Las guerras de Putin, por Ángel Lombardi Lombardi
Twitter: @angellombardi
Vladimir Putin lleva 23 años en el poder en Rusia; pasó progresivamente de un poder «blando» a uno cada vez más autocrático y dictatorial. 23 años en el poder es demasiado tiempo para aceptar dejarlo y cada vez se aferra más a el. El poder enferma y mientras mas tiempo más se aferran a él y ya entramos en el campo de la psiquiatría. Putin en 1999 era primer ministro de Boris Yeltsin cuando este lo designa presidente en el 2000 y ya estaba en curso el conflicto de Chechenia y que dura casi una década hasta que Putin lo controla a sangre y fuego y esto no es una metáfora destruyó a «bombazos» la capital Grozny.
En paralelo estaba en desarrollo la guerra contra el terrorismo islámico que lleva directo a las guerras del Medio Oriente Irak, Siria, etc. En este conflicto Rusia y Estados Unidos actúan coordinados hasta el desacuerdo estratégico con respecto a Siria y otros intereses. En 2008, frente al acercamiento de Georgia a Occidente la invade y en 5 días «neutraliza» la pretendida occidentalización y amplia su esfera de influencia, con perdida territorial importante de Georgia. Metodología que aplica en su siguiente aventura bélica en el 2014, en Crimea y en el 2022 con su invasión a Ucrania, en pleno desarrollo. Putin es un belicista expansionista demostrado con los eventos citados. Mucho se ha especulando sobre el porqué de esta política.
Algunos analistas lo han abordado centrados en la personalidad de Putin y su ideología. En una perspectiva histórica pienso que la explicación de fondo está en la propia historia de Rusia, país expansionista y acostumbrado al autoritarismo en el ejercicio del poder, sustentado en un nacionalismo telúrico, la Madre-Rusia de fuerte impronta religiosa y tradicional. Si quisiéramos utilizar una etiqueta diríamos que Putin es un conservador-restaurador de la grandeza de Rusia tanto de la época zarista como de la comunista. Sus personajes históricos emblemáticos son Iván el Terrible, Pedro el Grande, Stalin.
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Más allá de las diversas épocas e ideologías dominantes, Putin asume a Rusia de manera mesiánica. Un Estado fuerte, en un extenso territorio euro-asiático de muchas naciones, lenguas y cultura, progresivamente «rusificadas»; es decir una gran potencia con derecho a su parte de mundo o a todo el como potencia hegemónica, intento frustrado con la caída de la Unión Soviética en 1991. Para Putin, el gran responsable fue Gorbachov, un»hombre débil» según él. Eso explica a mi juicio la fuerte alianza con la Iglesia Ortodoxa y como de común acuerdo reivindican la tradición religiosa e imperial de Rusia.
En los años de su primer gobierno mandó exhumar los restos de la familia imperial asesinados por los bolcheviques y la Iglesia Ortodoxa, los «beatificó» como mártires, en paralelo, Putin declara himno nacional al vigente en la época de Stalin. El régimen de Putin condenaba los crímenes de Stalin pero a la par lo exaltaba como un gran patriota por salvar a Rusia y convertirla en gran potencia mundial. Como dato curioso Stalin no era ruso sino de origen georgiano, aunque Georgia era una de las repúblicas soviéticas. En términos geo-políticos estas condicionantes históricas terminaron convirtiendo a Putin en el «hombre» de la guerra que conocemos.
Su obsesión es la «seguridad-geopolítica y grandeza de Rusia. Diría es su ideología dominante. Un autócrata-restaurador y en parte eso explica el fuerte respaldo popular que llegó a tener. Las relaciones con Europa ha sido el eje dominante de la política exterior rusa y después con los Estados Unidos. Alexis de Tocqueville estableció ya en el siglo 19 un paralelismo interesante entre Rusia y Estados Unidos; ambos países son mesiánicos y se creen destinados a la grandeza.
En paralelo mientras Estados Unidos se expandía hacia el Oeste, Rusia hacia el Este y ambos se encontraron en Alaska, para aquella época territorio ocupado por Rusia y posteriormente comprado por los Estados Unidos. Putin en Ucrania se está jugando su destino político enfrentado a un frente occidental unido aparentemente dispuesto a «pararlo». Cómo siempre guerra y negocios también se juntan y seguramente terminarán «negociando», el costo mayor lo va a pagar Ucrania en perdida territorial y víctimas inocentes.
Más de tres millones han salido de Ucrania para un destino incierto. Lo que si es cierto es que se van a profundizar los desequilibrios globales y continúa el proceso geo-político de competencia-confrontación entre Estados Unidos y China y sus respectivos bloques. Rusia con Putin o sin Putin seguirá «jugando» su rol de gran potencia. El siglo 21 como siempre, en términos geo-políticos, tendrá que decidir entre convivir y en paz o en y para la guerra.
Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.
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