La vía electoral, por Ángel Lombardi Lombardi
Twitter: @angellombardi
La mayoría creemos en ella, por convicción democrática, porque es la vía constitucional, legal y civilizada. Porque es la que más conviene al país. Un país que necesita reconstruirse y reconciliarse y de alguna manera, perdón y olvido sin menoscabo de la justicia.
Desde la oposición la vía de las primarias, con todos sus riesgos, es una prueba de la vocación democrática de los participantes y el deseo de darle su valor al voto, como la vía legal y legitima que tiene la soberanía popular de participar, expresarse y representarse. Tiene que ser un compromiso firme de los grupos y partidos políticos participantes en las primarias de apoyo leal y firme al ganador o ganadora de las mismas.
Después vendrá el programa político de gobierno concertado y en donde las expectativas populares sean oídas, así como las urgencias nacionales y que las propuestas de solución a los muchos y complejos problemas que nos acompañan y padecemos sean atendidos desde la razón política y económica y tecno-científica-profesional y se evite a toda costa demagogias y populismos que dan votos en el corto plazo, pero crean desengaño, desilusión y desesperanza en la población, campo propicio para la muerte de la democracia y prevalencia de dictaduras y tiranías futuras.
En paralelo la oposición debe plantearse el problema de la gobernabilidad que exige acuerdos plurales e inclusivos, sin sectarismos ni exclusiones desestabilizadoras; Fuerzas armadas y policiales son necesarias para la gobernabilidad, pero como institución sometida a la Constitución y leyes respectivas y con total subordinación a las autoridades civiles. Igual con la nueva oposición, previsiblemente de darse el cambio de gobierno y alternancia democrática, las fuerzas representadas hoy en el régimen del PSUV que sí asumen una conducta política democrática, deben ser toleradas y respetadas como parte importante del sistema político.
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Este es o debería ser el escenario político ideal pero para ello falta que la realidad en curso lo haga posible y ello es responsabilidad primordial del régimen y por lo que se ve no hay voluntad política de ceder el poder y el gobierno. La sola frase «no volverán» es elocuente o peor aún la amenaza repetida, de que no se irán ni por las buenas ni por las malas, me gustaría creer que es una frase radical para atemorizar a los adversarios y complacer a los radicales de ambos bandos, que los hay y que preferirían caminos tradicionales de violencia y golpes de Estado.
Si esta larga crisis se resuelve por vía democrática sería la primera vez en nuestra historia que «la solución civil» prevalecería sobre «la solución militar»; un avance político y civilizatorio fundamental. Lamentablemente las señales del régimen no son tranquilizadoras y parecen apuntar más en la dirección de la confrontación y el uso de los diversos poderes que controlan para entorpecer y sabotear un proceso que debería ser de rivalidad democrática sometido a leyes y reglamentos respectivos y no a la arbitrariedad del gobernante y sus servidores.
La otra señal que preocupa y debería ocupar a la dirigencia opositora es el «camino» de las inhabilitaciones o como se ha dado en llamar, el camino de Ortega para imponer la dictadura sin disimulo ni máscaras en Nicaragua.
Esta importante coyuntura política-electoral 2023-2024 debería permitir de manera pacífica y democrática, la posibilidad de una alternancia en el poder y el gobierno, compitiendo en un proceso electoral legal y transparente y con ello abrir la puerta de las «soluciones» a nuestros muchos problemas que nos agobian a la mayoría. Soluciones las hay, unas en el corto plazo y otras en el mediano-largo plazo, pero sin el cambio de gobierno y políticas no veo solución alguna sino un horizonte macabro, de autoritarismo creciente y todo igual, empeorando.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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