales y estadales, las organizaciones culturales y –por supuesto- la parroquia eclesiástica y las diversas organizaciones religiosas han trabajado conjuntamente para estas celebraciones, haciendo un esfuerzo que da frutos en las fiestas en sí, pero sobre todo que nos hace reconocer que, solo actuando civilizadamente, en el reconocimiento del otro y el respeto mutuo es la forma en que Venezuela pueda volver a ser el país que tuvimos.
El Buen Consejo es una luz de esperanza, para salir de nuestros errores, no para perseverar en él. Para cambiar la sociedad mejorándonos nosotros mismos. Para desechar aquella premisa que leíamos en «1984» que «el odio es amor». Porque el Buen Consejo es bastante más que un simple nombre.
Yo soy pueblo.
Rafael Antonio Sanabria Martínez es profesor. Cronista de El Consejo (Aragua).
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