Las dictaduras no tienen justicia, por Beltrán Vallejo

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Hace días hubo un anuncio que venía de las tinieblas: el pasado 12 de mayo, la presidenta del tribunal supremo de Justicia del madurismo y del diosdadismo, Gladys Gutiérrez, informaba de una reunión con Dagoberto Rodríguez, el embajador de Cuba en Venezuela. Pues en dicha reunión, según esta señora, se formalizó un acuerdo de implantación de estrechos lazos en materia judicial entre Cuba y Venezuela. Ella habló de que se “mantendrá y optimizará el trabajo que permita reforzar la colaboración de ambas instancias”.
¿Esta es una buena noticia para los venezolanos y para los cubanos en general? Pues claro que no lo es. Se trata de pactos de dictaduras, y esos pactos no son para bien de los pueblos, y mucho menos en lo que tiene que ver con la “justicia”.
Cuando vemos la foto de este acuerdo, se expresa con más nitidez el papel de ambas tiranías en el sistema internacional; y con eso estamos hablando de un contexto internacional donde de manera angustiante se plantea un retroceso de las democracias, ya que cada día ellas pierden terreno con países donde imperan regímenes no democráticos que se manejan entre democracias limitadas, autoritarismos, dictaduras híbridas, dictaduras puras y simples, y totalitarismo.
Cuando vemos a Gladys y a Dagoberto estrechándose las manos, estamos observando a dos funcionarios de estados no democráticos, a dos funcionarios dictatoriales; por supuesto que el cubano es más avanzado por décadas y décadas de control opresivo y por mayor eficacia en el acoso político, social, cultural y psicológico; y el modelo venezolano intenta por su lado aproximar los pasos hacia ese totalitarismo caribeño.
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Cuando vemos la foto de ese apretón de mano del oprobio, estamos constatando la interdependencia existente entre estos regímenes. Es una relación sustentada en una lógica aliancista que parte de premisas ideológicas y que transcurre en el ámbito de los pingues negocios que benefician, más que a los pueblos, es a la élite en el poder, y que ambos sistemas son de carácter cívico-militar. También esa alianza se ha abierto a una macroalianza de dictaduras donde a la cabeza está Rusia y China, y demás acompañantes desde Nicaragua, Irán, Turquía, Hungría, los países árabes y demás malandraje opresivo que avanza y avanza en lo que yo apunté antes como peligroso retroceso democrático.
¿De que justicia podrán hablar Gladys y Dagoberto? Hablan de cooperación para barrer las cenizas de la democracia y la libertad. Hablan de como los derechos humanos terminen como papel tóale. Hablan de pueblos fiesteros pero infelices muy en fondo de sus corazones colectivos porque no hay perspectivas, no hay horizontes, solo desamparo y desesperanza ante el Estatismo que todo lo controla, todo lo manipula, todo lo domina.
¿De qué justicia podrán hablar Gladys y Dagoberto?; ¿será la que impera en sus respectivas mazmorras donde cientos de presos políticos de ambos países ven el pasar de los días sin sol y las noches sin luna? En el país de Diaz Canel y en el país de Maduro, lleno de impunidad, de persecución a periodistas y a activistas de ONG, con implantación de sistemas de sapeo colectivo, con detenciones arbitrarias casi a diario por motivos políticos o por motivos fútiles, no puede haber justicia, ni sistema judicial, ni tribunales, ni jueces, ni fiscales, ni abogados, ni “litigio”, como dijo un tal Pedro Carreño; sólo puede haber reos y carceleros, ¡más nada!
¿Impera la división de poderes en Venezuela y en Cuba? ¿Se actúa según la ley? ¿Los derechos y las libertades fundamentales gozan de buena salud en Cuba y en Venezuela?
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