La única vía política posible para Brasil, por Carlos A. Gadea
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Las movilizaciones del día siete de setiembre en varias ciudades del país pretendieron demostrar el apoyo político que un amplio sector de la sociedad aún mantiene hacia el actual presidente Jair Bolsonaro. Demostraron, inclusive, su disposición para conducir la narrativa bolsonarista hacia los límites de los marcos democráticos, llevando al propio Bolsonaro a radicalizar sus posturas.
En sus dos discursos, uno en Brasilia por la mañana y otro en São Paulo por la tarde, Bolsonario pareció atrapado en su propio laberinto criticando al Poder Judicial y parodiando un eventual golpe a la institucionalidad del país. El objetivo había sido demostrar fuerza política y legitimidad ante la sociedad, no obstante, terminó evidenciando fragilidad política y muy poca habilidad para lidiar con sus propios discursos y acciones.
Una grave crisis económica
Brasil se encuentra en uno de los peores momentos económicos de los últimos años con índices de desempleo históricos, inflación en continuo crecimiento, aumento de precios de los alimentos y endeudamiento de las familias. Golpeado por la propia pandemia, el país vive un clima generalizado de escepticismo económico y estrés político que en nada favorece la inversión y el trabajo. El desaliento de la población es perceptible y hay una falta de confianza hacia el futuro inmediato.
En este contexto, las movilizaciones del domingo 12 de setiembre en algunas ciudades del país fueron sintomáticas de la indignación con una situación que se interpreta insostenible, económica y políticamente. Convocadas desde diversos sectores de la sociedad, las movilizaciones alertan de los peligros inminentes del gobierno de Bolsonaro, de su inoperancia frente a los problemas económicos reales y de su desvío en el comportamiento político que amenaza la vida democrática.
Mientras tanto, se sigue alimentando la tesis sobre la división política de la sociedad en dos bloques. Si por un lado los seguidores de Bolsonaro reeditan cuando pueden su postura anti-PT y anti-Lula, los partidarios del ex presidente Lula da Silva trabajan en las redes sociales en el diseño de un escenario semejante, que los sitúa como antagónicos por excelencia al actual gobierno.
Líderes y militantes del PT, y de sus partidos aliados, no estuvieron presentes en las movilizaciones del domingo 12. Unos afirman que no fueron invitados, aunque ya han manifestado su incomodidad en juntarse con otras fuerzas políticas del país para pedir el ya clásico ‘Fora Bolsonaro’. Si bien en otras de sus movilizaciones se ha podido constatar el interés por el impeachment al presidente, líderes y militantes del PT se presentan ambiguos y desconfiados con un proceso que, en definitiva, haría caer políticamente a Bolsonaro y, con esto, dejar vacío uno de los dos bloques de la polarización para la disputa electoral en el año 2022.
Ya es posible leer en las redes sociales a simpatizantes del expresidente Lula procurando radicalizar el ‘peligro Bolsonaro’, inflar el significado político de las movilizaciones del siete de setiembre y de su contenido ideológico con el objetivo de no dejar decaer su poder e influencia. Para estos, Bolsonaro no puede ser relativizado en tanto figura política que podría paulatinamente perder espacios con miras a la futura contienda electoral. Si Bolsonaro se constituyó discursivamente como antagónico al PT y a Lula, se torna necesaria la permanencia de su legitimidad para el mantenimiento de la polarización política.
En este sentido, las movilizaciones recientes y futuras en torno al PT y Lula también jugarán un partido aparte: retroalimentar las viejas disputas políticas con el objetivo de dar rienda suelta al diseño de un escenario político polarizado entre Lula da Silva y Bolsonaro.
Las encuestas señalan una preferencia por Lula
Las encuestas de los últimos dos meses que miden la intención de voto para las elecciones de 2022 dan cuenta de la preferencia por Lula da Silva frente a Bolsonaro y el deterioro progresivo de la figura del actual presidente. Fue en parte por estas cuestiones que últimamente Bolsonaro no cesó en presentarse públicamente para dar cohesión y fuerza a sus electores.
Pero, paralelamente a la caída de su popularidad, otros precandidatos a la presidencia de la República como por ejemplo Ciro Gomes vienen ganando terreno. Esto no quiere decir que las adhesiones a Ciro Gomes estén vinculadas directamente con la caída de la imagen de la figura de Bolsonaro, sino que es en él que parece ir concentrándose el voto de personas que en las encuestas afirman que no votarían ni por Lula ni Bolsonaro.
Los círculos bolsonarista y lulopetista, desde sus antagonismos, trabajan en simultáneo para que no emerja, ni desde la izquierda, centro o derecha política, lo que se ha denominado la ‘tercera vía’ o una alternativa política a la polarización instaurada. Para el bolsonarismo, una ‘tercera vía’ traduciría un lulopetismo travestido, una izquierda disfrazada connivente con la corrupción, etc.
Para el lulopetismo y su círculo de influencia política, más allá de su estructura partidaria, una ‘tercera vía’ es entendida como la continuación de Bolsonaro sin Bolsonaro, de la continuación de un proceso político que habría abandonado las pautas populares y conducido hacia la derechización del país. Sin embargo, lo que se define como ‘tercera vía’, en realidad, no surge como contrapartida a dos vías políticas anteriores, sino como única alternativa política posible a un ciclo político iniciado en los años 2000, y que con Bolsonario gana su expresión más reciente: el lulobolsonarismo.
Lo que muchos definen como ‘tercera vía’ no es otra cosa que la única vía política posible que podría poner fin a un ciclo político con ciertos devaneos populistas y personalistas, y que ha diseñado una sociedad polarizada en constante conflicto. Para gran parte de la sociedad brasileña no existiría esa ‘tercera vía’ porque no se trata de asumir una opción política situada en los intersticios de dos vías ya preexistentes. Para muchos, el ciclo político actualmente encarnado en Bolsonaro, e iniciado con Lula, estaría llegando a su fin.
Solo existiría una única vía política posible para su superación y llamarle de ‘tercera vía’ no sería del todo apropiada. En las elecciones de 2022 la verdadera disputa será entre los que quieren dar continuidad a este ciclo político y entre quienes le quieren poner fin. Y para estos últimos, existe una única vía política posible para Brasil.
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Carlos A. Gadea es politologo y profesor del Programa de Postgrado en C. Sociales de UNISINOS (Brasil). Doctor en Sociología Política por la UFSC (Brasil). Postdoctorado en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Univ. de Miami. Prof. vsitante en la Univ. de Leipzig (Alemania).
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