La última locura, por Teodoro Petkoff
«El que no es chavista no es venezolano». La frase, brutal, grosera y miserablemente falsa fue pronunciada por Chacumbele el domingo, en la parada militar que sirvió para conmemorar la batalla de Carabobo. Este sujeto está obviamente desquiciado. El olor de la derrota final lo está sacando de sus casillas con una frecuencia pasmosa. A todos los elementos de división y polarización que ha ido acuñando a lo largo de su mandato, añade ahora este, que pretende dividir a los habitantes del país en venezolanos y no venezolanos, según su posición política.
En el principio fue el Verbo, dice la Biblia, subrayando el inmenso poder de la palabra. Hay que ver lo que significa decir ante unos dos mil miembros de la FAN que más de la mitad de los venezolanos, que nunca fueron chavistas o ya dejaron de serlo, no son tales.
Las palabras se instalan en los cerebros y comienzan a circular por el cuerpo de la institución. Si no son venezolanos, ¿qué son? Extranjeros, apátridas, ajenos al país. Ya lo ha dicho Chacumbele muchas veces. En todo caso, ahora la definición asume una connotación militar: son «el enemigo». Y al «enemigo», como lo dejó asentado Clausewitz, se le debe anular incluso exterminándolo.
De modo que bastante explícitamente Chacumbele ha colocado ante la FAN un claro objetivo militar: la mayoría del país, que no lo acompaña y que aspira a sacarlo de Miraflores a punta de votos, confiando, por cierto, en que la FAN habrá de proteger la voluntad de esa mayoría. Pero resulta que esa mayoría, según la doctrina criminal del Líder Máximo, no es venezolana y por tanto la FAN estaría obligada, de acuerdo al delirante razonamiento de su comandante en jefe, a desconocer el resultado que le dará su triunfo electoral.
Afortunadamente, Chacumbele subestima a los militares. Parte de la premisa de que son unos muñecos parlantes que actúan incondicionalmente de acuerdo a las órdenes que él imparta, por irracionales y/o salvajes que sean. Y no lo son, por lo menos en su inmensa mayoría. Comprometida con aquel concepto atroz («los que no son chavistas no son venezolanos»), sólo existe una reducida camarilla castrense, que hoy ocupa los mandos fundamentales de la FAN, gracias a que Chacumbele, saltándose toda normativa meritocrática propia de una institución fuertemente jerarquizada, los ha colocado en esas posiciones por su obsecuencia, por su adulancia, por su falta de personalidad, seriamente dañada esta por la perversión politiquera e inconstitucional que su comandante en jefe viene tratando de sembrar en el seno de la FAN.
Aunque sea por no dejar, vale la pena citar nuevamente el artículo 328 de la Constitución: «En el cumplimiento de sus funciones, está (la FAN) al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna». Es de suponer que todos los integrantes de la FAN conocen este texto y no necesitan de ningún exegeta que se los explique. Lo que dice no se presta a trucos o manipulaciones.
Cuando Chacumbele afirma que la FAN es «chavista» la coloca al servicio de una persona (él) y de una parcialidad política (el chavismo). Esto no es una violación constitucional de tono menor. La verdad es que literalmente ella anula la Constitución.