La Universidad y el país, por Pablo M. Peñaranda H.
Twitter: @ppenarandah
Si la universidad del siglo XX no fue una réplica de la universidad del siglo XIX, entonces la universidad del siglo XXI no puede pensarse desde la nostalgia de la universidad del siglo XX.
Tulio Ramírez
En nuestro país ha ocurrido un aumento desmedido del caos, lo que eran opacos espacios o medianas máculas en la vida nacional, hoy dia se han convertido en inmensas sombras cuyos resultados dieron al traste con el aparato productivo y con las instituciones fundamentales de la nación. Una especie de corrosión avanzó sobre los sistemas sanitarios y educativos dejándolos en la verdadera inopia. En medio de este caos se encuentra el sistema de educación superior y en especial la Universidad Central de Venezuela, por ser la más importante universidad del país.
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A ella le corresponde, aun en estas desastrosas condiciones, ser faro en la creación cultural y científica y cumplir la tarea ineludible de aportar pensamiento y acciones para la transición hacia la democratización del país, sin lo cual no es posible reconstruir las instituciones en función del progreso de la nación y el necesario ejercicio de la vida ciudadana en libertad.
Al tema universitario le he dedicado tres crónicas y una que otra referencia en tanto que son mas de 50 años transitando por esas veredas de la vida y de alguna manera algo debo conocer de esa institución. Por eso expreso mi adhesión, mi respaldo a dos artículos cuyos contenidos expresan y analizan con agudo tino, una radiografía del sistema universitario y en especial el de la UCV, ellos son el de Tulio Ramírez en la revista Politika de la Universidad Católica Andrés Bello (La universidad venezolana y sus retos) y el de Ramón Uzcátegui y Audy Salcedo, (Docentes universitarios migrantes: una mirada cuantitativa a un problema cualitativo). En ambos artículos está condensado el panorama que espera al nuevo equipo rectoral resultante de las elecciones del 30 de junio.
La cuestión es que a esas nuevas autoridades les será muy cuesta arriba cumplir con sus programas si no se realiza con urgencia una evaluación que permita diseñar un plan para el momento y los próximos lustros y con el cual se reorienten los recursos en una cruzada profesoral y estudiantil para concretar una reingeniería sobre las profesiones, las distintas escuelas y las facultades.
El otro elemento trascendente se refiere a una intervención social de los profesores y los estudiantes por medio de la extensión en el tejido nacional, en especial sobre en el sistema educativo, particularmente en educación secundaria, de forma tal que la universidad se convierta en una fuerza motriz por los derechos de una educación de calidad en la población. Logrando así que la opinión publica le sea favorable o en todo caso se exprese y acompañe en sus acciones, en tanto que los ciudadanos sientan el valor e importancia de nuestra institución y ella sea parte del bagaje de conocimientos tanto culturales como científicos que aporten en alguna medida a su bienestar social.
Sin estas dos cruzadas, para llamarlas de alguna manera, las tareas como mantener la autonomía, la necesaria recuperación del salario real de los profesores y la vuelta a las aulas de los estudiantes estarían en serias dificultades.
Lo peor que puede ocurrir es tratar de adaptarse a estas vergonzosas circunstancias para sobrevivir burocráticamente.
Y ya lo hemos visto con la distorsión de los sueldos entre la autoridades y los profesores del más alto escalafón y en la contratación por horas a los nuevos profesores eliminando los medio tiempo y tiempo completos.
La universidad no puede seguir perdiendo sus docentes sobre todo los que tienen formación de cuarto nivel o seguir graduando profesionales para lamentablemente verles emigrar del país o que cumplan funciones absolutamente distintas a la que indique su formación, en una avalancha de frustraciones para ellos y más ruina para la nación.
Es cierto, no hay duda que levantar el espíritu universitario, es un reto de grandes proporciones entre los profesores y los estudiantil, pero si entendemos la gravedad de la crisis estamos en el primer escalón del largo recorrido para recuperar a la universidad y llevarla a las exigencias del siglo XXI.
Lo importante es involucrar a todo el sistema educativo pero en especial a las universidades autónomas que son las que han visto su destrucción de la manera mas palmaria.
Esto es el reto de las nuevas autoridades y es allí donde el doctor Víctor Rago luce con los dotes necesarios para esta magna tarea.
Son nuevos tiempo, es verdad, pero el sector educativo y en especial sus universidades bien merecen una heroica gesta que contribuya a la democratización de la propia institución y del país, entendiendo que es el único camino para revalorar el estudio y la importancia de las universidades en especial la Universidad Central de Venezuela.
Esta crónica no tiene un cuento, pero es la preocupación que quería comentarles.
Pablo M. Peñaranda H. Es doctor en Ciencias Sociales, licenciado en psicología y profesor titular de la UCV.
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