Las democracias occidentales están en riesgo, por Luis Cermeno
De acuerdo al Pew Research Center (PEW), actualmente un 52% de las personas en países encuestados muestra desaprobación por sus instituciones democráticas, dado el entorno económico de sus países y la falta de confianza en los gobiernos nacionales. Por otro lado, la opinión sobre sistemas políticos alternativos está creciendo y amenazando el status quo.
Aunque desde 1950 hasta la actualidad, el número de países con sistemas democráticos aumentó de apenas 22 a 115 países en 2010, el PEW reveló datos que confirman un relativo debilitamiento de los sistemas políticos democráticos respecto a otros sistemas políticos alternativos. La democracia representativa y la democracia directa a pesar de tener un respaldo mayoritario (78% y 66% respectivamente), también se refleja un importante número de personas que «acogerían sistemas políticos que son inconsistentes con la democracia liberal» como sistemas políticos gobernados por expertos (49%), un líder fuerte (26%) o el ejército (24%).
Más aún, a través del índice de democracia representativa, aproximadamente una cuarta parte de las personas (23%) en los 38 países encuestados se consideran «demócratas comprometidos», mientras el 47% de las personas se consideran «demócratas menos comprometidos». Aunque el último grupo muestra apoyo a las democracias representativas, también podría apoyar al menos un sistema político gubernamental no democrático como los gobernados por expertos, un líder fuerte o por militares. El índice también muestra un 13% de apoyo global para sistemas políticos no democráticos.
Democracias débiles y sin capacidad de gobierno
Francis Fukuyama, profesor de la Universidad de Stanford y experto en ciencias políticas, argumenta que los gobiernos modernos para tener éxito requieren tres elementos importantes: un gobierno fuerte y efectivo, estado de derecho y responsabilidad democrática.
Un gobierno fuerte y efectivo tiene que ver con el poder de los estados para básicamente llevar a cabo políticas públicas y tener la capacidad de implementarlas con un enfoque a largo plazo y de claro interés para la mayoría. El estado de derecho se refiere a las normas socialmente aceptadas y cómo estas normas se hacen cumplir a través de la ley y la justicia. Por último, la responsabilidad democrática, es el derecho a elecciones competitivas regulares y libres, donde se garantice la transición de poder.
Fukuyama argumenta que sistemas políticos democráticos y de referencia como el estadounidense se encuentra en una fase de decadencia política. El afirma que, aunque existe un fuerte estado de derecho y responsabilidad democrática, el gobierno es débil. Un gobierno débil puede ser causado por tres elementos. Uno es el modelo económico liberal que reduce el poder del estado e incrementa las fuerzas del mercado.
El segundo es una consecuencia de su sistema de rendición de cuentas de arriba a abajo, esto es, los gobiernos normalmente rinden cuentas a su electorado. En consecuencia, si la gente no está satisfecha con las políticas implementadas, el gobierno actual puede ser removido por votación en una eventual elección. Esto, si bien garantiza alternancia política, la rivalidad por el poder incrementará innecesariamente los incentivos hacia el gasto corriente y no hacia objetivos líneas de desarrollo a largo plazo.
Otra desventaja del sistema de responsabilidad de arriba a abajo es lo que Fukuyama denomina las «coaliciones distribuidas» que ocurre cuando los grupos de interés se vuelven lo suficientemente fuertes como para capturar las instituciones políticas, hacer que estas funcionen para satisfacer sus propios intereses, y detener reformas necesarias a expensas del bienestar colectivo.
*Lea también: La propuesta de Lenín Moreno (notas), por Fernando Mires
El peligro intermitente del populismo nacionalista
En los últimos años, hemos sido testigos de las consecuencias de la mencionada «decadencia política» en las principales democracias occidentales. Las instituciones democráticas de los Estados Unidos son representadas por grupos de interés que favorecen la agenda de las grandes corporaciones. Se favorecen las políticas de libre mercado en detrimento de millones de trabajadores, detiene los avances a los programas de asistencia social y de la salud (Obamacare), limita las reformas medioambientales necesarias, implementa reformas para recortar los impuestos a las grandes corporaciones e incrementa el déficit fiscal del gobierno para cubrir sus gastos e inversiones.
No sorprende entonces que una vez las democracias liberales hayan reducido el poder del Estado, favorecido el interés privado y retrasado las reformas necesarias, hagan fricción con el electorado y produzcan eventos del tipo Trump, Brexit y el peligro intermitente del populismo en Europa y Latinoamérica, con riesgos inmediatos en España, Italia, México y Colombia
Nos encontramos en una encrucijada sin precedentes, los gobiernos democráticos más emblemáticos han traicionado el principio fundamental que definía Abraham Lincoln como la democracia “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. La tecnología, inteligencia artificial y la robotización del empleo harán aún más difícil la tarea de encontrar un punto de encuentro que brinden confianza y legitimidad al sistema. Por otro lado, la reacción de algunos gobiernos occidentales ha sido errónea, estos buscan contener su rechazo con enemigos mandados a hacer y perfectos para la ocasión como la inmigración, la xenofobia, la retórica comercial con otros países y el imperio.
Esta mala interpretación de la problemática de fondo, sea parte de una estrategia política o no, puede generar una nueva ola de líderes populistas y autoritarios en democracias que considerábamos de referencia y ejemplo para el resto del mundo.
Los sistemas políticos alternativos sea por el relativo deterioro de los sistemas democráticos o por sus propios avances, sean viables o no en nuestro contexto histórico y cultural, serán motivos de discusión y análisis, generarán empatías y romanticismos, y esto, debe ser motivo de reflexión a lo interno, pues nuestras democracias están perdiendo su rumbo.