Las indias: ¿colonias o reinos asociados?, por Ángel R. Lombardi Boscán
Twitter: @LOMBARDIBOSCAN
Esta es una polémica rara vez debatida y cuando se produce apenas genera algún tipo de interés y resulta que su tratamiento adecuado resolvería tantos asuntos teóricos vitales sobre el tema de la presencia de España en América durante tres siglos. Los historiadores venezolanos, hispanoamericanos y extranjeros en su mayoría, no dudan en considerar que los territorios americanos fueron colonias al servicio de una política de explotación bajo la dirección de la Monarquía hispánica.
La gran mayoría de los americanistas españoles, por el contrario, reivindican que el trato ofrecido a las Indias fue el de reinos asociados a la Monarquía con iguales derechos jurídicos que el resto de sus territorios en Europa y en la propia península. Normalmente la verdad de las cosas siempre se encuentra en un término medio.
Fue Colonia porqué hubo una explotación económica intencionada, programada y dirigida, incluso ya en el siglo XVIII bajo el impacto de las reformas introducidas por los Borbones, en los documentos oficiales aparece la denominación de “territorios ultramarinos” y hay evidencia de unas nuevas relaciones coloniales con toda la intención de hacer más racional la explotación como política de Estado. La extracción de los metales preciosos, la utilización de la mano de obra indígena y negra esclava, la explotación comercial de los productos agrícolas y ganaderos, todo ello bajo una clara definición y programa así lo demuestra; además la condición de monopolio que asumió Castilla en detrimento de otras regiones dentro de la propia península, y naturalmente, de sus rivales extranjeros.
Pero jurídicamente la Monarquía impuso desde el principio su soberanía sobre los habitantes de las Indias y les otorgó la condición de reinos o provincias del imperio. Guillermo Morón, historiador venezolano, y Ricardo Levene, historiador argentino, han podido constatar que en toda la documentación española vinculada con América no se hace mención alguna de colonia o factoría, sino de reinos.
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Jerónimo Bécker también es muy enfático en ese sentido: «El título de Reyes de las Indias que adoptaron Doña Isabel y Don Fernando, envolvía dos afirmaciones capitales: 1era, la soberanía del Estado español en los países descubiertos y conquistados; y 2da, la igualdad de condición ante la Corona de los antiguos territorios y de los adquiridos por el descubrimiento y la conquista. Consecuencia de esto fue que no se considerasen como colonias, sino como provincias de la Monarquía, idénticas en derechos a las de la Península, las constituidas al otro lado del Océano, y que Felipe II prohibiese que los caudillos españoles se denominasen conquistadores, indicándoles los nombres de pacificadores o pobladores».
Estudiar el pasado con categorías que surgen del presente es un tanto inadecuado porque estaríamos ofreciendo un retrato anacrónico de hechos que fueron asumidos en su momento de una manera diferente. Denominar colonias a los territorios americanos antes de la independencia es parcialmente un error, y reconocemos que esto se hace bajo la visión dominante de quienes han prevalecido luego de las guerras de independencia y bajo el impacto de todo el proceso descolonizador ocurrido luego de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Si somos respetuosos con la época y los hechos de ese entonces hay que asumir la condición de Reinos y de súbditos o vasallos americanos otorgada por la Monarquía española. Recuperar esa perspectiva histórica es fundamental para poder entender procesos muy manipulados e interpretados interesadamente.
Ahora bien, la historia es un discurso desde el presente y todas esas categorías de épocas pasadas se reformulan de acuerdo no sólo a precisiones de tipo científico sino también a la carga valorativa e ideológica, que en muchos casos, es hasta lo predominante. A fin de cuentas hay tantos pasados como historiadores y las versiones se entrecruzan. Ya lo dijo Paúl Valery: “La historia justifica lo que sea”.
Ángel Rafael Lombardi Boscán es Historiador, Profesor de la Universidad del Zulia. Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ. Premio Nacional de Historia.
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