La travesía del ilustre Kees, por Valentina Rodríguez Rodríguez
Holandés de nacimiento, venezolano por decisión. Sordo, obstinado, de humor fino y cazador de aventuras. La más alucinante: llegar a Venezuela atravesando el Atlántico en una nave construida con sus manos. Este es un retrato de Kees Verkaik, el artista detrás de las ilustraciones y la identidad gráfica del diario TalCual, el periódico que fundó Teodoro Petkoff y quien traducía en trazos sus afilados editoriales
20 años le tomó a la familia de Kees Verkaik construir el velero que lo traería de Ámsterdam a La Guaira. Sólo él sabe cuántos bocetos hizo desde adolescente. Dibujar no era únicamente el medio que le permitió persistir en ese sueño que fue el «Why not?», aquel navío de 40 pies con el que recorrió mares y océanos, y que ancló en Venezuela.
Ser hábil con el trazo de un lápiz fue la destreza que cultivó para superar la sordera que lo afectó desde muy niño y ganarse la vida hasta convertirse en el ilustrador del diario TalCual, el emblemático medio con sede en Caracas.
Para Kees la travesía oceánica fue un sueño que le inculcó su padre desde pequeño, y se convirtió en una obsesión. Traumado por la posguerra, quería dejar atrás los días amargos de la expansión nazi en Europa que marcaron su primera juventud para buscar un nuevo horizonte. Kees deseaba deslastrarse del frío invernal y dibujar con la luz del trópico.
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Una vez terminada la embarcación, a principios de los 70, Kees, de 28 años, decidió zarpar en el velero «Why not?» Lo acompañaron en la aventura su esposa Tineke, Leendert, su hermano gemelo y marino, y su cuñada Corrie.
Salieron de Ámsterdam a Bélgica. Siguieron a Inglaterra, Portugal, Gran Canaria e Isla El Hierro (España). Después cruzaron el Atlántico, el desafío mayor, hasta arribar a Barbados. Los siguientes puertos serían Trinidad y Granada, hasta que llegaron a una paradisíaca isla de Margarita, su primera escala en Venezuela.
Los holandeses decidieron anclar en La Guaira en abril de 1971. Atracaron el velero en el muelle del hotel Macuto Sheraton. Allí estuvieron un tiempo. El vínculo con este lado del Caribe fue amor a primera vista.
—Pasar del frío del mar del norte al clima subtropical fue la primera maravilla. En las noches se veían muchas estrellas. Nos pasaron delfines a un costado del velero. La travesía desde Isla El Hierro a Barbados duró 28 días. Después de tantos días en altamar, al arribar a Trinidad nos lo tomamos con calma. Llegamos en los carnavales. Nos encantó el calor de la gente con sus bellos trajes. Una semana después llegamos a La Guaira —cuenta Tineke, la esposa de Kees.
Kees, de inmediato, quiso ponerse en contacto con un excolega holandés, un ilustrador que trabajaba en una agencia de publicidad en Caracas y que le había escrito cartas de posibilidades de trabajo.
No hablar el idioma y la imposibilidad de oír no fueron impedimento para decidir instalarse en Caracas. La luz, el clima y el trato criollo cautivaron a Kees. Invitó a su esposa a quedarse. Se prendó de un país con futuro.
Este trabajo fue producto de la tercera cohorte del Diplomado Nuevas Narrativas Multimedia Historias que Laten, en alianza con el CIAP-UCAB y la Fundación Konrad Adenauer, en Caracas de noviembre de 2019 a febrero de 2020.
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