Laberintos, por Julio Túpac Cabello
Después que el estado de New York se propusiera la reforma más liberal de la historia de Estados Unidos respecto al aborto, en Alabama se aprobó una prohibición casi total que retrocedió ese tema al siglo pasado. El país con los medios más liberales y variados del planeta, es también el país más polarizado en su gran prensa (marcas inmaculadas como el New York Times o CNN muestran a veces demasiado su agenda). Las elecciones parlamentarias cuyos resultados mostraron la mayor cantidad de diversidad étnica y mujeres electas, son también el tiempo en que esta nación tiene por presidente a un cuasi-misógino, que naturaliza declaraciones en las que considera objeto a las mujeres, a quienes no incluye casi de manera absoluta en su gabinete y quien ha puesto en la sombra más burda de las últimas décadas a la figura de la primera dama.
Son solo puntas de iceberg. Para hacer la lista sólo un poquito más larga, mencionaré también que en medio de los grandes intercambios comerciales que Estados Unidos ejecuta con todos los polos y regiones del mundo, el proteccionismo aparece como una contramarcha (no sólo acá, es una tendencia del populismo nacionalista mundial). Al mismo tiempo, cuando la diversidad cultural es un hecho irreversible, de pronto aparece en el poder una pintura de Estados Unidos que es menos mestiza incluso que la de los padres fundadores (que tenían negros y mulatos provenientes de las islas británicas entre sus líderes).
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Y sólo para terminar la muestra, menciono que teniendo una enorme conciencia en sus ciudades del medio ambiente, la necesidad de proteger a los animales y una creciente inquietud por la conciencia del consumo, Estados Unidos sea quizás el país del primer mundo con menos planes oficiales y exigencias detalladas a sus industrias para reducir la producción de monóxido de carbono, entre otras medidas básicas adoptadas en muchas tierras, occidentales y orientales, para desacelerar la destrucción del planeta, su composición atmosférica y sus especies.
Estas críticas no pretenden subvalorar la infinita pléyade de bondades que esta tierra de libertades, individuos trabajadores, leyes, academias y empresas ofrece cada día a quien esté aquí. Por el contrario, quien escribe sus preocupaciones lo hace porque le importa el mundo de contradicciones agudas de estos tiempos, que a veces hacen sentir desamparado a los individuos que no pertenecen a grupos de poder que los abriguen, como las minorías, la gente pobre, o nosotros los inmigrantes, que a veces no somos sino un grito sordo cuya intervención nadie escribe en la pizarra del salón.
Las contradicciones son un rasgo casi patente de las sociedades libres. Pero la polarización, y de eso sabemos los venezolanos, pueden ser un laberinto que entrampe a una sociedad desde sus extremos, y deje sin visibilidad a los seres humanos y sus problemas, pues los protagonistas no son el colectivo global mediados por la ley, sino los fanáticos que tratan de probar su punto con cuanta arbitrariedad les sirva, y los escenarios de construcción y corrección colectiva, quedan a un lado.
En el cerebro y el espíritu de un venezolano en Estados Unidos vive la inquietud de los millones de venezolanos que han quedado a la deriva fuera de su país, donde sobreviven sin mayores protecciones, y la de los millones que están adentro, secuestrados por una mafia y luchando por darle libertad a una nación que permanece suspendida en los terrenos del crimen
Pero también cohabitan en él las preocupaciones de un país cuyo gobierno inicia un sorpresivamente amistoso intercambio con la primitivísima dictadura norcoreana y, de pronto, lo deja por la mitad. Un país que moviliza portaaviones a Irán sin mayores razones que lo justifiquen, como si eso no significara prácticamente un coqueteo con la tercera guerra mundial. Estados Unidos, no su sociedad toda, pero sí su dirigencia, pecherea a europeos, norteamericanos (canadienses y mexicanos son tratados como indeseables) e indocumentados, como si fueran una peste.
Y es verdad que el gobierno de Trump ha apoyado como ninguno antes la causa de la libertad venezolana, pero también es verdad que empiezan a verse claros signos de incoherencia, amenazas no cumplidas, políticas espasmódicas. Incertidumbre.
Las luchas de los individuos para que en la civilización existan reglas claras, un rango de predictibilidad y seguridad, y al mismo tiempo haya espacio para la libertad y las transformaciones, a veces parece ser una historia recién inaugurada, con numerosos baches, cuyos cimientos son fáciles de burlar por los bribones que se colean.
En el medio, la gran mayoría de ciudadanos e individuos intentamos tener una vida en paz, con propósito, pero siempre parece latente o patente la amenaza de ser vapuleados por los abusos que otros imponen en las vidas colectivas