Las fábulas y el horror, por Marta de la Vega
Twitter: @martadelavegav
No tienen nada que ver con el Esopo de la antigua Grecia, que nació un siglo después del origen de la filosofía, entre los siglos VII y VI a. C. Maestro, como Sócrates, de la enseñanza moral, era tal la admiración de este por el popular fabulista que, según su discípulo Platón, recitaba de memoria sus narraciones, siempre con animales como protagonistas, y cantaba en verso sus moralejas. También murió trágicamente, condenado de manera injusta por acusaciones falsas. Reivindicado después, se le concedió una indemnización para calmar la cólera del dios Apolo en Delfos, que cobró el nieto de Yadmón, de quien Esopo había sido esclavo.
La iguana fue la primera de las causantes del colapso del sistema eléctrico interconectado. Después apareció un rabipelado. También fueron culpables unos zamuros. No tuvieron en cuenta los voceros de estas fábulas que la maleza atrae estos animales. Creció por negligencia, por falta de mantenimiento preventivo alrededor de las torres de distribución de energía. Simple abandono de la rutina de pica y poda. Pero el oficialismo pensó que sus víctimas se habían creído el cuento. El 3 de septiembre de 2013 se produce un gran apagón nacional que afectó 17 estados del país. Maduro denunció que la falla había sido un ensayo de “golpe eléctrico perpetrado por sectores de la derecha”.
Mientras tanto, en el boletín de la Academia Nacional de la Ingeniería y Habitat del 9 de septiembre de 2013 se especifica con claridad que Planta Centro operaba con una sola unidad y el tramo Guri San Jerónimo de 765 kilovatios superó los límites de transmisión del sistema.
Por protección se disparó y ocasionó la desconexión, sobre todo en las regiones occidental, centro y en los estados andinos. Lo ha repetido desde hace años el experto en electricidad José Aguilar y así afirmó acerca de lo sucedido en esa ocasión: “pudieron presentarse dos situaciones: una, que hay muchos equipos deteriorados o indisponibles, lo que hace difícil la recuperación de la carga; dos, que los técnicos no estaban preparados para esa contingencia.”
El 5 de septiembre de 2013, este consultor internacional sostuvo en entrevista con A. Boyd sobre “la corrupción que apaga a Venezuela”, que todos los argumentos de las administraciones de Chávez y de Maduro hasta entonces sobre las carencias y apagones en el país eran falsos. Sabemos hoy, en medio de la zozobra y paralización de actividades académicas y laborales, a pesar de las mentiras y manipulaciones de los portavoces de la tiranía usurpadora, las trágicas consecuencias en vidas humanas y pérdidas materiales de esta terrible calamidad.
Otra fábula fue la de los 8 millones de votantes para una inconstitucional e ilegítima asamblea nacional constituyente, a pesar de que vimos vacíos muchos centros electorales y esa jornada fantasmagórica produjo en un día al menos 17 muertos, atravesados, una vez más, por balas de los paramilitares chavistas del desgobierno, que sembraban el terror en las calles de Venezuela o por sádicos militares de las fuerzas de seguridad del Estado y guardias nacionales. “Buenos días Venezuela, tenemos Asamblea Constituyente…Ocho millones largos, en medio de las amenazas (…) retando la bala de los paramilitares, cruzaron ríos, en el Táchira cruzaron montañas, pero votaron por la Asamblea Nacional Constituyente…” Así anunció el 31 de julio al amanecer, el hoy usurpador Maduro la instauración de ese ente fantasmal que no existe jurídicamente sino de facto.
Una de las fábulas más duras y dolorosas de asimilar fue la condena pública a la jueza María Lourdes Afiuni por parte de Chávez, no solo a 30 años de cárcel sino al fusilamiento, si nos hubiéramos encontrado en la época de Simón Bolívar. Las vejaciones sufridas, amenazas, simulacros de muerte, violaciones y abusos sexuales, relatados con crudeza por el periodista Francisco Olivares, son de las más inaceptables prácticas del horror de los gobiernos de Chávez y Maduro. Hoy ha sido condenada por “corrupción espiritual” o sin dinero, por un tribunal subordinado al usurpador. En verdad, fue un asunto pasional de faldas que afectó la vida privada del difunto Hugo. Contra su legado, hoy seguimos la lucha por recuperar decencia, dignidad y democracia efectivas.