La vaina se pone buena, por Teodoro Petkoff
El Tribunal Supremo de Justicia decidió asumir la designación del Consejo Nacional Electoral. Vencidos los lapsos que la Asamblea Nacional tenía para tal cometido y bloqueada como se encuentra por el virtual empate entre los dos grandes sectores que la componen, gracias al lento pero indetenible encogimiento de esa piel de zapa en que se ha convertido la fracción oficialista, la determinación del TSJ luce como obligatoria. Hemos insistido hasta la saciedad en que el parlamento, por su naturaleza, era el lugar lógico para la elección de los integrantes del CNE. Pero producida esta dimisión de sus responsabilidades, hay que saludar y respaldar la voluntad mostrada por el TSJ de no permitir la creación de un vacío de poder que sería peligrosísimo en las presentes circunstancias.
Planteada como está, por la fuerza de la Constitución, la opción del referendo revocatorio, la inexistencia de un CNE confiable habría clausurado esa vía y despejado una que, por la inercia de las cosas, podría conducirnos a situaciones de violencia de alta intensidad. No es que el camino esté totalmente libre, pero la decisión del TSJ mantiene viva la alternativa electoral y la posibilidad de una solución pacífica y democrática a la crisis. Desde luego, el máximo organismo judicial tendrá que proceder con prudencia y designar un cuerpo que por su integración sea garantía de indispensable imparcialidad y diafanidad para todos los actores del drama nacional. Ninguno de estos debería poder encontrar pretextos en la próxima decisión del TSJ para patear la mesa. Pero no es necesario anticiparse a los hechos. Este es un proceso de lentas aproximaciones al objetivo y se ha dado un nuevo paso en ese sentido.
Contra la opinión de quienes alientan el escepticismo y contra la acción de quienes hablan como si nunca hubieran nutrido con sus histéricos “análisis” los rotundos fracasos del 11A y del 22 de octubre –y su coda en el paro indefinido–, el desarrollo de los acontecimientos refuerza la idea que hemos venido machacando en estos días de que es en el terreno de la legalidad y de las instituciones donde debe librarse esta contienda. Hay que estar muy alerta para impedir que, como en otras ocasiones, los sectores golpistas puedan abortar de nuevo este proceso, induciendo actuaciones aventureras, que no harían otra cosa que reforzar el autogolpismo y darle aire a Chávez.
Lo que está ocurriendo en el parlamento pone de bulto que en este poder del Estado el gobierno ha perdido libertad de movimientos. Una mayoría mínima y volátil ya no es mayoría y, encima, puede dejar de serlo en cualquier paso de luna.
A propósito, ayer los gringos mandaron una señal. Le quitaron la visa al general Medina Gómez. Es un mensaje a golpistas… .y autogolpistas. La “hoja de ruta” está diseñada en el Acuerdo reciente. Es el único camino que el sistema interamericano acepta.