Las armas rusas, por Teodoro Petkoff
En este asunto de las armas rusas hay que distinguir dos aspectos. Uno, el que atañe a la polémica que al respecto se ha desatado entre el gobierno norteamericano y el nuestro y, de refilón, entre el primero y el ruso. Otro, el que tiene que ver con el derecho de los venezolanos a ser informados sobre la naturaleza y los fines de las compras de armamento -sea quien sea el vendedor.
Sobre lo primero, es obvio que el gobierno de Bush incurre en uno de sus habituales excesos de arrogancia imperial cuando cuestiona la adquisición de material bélico por parte del gobierno de Chávez. Esta es una decisión soberana de nuestro país, y ella no tiene que ser consultada con ningún otro gobierno. Tampoco puede admitirse la injerencia unilateral de ningún otro país, para el caso Estados Unidos, en esa decisión soberana. Muchísimo menos cuando ese país, el mayor productor de armas en el mundo, las vende a diestra y siniestra, sin prestar la más mínima atención a las preocupaciones que tales ventas puedan suscitar en países vecinos a los compradores. En este sentido, el alegato de “carrera armamentista” venezolana, cuando Colombia, también con todo derecho soberano, adquiere armas norteamericanas para la lucha contra la guerrilla, resulta cínico. La “preocupación” de que tales armas rusas puedan caer en “otras manos” – en alusión a la guerrilla colombiana-, linda con lo estúpido, puesto que si, por eso fuera, armas de cualquier otra nacionalidad, en particular norteamericanas, que son las que más abundan, podrían correr el mismo destino. Según la noticia reciente, las Farc también las siguen comprando en Estados Unidos. Por lo mismo, la impertinencia del reclamo norteamericano también provocó una apropiada respuesta del gobierno ruso.
Pero, por otro lado, el gobierno de Chávez está obligado a dejar perfectamente claro ante el país por qué y para qué esas adquisiciones. En primer lugar, porque aquí está detenido, en un episodio no explicado, un tal Fernán Altuve Febres, quien portaba pasaporte diplomático venezolano y a quien se le atribuye tanta cercanía con el presidente como para que en ese documento se le defina como “asesor” de aquel. Sobre la detención de Altuve Febres ruedan dos versiones.
Una, lo presenta como un aventurero que habría intentado cobrar en Rusia “la comisión” por la compra de las armas. Otra, exactamente opuesta, aduce que el hombre investigaba la existencia de esa supuesta “comisión”. Ahora bien, ¿Altuve continúa detenido? ¿Está sometido a juicio? ¿Qué es de su vida? Sería importante tener una información oficial sobre esto, porque, a pesar de que la operación fue de estado a estado, sin intermediarios, ello no excluye, en modo alguno la posibilidad de manejos sucios. Sobre todo, porque ninguno de los dos gobiernos involucrados posee buena reputación en materia de pulcritud administrativa.
Por otra parte, es indispensable que se nos explique porqué sería necesario gastar millones de dólares para sustituir los FAL belgas por Kalashnikovs rusos. ¿Se justifica ese gasto? ¿Es que los FAL no sirven? ¿Qué va ser de ellos una vez reemplazados? Lo de los helicópteros es más comprensible, dada la necesidad de mejorar la capacidad de combate de la FAN. sobre todo en la frontera, donde ahora el gobierno de Chávez está comprometido a evitar las correrías de los irregulares colombianos.
También nos enteramos por la prensa española, no por información de nuestro gobierno, de una compra de corbetas y aviones de transporte a España. Se nos debe esa explicación también. Cuando el gasto militar está creciendo de manera exponencial lo menos que podemos esperar del gobierno es una información adecuada acerca de las bases conceptuales sobre el cual se soporta ese gasto.