La violencia en Venezuela tiene quien la vigile, por Beltrán Vallejo
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Nuestro país tiene años con la cruz de ser una nación violenta, delincuencial, homicida y con unas bandas criminales y organismos de seguridad que no tienen ninguna consideración por la vida. Esto, por supuesto, nos hace una nación frenada en su desarrollo y herida en su productividad.
Esa realidad torturante que, por cierto, siempre ha afectado a los sectores sociales más pobres y a la juventud del país, está siendo seguida por grupos de hombres y mujeres que aplican la ciencia estadística y que tienen cierta dosis de valentía para hacerle seguimiento al calvario diario del venezolano que afecta su seguridad, su paz y armonía social.
Entre esos organismos destaca el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), el cual viene dedicándose a la alerta que incomoda y ofusca a uno de los principales factores generadores de violencia represiva y brutal, como lo es el Estado dictatorial venezolano, encarnado en Nicolás Maduro, quien se encuentra a las puertas de un juicio histórico en la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad. Por cierto, es primera vez que un mandatario venezolano es enjuiciado en ese ámbito. Maduro y su séquito pasarán a la historia, pero siguiendo el recorrido del infierno de Dante.
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El Observatorio Venezolano de la Violencia ha desnudado al Estado en todas sus debilidades y ha expuesto sus lacras como un organismo sin política de prevención, netamente represivo y, a su vez, propiciador de la impunidad; por lo que es un monstruo de dos cabezas que ha generado que en las barriadas se les tema más a los organismos de seguridad que a la misma delincuencia. Por todos estos elementos, la OVV es incómoda y ninguneada, porque es un equipo que con método científico y sin miedo nos expone a esa Venezuela negra y más bien víctima arrodillada frente a un paredón de fusilamiento.
En todos estos años de monitoreo, el Observatorio Venezolano de la Violencia ha evidenciado que efectivamente en Venezuela impera una cultura de la muerte; y dicha cultura ha destruido el tejido social y ha significado que nuestro país sea considerado a nivel internacional como un pueblo inhóspito e inseguro; y esas condiciones, antes focalizadas en las ciudades, ahora se extiende al campo y a las carreteras; ya nada en Venezuela es seguro.
El Observatorio Venezolano de la Violencia cuenta con equipo de trabajo en varios estados; son los denominados observatorios regionales. Al respecto, esos equipos ya están aportando datos muy contundentes sobre la caracterización de la violencia en Venezuela en el primer semestre de este año 2021. Por ejemplo, desde Amazonas nos informan que la violencia interpersonal fue una constante con unas 57 víctimas entre agresiones, robos y homicidios; nos informan que en Aragua se contabilizaron 24 víctimas de la violencia; en Bolívar se vive el impacto del juicio por el caso del asesinato de Ángela Aguirre, víctima de violencia contra la mujer; en Carabobo se denuncia el control que tiene las bandas delincuenciales sobre varias zonas de la entidad; en Guárico aumentaron las muertes violentas en comparación al año pasado; en Caracas, hubo un índice de 90 muertes generadas por la violencia; en Sucre hubo un repunte de violencia intrafamiliar; y en el Zulia se habla del suicidio de una niña de 11 años presa de un cuadro depresivo. Y, así, en otras entidades la violencia imperó en todas sus modalidades.
Esta es la Venezuela que la OVV no nos oculta. Es la Venezuela que debe ser encarada para recuperar los fundamentos éticos que nos lleve a salvarla como república.
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