La única grandeza, por Adriana Moran
Twitter: @Nuevatec47
¿Por qué razón deberíamos acatar el llamado a la unidad de quienes no quisieron antes unirse con nadie y como capital político solo pueden exhibir el fracaso de sus terquedades? Si no pudieron consultar cuando organizaron aventuras que los fueron dejando solos y si aún hoy no pueden o no quieren explicar que pasó en aquella autopista o en aquella playa, ¿por qué deberíamos los que advertimos desde el inicio de la inconveniencia del rígido mantra dejarnos arrastrar ahora, en un acto de inmolación colectiva, a la unidad sin propósito que una vez más promueven?
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Porque son los “grandes partidos», nos responden. Y aunque si bien es cierto que el gobierno no desperdició ninguna oportunidad de meter su perversa y peluda mano al interior de esas estructuras, también es cierto que si logró dividirlos y enfrentarlos entre ellos fue porque ya existían a lo interno disconformidades y fisuras convenientemente silenciadas por sus dirigentes-jefes que más temprano que tarde terminarían por manifestarse en contra de la disciplina partidista que los amordazaba.
Una oposición puesta a pelear entre sí y a disparar acusaciones de traidores a quienes están allí con el mismo derecho que todos, es un logro que ostenta con vergüenza esa oposición apoyada “por sesenta países» y que llama ahora a una unidad que incluye a pocos y nos excluye a casi todos porque aún en declive, no está dispuesta a escuchar nada más que el sonido de su propia voz.
Volver a la política real, a la de escuchar al que piensa distinto, a la de oír verdades duras dejando de lado los halagos de incondicionales que les fomentan la ceguera, reconocer los errores y estar dispuesto a enmendarlos, bajarse de falsos pedestales para prestar atención a quienes cercanos a la gente, como nuestros obispos, advierten de la necesidad de conectarse con ese dolor inmenso de la mayoría, dejar de mirar al norte para mirarnos nosotros mismos y sobre todo, dejar de creerse grandes porque a esta altura, la única grandeza, sería la que podríamos construir si de una vez por todas nos organizáramos para participar por la vía electoral y trabajáramos por recuperar la democracia que perdimos.
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