Las caras lindas de la migración venezolana, por Nelson Oyarzábal P.
La ternura y la sensibilidad en la convivencia cultural
En medio de los excesos, el mal gusto y la frivolidad reinante en buena parte de los contenidos difundidos en las redes sociales, recibimos con entusiasmo las constantes publicaciones de Yurmaira Matheus (@Yurmalind), una maestra trujillana residenciada en Estados Unidos que se ha propuesto compartir sus vivencias en su doble y amoroso rol de maestra-cuidadora de dos niños: Ivi y Charlie, dos hermanitos de 5 y 3 años respectivamente, hijos de una pareja norteamericana.
Pues bien, cuenta Yurmaira que para poder optar al empleo y ser contratada como niñera, se le ocurre la idea de dar clases de español a los niños y a su vez aprender con ellos el idioma inglés. Dicha propuesta fue aceptada por los padres dando pie a la elaboración de un ágil e ingenioso relato que la entusiasta maestra, previa autorización de los padres, ha puesto a circular en redes, captando la atención de miles de seguidores en el mundo entero y particularmente en la comunidad educativa internacional.
A todas estas, y para echar el cuento corto, llama la atención el rápido y efectivo progreso de los niños en el manejo del idioma español (venezolano rajao) en un ambiente fresco, cálido y familiar en donde resalta la ternura y el afecto como hilo transversal de esta singular historia. Entre abrazos, risas y miradillas cómplices cualquier rincón de la casa o del vecindario es bueno para compartir y aprender de manera inmersiva el idioma, aprovechando al máximo situaciones de aprendizaje que surgen al vaivén de rutinas sencillas y cotidianas. Al natural y en contexto, pues, como recomiendan reconocidos pedagogos y especialistas en procesos de aprendizaje infantil.
Destaca también en el éxito de esta experiencia educativa la adopción de contenidos y elementos importantes de la cultura venezolana: fiestas y tradiciones, bailes, comidas, en las que los aventajados hermanitos participan y disfrutan al máximo. Mención aparte merece el énfasis en el habla popular venezolana: «Pepa’e sol», «Palo de agua», «Chalequeo», «Na guará», «Amuñuñao» forman parte del listado de venezolanismos que los niños han asimilado y hacen suyos en el aprendizaje vivo y en contexto de nuestra lengua, como alistamiento útil para entablar más temprano que tarde una conversación de tú a tú con cualquier venezolano. Así van las cosas.
En efecto, este refrescante y prometedor ejercicio educativo constituye una puesta en valor de aportes, conocimientos y saberes de carácter pedagógico y cultural con plena vigencia en el escenario educativo global. Al repasar con detenimiento el material difundido observamos una ruta pedagógica expedita y motivante para aprender español en un contexto microfamiliar, con la incorporación implícita de aportes de corrientes educativas como la pedagogía del amor, la educación activa, la educación intercultural, aprendizaje inmersivo, la educación en valores, aprender haciendo, aprender jugando.
Lo que en un principio fue asumido casi como una estrategia de supervivencia económica para que la maestra aspirante a niñera pudiera enfrentar las vicisitudes en su condición de migrante, hoy en día se perfila como un relato pedagógico tierno y esperanzador con lecturas claves y repercusiones importantes en el plano educativo, cultural, familiar y emocional, aportando a su vez una imagen más humana de la migración venezolana y sus aportes hoy por hoy en la geografía mundial.
En tiempos de debates y análisis críticos al sistema educativo y de búsqueda constante de nuevas estrategias y alternativas para elevar la calidad de la educación, vale la pena prestar atención a esta y muchas otras experiencias educativas informales de pequeña escala que reivindican orientaciones y prácticas claves en los procesos de aprendizaje muchas veces olvidados o relegados en las instituciones educativas en todos sus niveles y modalidades.
Y ya para cerrar, el impacto positivo de estas buenas prácticas educativas en redes sociales nos lleva a pensar que la batalla no está perdida y es mucho lo que se puede avanzar en esta dirección. Se trata pues de impulsar y aplaudir iniciativas a favor de la creación de contenidos que apuesten al desarrollo cultural y educativo de una ciudadanía global ávida de mensajes constructivos, pertinentes e integradores, tal como lo viene presentando Yurmaira de la mano de sus dos amorosos chipilines.
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Nelson Oyarzabal P., es Antropólogo (UCV). Consultor de Programas sociales y culturales. Profesor Universitario.
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