Las paradojas de la izquierda totalitaria, José Rafael López Padrino
El contexto histórico de los términos izquierda y derecha se remonta a la Revolución Francesa donde los Jacobinos (de la Montaña) se sentaban a la izquierda y los Girondinos (de Girona) a la derecha del Parlamento en la Asamblea Nacional. De ahí la costumbre de usar los términos de izquierda para definir posturas progresistas y de derecha para las ideas conservadoras. El desmoronamiento del mal llamado socialismo real con el derrumbe de la URSS y las represivas democracias populares de la Europa Oriental trajo consigo la deconstrucción de la izquierda y su división en dos vertientes: Una izquierda autoritaria sin un referente teórico, atrapada en su laberinto ideológico, carente de presente y muchos menos de futuro y una izquierda humanista proclive a la defensa de los derechos humanos, a la libertad de expresión, a la pluralidad, y a la equidad social.
Paradójicamente esa “izquierda autoritaria” tiene muy poco de marxista y sí mucho de fascismo puro y duro. Es la “Izquierda” postmoderna que ha terminado abrazada a proyectos autoritarios y antimarxistas como los de Ortega en Nicaragua, de Putin en Rusia, de Díaz-Canel en Cuba, de Erdoğan en Turquia, de Kim Jong-un en Corea, de Hasán Rohani Irán y de la dupla Chávez-Maduro en Venezuela.
Es la “izquierda” devoradora de caviar y sedienta de Chateau Lafite que se rasga las vestiduras en defensa del proyecto bolivariano en nombre de un mal llamado socialismo del siglo XXI. Es una “Izquierda” bastarda que sigue apelando a un supuesto carácter antimperialista del proyecto bolivariano, cuando en realidad han hipotecado al país entregando nuestros recursos a las trasnacionales norteamericanas, rusas y chinas (Chevron, CONOCO, BP, Statoil, Gazprom, Rosneft, LUKoil, China National Offshore Oil Corporation, PetroChina, entre otros).
Son los fanáticos miserables que desmienten la escasez de alimentos, el desabastecimiento de medicinas, la crisis hospitalaria, la hiperinflación (la más alta del mundo) y niegan la crisis humanitaria. Es la “izquierda” crematística que defiende al régimen de Maduro a pesar de las sistemáticas violaciones de los DDHH, incluyendo el uso de la tortura, ajusticiamientos de ciudadanos a manos de escuadrones de la muerte (FAES, grupos paramilitares), y desapariciones forzosas. Son los monaguillos de la cobardía incapaces de elevar su voz de protesta ante la salvaje represión del pasado 23 de febrero que ocasionó más de 236 heridos y el asesinato de 5 Pemones en Santa Helena de Uairén, Estado Bolívar. Monstruosidad llevada a cabo por los malandros de Freddy Bernal y los pranes de Iris Varela para impedir el ingreso de la ayuda humanitaria el pasado 23F.
Una “Izquierda” estéril que apoya las políticas antiobreras del proyecto bolivariano que se han traducido en el cercenamiento de la autonomía sindical, la precarización y tercerización laboral, la judicialización de la protesta laboral (Rubén González y otros dirigentes gremiales encarcelados), la penalización del derecho a huelga, así como la eliminación de la seguridad social.
Además, la supresión de la mayoría de las contrataciones colectivas y su sustitución por convenciones únicas con visión corporativista de claro sello nazi-fascista. Es una “izquierda” decadente y tarifada que parasita una épica revolucionaria que no le corresponde y que falsea la realidad al ponderar al socialismo del siglo XXI como la esperanza para los pueblos del mundo y un ejemplo de trinchera antiimperialista.
Estos fariseos ideológicos han desarticulado las alianzas sociales y políticas construidas durante décadas, provocando el retroceso de la izquierda y las fuerzas progresistas en la América Latina. Son los enterradores del marxismo que fingieron ser sus discípulos.
He sido y sigo siendo de izquierda, pero no de esa “izquierda” imbécil y facha que reniega y desprecia sus propios principios y que arrió las banderas de la honestidad. Milito en la izquierda preñada de vida y no de muerte, hija del humanismo y no de la inquisición. Una izquierda tolerante, pluralista, y de utopías redentoras. Una izquierda inconforme y rebelde con el presente pero segura de un futuro mejor.